Fabiola Campillai y Carlos Astudillo: Los sobrevivientes de violencia policial y militar que buscan llegar al Congreso
Fabiola Campillai (38) y Carlos Astudillo (26) están decididos a ocupar un puesto en el Congreso el próximo 2022. Fabiola como senadora por la circunscripción 7, por la Región Metropolitana, y Carlos como diputado por el distrito 8 (Cerrillos, Colina, Estación Central, Lampa, Maipú, Pudahuel, Quilicura, Tiltil). Ambos se reconocen sobrevivientes de la violencia policial durante la revuelta y, uno de los motivos para asumir este desafío, tiene que ver precisamente con eso.
"Cuando me disparan asumo que soy una víctima de este gobierno, pero ahora me concibo como un sobreviviente que es el que se levanta, que sigue su camino y lucha. Y ahora inicio esta carrera que es por la búsqueda de justicia y por resignificar conceptos que son pasivos. Lo que hizo el gobierno de dispararnos, criminalizarnos, es para que no nos levantemos y con Fabiola les estamos torciendo la mano al disputar estos espacios de poder", manifiesta Carlos.
La búsqueda de patrocinios para inscribir la candidatura no ha sido fácil para ninguno de los dos. En el caso de Fabiola, hace pocos días fue sometida nuevamente a una operación por los tratamientos oculares que ha seguido después de perder completamente la vista hace casi dos años, después de recibir una bomba lacrimógena en su rostro. Se suma el juicio contra el ex carabinero acusado de cegarla, Patricio Maturana, que avanza lento, además de las visitas frecuentes a médicos, exámenes, su familia y el cuidado personal. En el poco tiempo que va quedando, se la ha pasado en ferias explicando a los vecinos cómo patrocinar su campaña. Hasta ahora lleva casi 13.200 patrocinios, de los 14 mil que debe conseguir hasta este domingo 22 de agosto.
“Es pesado, pero esto no es nada para lo que viene después. Hay días con muy buen ánimo y otros que colapsas y te cansas, pero ahí estamos. Los jóvenes nos apoyan”, expresa Fabiola. Por eso, recibir el cariño y apoyo de una comunidad que la reconoce en su valentía y resistencia, le hace pensar en la posibilidad real de convertirse en senadora en las elecciones de noviembre.
Para Carlos ha sido, por momentos, igual de agobiante, pero se mantiene con la convicción de llegar a un espacio político donde pueda seguir exigiendo justicia que no ha llegado. Él recibió un disparo en su pierna derecha, mientras se manifestaba en Colina, por un militar que hoy sigue en ejercicio. “Lo veo como la posibilidad para intervenir en un espacio que nos ha sido vetado, donde, sobre todo, como movimientos de derecho humanos no hemos tenido respuesta. Es un espacio de poder donde podremos posicionar nuestras demandas, además de seguir visibilizando los problemas en los territorios”, plantea.
Hasta ahora él lleva 511 patrocinios de los 2500 que debe alcanzar para inscribir la candidatura. De todos modos, ha sido un trabajo conjunto con Fabiola.
“Carlos busca patrocinio para él y para mí y yo también. Así nos llevamos”, explica ella.
El inicio
Fabiola cuenta que ha sido muy activa en llamar a votar en todas las elecciones pasadas. De hecho, uno de los motivos por los que decidió comenzar a buscar los patrocinios fue lo poco que han movilizado los candidatos que se han postulado por su distrito y su comuna, San Bernardo. “Si la gente no quiere votar somos nosotros los que tenemos que postular a esos cargos para que vuelvan a confiar, sea por lo que nos pasó o porque somos personas humildes como ellos. Con eso puede que esto cambie, aunque al comienzo seamos pocos”, expresa.
En familia conversaron el asunto y ella terminó por tomar la decisión con su apoyo. Desde ahí comenzaron a organizarse, a distribuir los tiempos y dedicarse a asistir a actividades y recorrer ferias. Ve que el proceso está tomando mucha fuerza y que la gente ha llegado voluntariamente a colaborar. Incluso, vecinos se han puesto a disposición para imprimir volantes y repartirlos. Ella va por la Lista del Pueblo que le ofreció la plataforma para ser apoyada por independientes. “Yo voy por una lista de cuatro entonces necesito muchos votos, pero eso no me baja la fuerza porque la tengo y si no llego a salir senadora voy a seguir luchando y seguir trabajando”, dice. “No queremos relacionarnos con partidos, quiero ir cien por ciento independiente”, remarca Fabiola.
