CRÓNICA| Un día en la Convención Constitucional: quiltros, fascistas y un palacio de lujo
Motivado por el susto de las y los colegas periodistas, que se alarman frente a cada llamado a "rodear" la Convención Constitucional que aparece desde Twitter hasta TikTok, decido comenzar la jornada recorriendo las cuatro cuadras donde se ubica el edificio del exCongreso Nacional en Santiago. Calles Catedral, Morandé, Compañía y Bandera.
Vallas papales, vendedores ambulantes, enviados de Dios gritando a viva voz sobre las diversas formas del diablo y la salvación, estacionadores de autos y los vehículos ahí instalados, son lo único que pude observar que estuviera "rodeando" esta instancia única, en que por primera vez en nuestra historia se está escribiendo la Constitución del país por personas elegidas democráticamente para ello.
Mi banderita chilena
"Se daba una vuelta más y nos iba a hacer caminar a preguntarle en qué andaba", dice en tono de broma un carabinero en el ingreso por calle Compañía. Credencial, nombre y RUT anotados en un papel por una eficiente funcionaria policial. No hay toma de temperatura ni revisión del pase de movilidad, protocolos básicos que exige el Ministerio de Salud y que se cumplen desde los cafés con piernas hasta los restaurantes a la carta, que se ubican a pocas cuadras del exCongreso.
[caption id="attachment_684386" align="alignnone" width="600"] @periodistafurioso[/caption]
Un camino de pastelones lleva hasta un patio donde está el ingreso al palacio propiamente tal o hacia la "Sala de Prensa". Rimbombante nombre para una carpa blanca con dos mesones largos; una televisión sintonizada en la transmisión oficial, con el volumen lo suficientemente bajo para no molestar a nadie y no entender nada; y una mesita lateral con el hervidor, un tarro de Nescafé, vasos desechables y un tazón de CNN Chile que marca el espacio indicando que la agencia internacional de noticias al menos sabe de branding. Ahí, una docena de colegas ubicadas/os frente a sus notebooks, miran de reojo por las ventanas de la carpa si algún constituyente sale o entra al edificio entre medio de los gruesos pilares para hacer una declaración. De lo que sea, pero que alguien salga y diga algo.
Las comisiones avanzan en el interior del palacio en al menos tres salones, según informa la pantalla, pero no se ve mucho más. Para ingresar y ver directamente lo que ocurre hay que anotarse en un grupo de WhatsApp de periodistas y asesores, pero el acceso es desde las 12:00 horas. Entretanto la lluvia amenaza, y poco a poco comienza a cumplir su palabra con una serie de gotas que aumentan en grosor y frecuencia. Afuera, por calle Compañía, pareciera que se cumplirá la profecía de aquellas hordas que amenazan por redes sociales con "rodear" el lugar. "Convención soberana? La gobierna la ONU", se lee en un lienzo levantado entre el exCongreso y el Palacio de Tribunales.
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Hay un grupo de no más de 15 personas –unas tres mujeres y el resto son hombres, entre 35 y 70 años–, con banderas de la Patria Vieja (1812) estampadas con el escudo de la Cruz de Santiago (de la época de las cruzadas) y banderas chilenas con la sigla del movimiento nacionalista patriota NAP. "Se ubican acá todos los jueves al mediodía", dice un carabinero, y minutos antes de las 12:00 horas el grupo comienza a entonar un cancionero a través de un gran megáfono, que va desde 'Mi banderita chilena', en la versión de Silvia Infantas y los Cóndores, hasta una edición propia de 'Quieren dinero', de Los Prisioneros, en que se escucha el coro una y otra y otra vez. Los carabineros ubicados en el lugar, esperan, ya que saben que en unos minutos sonarán las campanas al interior del exCongreso, y después vendrá el silencio.
El saludo de Bassa
Otra vez en el patio que da hacia calle Bandera. Quienes más se mueven de un lugar a otro son las trabajadoras de la limpieza, que discreta y eficientemente van secando el suelo entre los pilares del palacio y sacando bolsas con basura de su interior; y también las personas encargadas del almuerzo de las y los constituyentes, que ubican las ensaladas (desabridas), sanguchitos de pollo y carne (rico el de pollo) y fajitas (también de pollo y carne, pero no las probé) en los mesones, y calientan el agua para la sopa de espárragos con berros (sabrosa). Además, aportan al movimiento una media docena de perritos quiltros que se ubican estratégicamente en la zonas de fumadores, donde piden cariños cruzándose en el camino de las y los amantes del tabaco, llamando la atención con sus coloridas capas que les pusieron para sobrellevar el frío invierno. Si se puede acusar a alguien de "rodear" el lugar y saltarse la reja, claramente esos son los quiltros.
