Gabriel Boric: ¿a la disputa del centro o de la izquierda?
En un reciente intercambio de palabras entre el periodista Fernando Paulsen y Giorgio Jackson (Tolerancia Cero, 1 de agosto), el periodista de Chilevisión reprodujo de forma incisiva lo que es un debate de fondo en la política actual. La pregunta consiste en si, para lograr ganar en noviembre, Gabriel Boric debe acercarse al centro o a la izquierda. En diversas instancias se reproduce esta pregunta. La lógica es clara. Boric necesita sumar votos que le permitan erigirse como Presidente de Chile. Los votos disponibles están en la izquierda, en sus diversas variantes, o en el centro, en sus diversos partidos. El resultado lógico de la reflexión es que el movimiento clave de los próximos meses es la política de alianzas de Gabriel Boric.
Urge levantar una gran advertencia sobre este tipo de reflexiones. En el fondo de esta pregunta está una lectura lineal de la política, entendida sólo como una suma de siglas por arriba del escenario. Lectura que quizás fue posible hace algunos años atrás, pero que luego de la irrupción de las movilizaciones sociales, y principalmente de octubre de 2019, pierde cada vez más sentido. No sólo los partidos, sino también diversas estructuras clásicas de representación política, aparecen con muy baja capacidad de convocatoria. Incluso diversas orgánicas sociales son incapaces de convocar multitudes a su alrededor, pese al momento disruptivo contra la política tradicional que vive nuestro país. Una lectura excesivamente palaciega del proceso electoral en curso puede servir para sumar siglas a izquierda o derecha, pero puede terminar siendo contraproducente para interpretar al pueblo.
Lo central de este momento no es intentar acercarse al centro, ni tampoco a la izquierda. Ambos espacios no logran ser lo suficientemente representativos del pueblo para lograr articular una mayoría que permita llegar a La Moneda. Lo central es interpelar al ciudadano independiente, presa del malestar ante la clase política tradicional y con expectativas de transformaciones que le aseguren un mejor pasar. Puede sonar algo obvio, sin embargo el buscar congraciarse con diversos grupos políticos puede hacer perder de vista lo central. No se trata de ir a la izquierda o el centro: se trata de ir hacia abajo. Ir a las raíces. Esa interlocución directa con la gente se hace teniendo como centralidad las tareas del escenario. Discursivamente es clave apelar a ese centro. Al centro, pero del sentido común de la gente. Boric logró eso en la primaria y ahora es tiempo de amplificarlo. Las claves: transición verde, justicia social, desarrollo y feminismo. Un enclave de una nueva época en el sentido común de los(as) chilenos(as).
Contra la izquierda tradicional, hay que insistir que es del todo erróneo pensar que las recientes movilizaciones dieron lugar per se a la constitución de una actoría social lista para los cambios. La política es siempre una contingencia y el sentido común siempre está en disputa. Es clave la constitución de esa actoría a nivel político, que sea legítima, que sea transformadora y que dé garantías de éxito. Son importantes las señales de transformación, pero también de seguridad. Decía el conservador Chesterton que "el pueblo nunca puede rebelarse si no es conservador, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse". No se puede leer el estallido en forma en que la gente que salió a la calle sólo desea cambios radicales y se izquierdizó con la movilización. Hay muchos sentidos abiertos en octubre y que expresan una diversidad de malestares. Desde visiones más conservadoras a visiones más rupturistas. Es clave, en este sentido, ser capaz de tener un pie en esa lógica de certidumbres y otro en la lógica transformadora.
Por lo antes descrito es que la candidatura debe seguir insistiendo en su porosidad. Es un programa abierto y capaz de escuchar. Una certidumbre estratégica en tiempos de incertidumbres radicales. No se trata de "amarillismo" o de "irresolución", sino que se trata de saber convocar. Las señales deben ser cuidadosas, sobre todo hoy.
Contra el "centro" tradicional, la candidatura de Boric debe seguir siendo capaz de integrar a bases que apoyaron a la Concertación pero que hoy se alejan decepcionadas, y a la vez seguir marcando con claridad las fronteras ético-políticas que nos separan de las cúpulas concertacionistas. La decisión de alejarse de Unidad Constituyente, en ese sentido, fue correcta, pese a lo que dijeran las redes sociales en ese momento.
Aunque en la base existen grandes dirigencias de ese mundo, las cúpulas concertacionistas representan muchas de las cosas que no podemos ser nosotros y nosotras. La imagen de Peñailillo y la acción sobre el Servicio de Impuestos Internos (SII) retratan de cuerpo completo lo que significa parte de ese mundo. Acercarse a ellos es asimilarse. En tiempos en que la legitimidad está en duda, eso sería fatal.
La figura de Gabriel Boric avanzará más siempre que siga buscando representar lo nuevo. En la medida en que siga intentando ser más "arcilla que cemento", como señaló hace un tiempo. En la medida que convoque a más independientes. El camino no es fácil para llegar a La Moneda, sin embargo, si mantenemos una lógica de discurso plebeyo y alejado de los viejos moldes, más garantías tendremos de convocar y ser la representación política del nuevo tiempo que nos toca enfrentar: independiente, sin representación política definida y en busca de nuevos espacios que den certidumbres de transformaciones.