Carlos, por su lado, se ofreció voluntariamente a la Lista del Pueblo con la que ha creado lazos desde que partió organizándose. Es muy amigo del Pelao Vade y de Alejandra Pérez. Es administrador público con gran vocación por aportar en las comunidades. Con la Lista dice tener coincidencias políticas, por la independencia y el proyecto que se ha planteado de llevar propuestas de movimientos sociales a espacios de poder.
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Reconoce en ella visiones heterogéneas y, bajo su mirada, estas últimas semanas se han visto discusiones propias de organizaciones políticas nuevas ante la búsqueda de un candidato presidencial. “Estamos en un proceso de constante cambio político. Aquí la Lista ha establecido mecanismos que son democráticos, como el llamado a primarias que es algo que todas las personas independientes de militancia, pueden acceder y competir”, opina.
Las propuestas
De la mano con la justicia social y la vida digna, las propuestas de ambos se traducen en las demandas que atravesaron el estallido.
Carlos enumera principios que regirían su candidatura, especialmente dándole un enfoque de derechos a todas las propuestas que recojan a partir de un proceso de participación ciudadana. “En el caso de la vivienda se tienen que garantizar ciertos metros cuadrados y así toda la legislación. Pongo el caso de Dominga, que es de injusticia ambiental, por eso se plantea que todos los conflictos ambientales tengan esa mirada distinta, desde la justicia”, da el ejemplo.
En cuanto a Fabiola, tomar un cargo de representación popular tiene sentido en la medida que pueda darle un empujón a todas las personas que han sido dañadas y vulneradas como ella. Las demandas están, aclara, pero poco y nada ha pasado con ellas. “Los juicios se siguen dilatando y solo es conveniente para ellos [carabineros acusados] porque esperan en sus casas y después se lo descuentan de la condena final”, expresa.
Así también, lo lleva a la realidad que viven los niños y niñas que se encuentran en Sename. “Siempre hay un tiempo en que se preocupan de ellos y después no pasa nada más. Hay gente que solo habla porque un niño fallece, pero cuando hay calma sigue todo como siempre”, lamenta.
Educación, salud y pensiones son temas que también le parecen urgentes. “Este país puede cambiar con educación digna y de calidad, gratis, porque teniendo buenos profesionales que quieran cambiar todo esto, puede pasar. También la salud porque tenemos que estar dependiendo de bingos y rifas para hacerte radiografías para las personas que están enfermos de cáncer y el endeudamiento. Y las pensiones: mi madre trabajó 30 años y recibe 130 mil pesos, quién come con ese dinero”, cuestiona Fabiola.
Ambos concuerdan en un programa fuerte de reparación integral de justicia y reparación, que vaya más allá de una reparación económica, más bien que aborde los daños psicoemocionales individuales y de sus familiares. Sin dejar de lado una reforma profunda a las Fuerzas Armadas y de Orden, asistencia médica continua y, un punto muy relevante, resalta Carlos, capacitación en el ámbito laboral. "Para personas como yo que quedamos con alguna discapacidad es necesario dar una capacitación adecuada en los espacios cotidianos que frecuentamos, además de asistencia socioemocional", explica.
Dentro de esto, es fundamental que el Programa Integral de Reparación Ocular (PIRO) funcione, dice Fabiola. Hasta hace poco tiempo se enteró que a algunos de sus compañeros les quitaron las prótesis, algo que han pedido que se regularice. Recorriendo los territorios y de las visitas que ha recibido, Fabiola ha conocido casos nuevos de violencia, de los que no sabían, incluso, que no están denunciados. “Hay dolores que no se conocen, personas que no tienen la valentía de mostrar sus casos. Hay que apoyarlos para que sean capaces de denunciar a sus agresores”, explica.
Cualquier política pública que se apruebe, asegura Carlos, debe reconocer que el Estado violó derechos humanos a partir del 18 de octubre para que ningún gobierno, a futuro, lo pueda desconocer.