CRÍTICA| Colonia Dignidad, Hernán Larraín y la desmemoria
Una de las historias más horrendas y controversiales del país es sin duda la de Colonia Dignidad. Un lugar que parecía ser sacado de un cuento infantil alemán, pero que escondía una brutal historia.
A estas alturas las atrocidades cometidas por Paul Schäfer en la región del Maule son conocidas –al menos a nivel nacional–. Es un tema que ocupó portadas en los diarios, espacios en los noticieros y muchos boletines de radio. Es una historia que nunca ha salido de la palestra y de la que siguen apareciendo nuevos antecedentes.
Colonia Dignidad, una secta alemana en Chile hace el trabajo de contarnos cómo Schäfer, quien fue enfermero en la Segunda Guerra Mundial, se reconvirtió en pastor bautista; para luego arrancar de Alemania tras ser expulsado y condenado por violación, para finalmente llegar a Chile.
Aterrizó gracias a un contacto en la embajada chilena, el que le facilitó un terreno de 30.000 hectáreas. Ahí construyó un infierno para seguir violando y manipulando. Como si sus atrocidades no fueran suficientes, prestó las instalaciones para la planificación del golpe de Estado y las violaciones a los Derechos Humanos que cometió la DINA.
La serie es rápida en relatar que Schäfer era un tipo que sabía cómo manipular y convencer. “Una de las reglas era separar a los niños de sus padres”, declara Salo Luna, uno de los sobrevivientes de Colonia Dignidad, en el primer capítulo. Se detalla después que esto era, según el enfermero de la SGM, para generar un avance rápido de la comunidad en los diferentes trabajos y así alcanzar la estabilidad económica.
Astuto y manipulador
La producción del gigante del streaming –basada en una idea del documentalista Cristian Leighton– construye la historia de manera cronológica, sin grandes riesgos en el guion, aprovechando su increíble material de archivo y reconstruyendo a través de testimonios las diferentes dimensiones de este infierno disfrazado de comunidad agraria.
Ahí vamos viendo la inteligencia de Schäfer para operar: siempre preocupado del exterior, creando lazos con personajes de la derecha nacional, desde Roberto Thieme, exlíder de Patria y Libertad, hasta el dictador Augusto Pinochet, quien visitó las instalaciones en contadas ocasiones.
Entre todos esos personajes de derecha que entraban y salían aparece Hernán Larraín, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, un férreo defensor de Colonia Dignidad. Su rol vuelve a poner en duda si es el indicado para el cargo que hoy ocupa.
“Son declaraciones que también se habían dado en televisión y que circulan hace años, correspondiendo a una declaración inicial cuando se supo de estos hechos que eran nuevos hasta entonces”, le comentó a 24 Horas sobre su aparición en la serie.
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Afirmó también que con el pasar de los años, y al enterarse de lo que hizo Schäfer, dejó de tener contacto con la comunidad de Colonia Dignidad en 1997.
En sus seis capítulos la serie reconstruye a Schäfer como un tipo astuto, manipulador, con contactos muy poderosos y que siempre supo cómo ganarse la confianza de la gente, para lo que no escatimó en gastos, de hecho, les consiguió un hospital. La comunidad es expuesta bajo constante vigilancia, coartada y viendo al jerarca como un guía en quien confiar. Ahí aparece como clave el testimonio de Salo Luna, quien en los 90 logró escapar de la comunidad.
A diferencia de otros trabajos audiovisuales como la película Colonia (2015) y la serie de Amazon Prime Dignidad (2019), la propuesta de Netflix intenta abordar todas las artistas que permitieron la creación de este infierno. Desde esa perspectiva es un material enriquecedor, pero no el definitivo. Deja dudas sobre de dónde vino el dinero que le permitió a esta secta seguir existiendo y cómo este alemán logró escapar de la justicia.
Colonia Dignidad: una secta alemana en Chile es valioso por su material de archivo y es un recordatorio que los derechos humanos deben ser resguardados a toda costa, y que quienes los vulneren deben ser sancionados con todo el peso de la ley. No importa si es un alemán que escapó de la justicia o un mandatario que le declaró la guerra a su propio pueblo.