CRÓNICA| Librerías en pandemia: Con chaleco de fuerza para reinventarse al mundo digital
Trabajando en la investigación para la tesis de Magíster en Gestión Cultural que estaba cursando, decidí investigar si el librero cumple un rol mediador del libro y la lectura con el lector o futuro lector, en ese hermoso y romántico espacio de encuentro llamado librería.
Pensé que relevando las voces de las diez personas más preponderantes del sector del libro del año 2019 resolvería mi duda. Y así fue. Largas conversaciones, almuerzos y cafés con libreros y libreras, mediadoras de lectura, autoridades del Ministerio de las Culturas, dueños de grandes cadenas, franquicias y librerías independientes, más editores/as, autores/as e importantes celebridades del sector que han trabajado por años en la Política del Libro y la Lectura, arrojaron en eternas grabaciones todo lo que necesitaba saber. Incluso, genuinamente, sin prever que vendría esta catastrófica pandemia, les pregunté:
¿Cómo ven el boom digital en relación a la adaptación de las librerías?
Todos/as, con bastante displicencia e ironía, respondieron como si eso fuera parte de un futuro inimaginable, casi una pregunta tonta y absurda, pero que por iluminación divina pregunté. Aquí contaré cómo esos libreros, amantes de las estanterías repletas de libros, han tenido que ponerse un chaleco de fuerza reinventándose al mundo digital, porque sobrevivir es más importante que cualquier otra cosa, y las librerías bien lo saben.
No me quedó otra que invitarles nuevamente a responder mis preguntas porque toda la información levantada anteriormente en entrevistas, donde libreras y libreros contestaron con tanta convicción y vehemencia que jamás en la vida venderían sus libros en plataformas digitales, parecía una mala broma, al revisar en plena pandemia las redes sociales en que veía a parte de mis entrevistados en un rol de community manager, haciendo publicaciones en redes sociales y contestando DM en Instagram con total naturalidad.
Uno de ellos, el conocido y emblemático Sergio Parra, quien seguramente han visto en más de una oportunidad en Metales Pesados, ubicada en José Miguel de la Barra, una librería llena y con gran afluencia de público en el Chile pre-estallido. Entrar ahí es vivir en carne y hueso el oficio de un librero/a y, hoy, esa experiencia fabulosa de entrar, ver los mesones y vitrinas con novedades y tener un experto en recomendaciones de libros, se ha vuelto parte de un entrañable recuerdo, ya que la venta online ha tomado una velocidad que nadie visionó, y en lo particular, veo que se avecina un cambio donde las librerías y los usuarios nos transformaremos en un avatar, mutando la experiencia de entrar a una librería a un mundo virtual y al alcance de un solo click, cosa que no me deja de atemorizar.
Parra: "Nunca voy a vender online"
Sergio también respondió mi pregunta iluminada del boom digital, y sin titubear dijo en aquel momento: “…Yo nunca voy a vender online. No me interesa, yo acá conozco mi catálogo, vendo libros exclusivos y únicos, y pese a que me parece bien que exista la posibilidad de un boom digital, Metales Pesados no venderá nunca en una página web…”. Incluso el 8 de abril de 2020, en una larga entrevista que hizo el diario La Tercera a variados libreros y libreras de la RM le preguntaron al señor Parra: ¿No se suma a la venta online? Y nuevamente ratificó lo que me dijo en su librería, “No es lo nuestro, nuestro catálogo es más específico y nuestros lectores buscan otro tipo de experiencia”. Acto seguido, hoy Metales Pesados que se divide en librería y editorial, tiene instalada una rústica forma de venta vía correo electrónico con despacho a través de correos de Chile, ya que existe reticencia a cambiar su formato.
En una conversación reciente vía correo para preguntarle qué sucedía hoy, Sergio me aclara que el mundo está dividido en dos: la librería tiene página sin carro de compras, lo que según Parra le da otro carácter a la venta, ya que se genera un diálogo entre el cliente y el librero, permitiendo sugerir alternativas si es que el libro que se consulta no lo tienen o está agotado, cosa que no permite la compra solitaria con carrito en páginas más tecnológicas. Y, a través de la editorial venden los libros que editan de Filosofía y Artes Visuales en Linio, Buscalibre y otras plataformas de ventas online, pero no todo el catálogo de la librería. Algo confuso para quienes no entienden la distinción entre una cosa y la otra, pero sin duda importante para Parra quien destacó en nuestra última conversación que era importante precisar esta diferencia en el universo de Metales Pesados.
Mouat: Un verdadero pitoniso
Lo mismo ocurrió con Francisco Mouat, de la librería Lolita, quien más seguro que cualquiera de mis entrevistados dijo: “si algún día la venta online se convierte en algo importante, nos daremos cuenta, porque empezarán a no llegar a la librería”. Un verdadero pitoniso de la tragedia que se avecinaba, porque esta entrevista fue meses antes de comenzar la temida pandemia y, sinceramente, nada hacía suponer que las puertas de estos espacios culturales tendrían que cerrarse. Les iba tan, pero tan bien, que con un rico café en la mano me dijo: “el día que Lolita deje de ser viable como la librería que es hoy, la cerraremos... y sobre lo digital, nada, no es tema...”. Cosa que cambió abruptamente cuando lo contacté a comienzos de este año y al refrescarle la memoria sobre su respuesta, me dijo: “uffff, parece que me equivoqué” y hoy ya tiene más de 13 mil títulos de su catálogo para venta online.
Pero como bien dijo Mouat, “el tema es otro”, ya que esta necesidad de reinventarse develó problemas estructurales en el sector. Como ya vimos en los ejemplos anteriores, este camino ha sido forzado para algunas librerías, poniendo en jaque dos temas: el futuro y la existencia de las librerías independientes o temáticas, y la deficiencia de la profesionalización del sector. Aunque, ojo, una vez más, y como en tantos otros ejemplos, esto corre para algunos, ya que las grandes cadenas de librerías que operan como retail, están armadas desde siempre. Así lo confirmó el gerente general de la Feria Chilena del libro, Juan Aldea, cuando simultáneamente le envié nuevas preguntas a mis diez entrevistados el año pasado en plena cuarentena para saber qué estaba sucediendo con las librerías, y me respondió: “Nosotros estamos acostumbrados a vender online y nuestras ventas han crecido un 500%”. Leyeron bien, sí, un 500%, mientras los otros, los desprotegidos, luchan por sobrevivir con librerías semi-presenciales y la venta en línea.
[Te puede interesar]: VOCES| Pedaleo: Para mí el oficio de librero cambió completamente con la pandemia
Es cierto, nadie lo imaginó y menos presagió, y pese a las contradicciones de estos actores, hoy este y otros espacios culturales están en juego y simplemente se aplica el, “sálvese quien pueda”. Tanto así que la única ayuda que ofreció el Ministerio de las Culturas a las librerías fueron dos: Postular a fondos concursables donde librerías existentes podían acceder a recursos económicos para sostener sus catálogos, pero no para profesionalizarse; y un permiso, que luego de una batalla de meses, permitió el delivery de libros.
Entonces me pregunto… ¿Podrán amoldar su oficio a este chaleco incómodo e impuesto por la pandemia? Y, ¿volveremos a ver el circuito de librerías emblemáticas que solíamos visitar?
Por mi parte, me quedo con la tremenda posibilidad que tuve de registrar ese cambio histórico del antes y el después de las librerías, sin chaleco y con chaleco, y jugando a ser pitonisa, creo que no hay vuelta atrás, este sistema híbrido llegó para quedarse, y si no te ajustas, boom!, desapareces.