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Finalmente autorizan el ingreso de la prensa y aquí hay protocolos que sí se cumplen. Porque uno puede ingresar a observar la discusión sobre el futuro de Chile sin vacunarse contra el COVID-19, poniendo en peligro sanitario a todas las personas que trabajan en el lugar, pero no se puede entrar a este edificio neoclásico ni siquiera con un clip en el bolso. La tecnología de rayos X y el detector de metales así lo indican.
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El lugar de control da hacia una zona de pasillos largos, extensas alfombras rojas y una seguidilla de impecables lámparas y lágrimas con bases de tonos dorados, ubicadas tanto en los muros como en los techos. El guardia, que ya indicó la instrucción que esto es sin fotos ni cuñas en los pasillos, apura el paso entre una y otra sala de trabajo de las y los constituyentes, y lleva al grupo rápidamente escaleras arriba. Aparece el vicepresidente de la convención, Jaime Bassa, que saluda a todos con el puño cerrado. Pasamos en una fila e instintivamente chocamos nuestros puños cerrados. Menos el guardia, que nos mira desde los escalones superiores.
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Una vez en el Salón de la Cámara de Diputados, el lujo del recinto vuelve a aparecer en forma de sillones, alfombras y lámparas. Pero lo que más llama la atención es la hermosa cúpula que obliga a mirar el cielo constantemente. Resulta curioso observar cómo se desarrolla aquí esta discusión formal que se levantó desde una revuelta popular con barricadas en las calles, tanto en avenidas como en poblaciones desde Arica hasta Puerto Williams. Por momentos, el único recuerdo de que hay gente afuera del palacio pendiente de este proceso –que costó la vida de decenas de personas y graves daños físicos y psicológicos a otras miles– son las cámaras y pantallas ubicadas en todos los salones. "No tocar baranda. No tocar cámara", se lee en una serie de improvisados carteles impresos en hojas tamaño carta. Pensar que hay alguien de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) que está cobrando un sueldo millonario por acciones como esas. Inmune al encandilamiento del precioso mobiliario, el guardia indica que el tiempo para fotografiar el lugar ha terminado.
"O sea, derechos humanos po"
En el patio se ve algo más de movimiento que durante la mañana. Marcela Cubillos pasa rápido sin responder las consultas de nadie, con un séquito de jóvenes rubios tras ella. Teresa Marinovic vapea en un lugar bajo techo, tosiendo sin taparse la boca, contrario a todas las normas sanitarias y también de etiqueta. Mauricio Daza acepta ser fotografiado para un proyecto de retratos constituyentes. "Esto es lo que no hay nomás maestro", le dice al fotógrafo cuando este le muestra la primera imagen de prueba. Giovanna Grandón sale al patio con una mascarilla negra, se la cambia por una de Pikachu, y graba un video para informar a sus bases sobre las acciones del día.
[caption id="attachment_684395" align="alignnone" width="600"] Patricio Fernández y Alfredo Zamudio @periodistafurioso[/caption]
El movimiento de cámaras y micrófonos indica que hay un punto de prensa. El invitado del día a la Comisión de Comunicación, Información y Transparencia, Alfredo Zamudio (del Centro Noruego Nansen en misión para el conflicto en el Wallmapu), se encuentra hablando junto a los constituyentes Patricio Fernández y Loreto Vallejos. Pablo, joven que se presenta como funcionario de la Segpres, hace un resumen de la presentación de Zamudio. "Muy emocionante. Todo lindo. O sea, derechos humanos po, tú cachai nuestro compromiso con esto. Hay que dialogar. Él fue exiliado en Noruega, cuando quedó la cagá acá, tu cachai", dice. Y continúa: "Habló de eso, su historia, o sea, nuestra historia también. Muy lindo. O sea, terrible, pero en el fondo lindo, tú cachai".
Efectivamente le apuntó al diálogo. Palabra que también repitió Patricio Fernández, junto a "humildad", "confianza" y "respeto". Pero apenas terminó de hablar, recogió su juvenil mochila marca DC y salió junto a Alfredo Zamudio a hacerse unas fotos, mientras Loreto Vallejos quedó hablando sola en el punto de prensa.
Muchas de las y los constituyentes dan por cerrada la jornada en el palacio y se van, mientras que Mario León Falcón, de 72 años, viene desde el paradero 14 de La Florida y se instala a protestar desde calle Catedral. Vestido con una camisa a cuadros color celeste, jeans azules, zapatos negros y cubierto con un letrero contra las empresas de fondos de pensiones, grita: "¿Hay alguien decente que venga a conversar con este viejo? Las AFP están matando a miles de ancianos este agosto y nadie hace nada". Cuenta que protesta cada vez que puede, pese a que nadie sale a entregarle una respuesta. Pero indica que va a seguir viniendo a la convención, al menos hasta que alguien salga a conversar con él. Así que se queda ahí, "rodeando" el lugar apoyado en las vallas papales, junto a los vendedores ambulantes y los enviados de Dios. Esperando a ver quién sale.
[caption id="attachment_684387" align="alignnone" width="600"] @periodistafurioso[/caption]