El peso de los treinta pesos y los treinta años:

El peso de los treinta pesos y los treinta años: "Primavera y demolición"

Por: Wilson Nanculef | 09.07.2021
Léase "Primavera y demolición" de Sebastián Diez Cáceres con la urgencia de una lectura de periodo, un análisis de la situación política de ese momento que signaron como 'estallido´. Que la alteración de la palabra nos desacostumbre al sobrevuelo de los helicópteros, para volver a pensar que un gran escape es posible.

En este imperio de la imagen, el poder comienza su mutilación por los ojos. Una pandemia mundial nos encierra en la pantalla. Un ministro de Salud confiesa en un matinal no tener conciencia de la magnitud de la pobreza y hacinamiento de la mayoría de la población. El presidente agradece. Las izquierdas se confunden en las derechas. Las derechas se alinean. Las izquierdas se dividen, como si la mitosis fuese la única estrategia de sobrevivencia. La revuelta se vuelve un nuevo punto de referencia en los discursos. Antes y después del 18 de octubre. Ya no solo la derrota del 11. Ya no solo esa primera Junta Nacional de Gobierno de un 18 de septiembre. Ya no solo ese relato de hombres blancos que fundan y salvan la República en un día al que llaman Independencia.

Santiago cambió de piel

El fin de la belle epoque hipster y la gentrificación se anuncia mediante registros visuales otros: denuncias, afiches, consignas, poemas de Pepe Cuevas, Elvira Hernández y Stella Díaz Varín. Las actas se envían por grupos de WhatsApp. Los memes convocan a las marchas como cada viernes. Para las feministas, el pañuelo verde –aborto libre, seguro y gratuito– se vuelve nuestra señal de reconocimiento, y en medio de la protesta, miles buscamos la forma de narrar el dolor desde cual se multiplica esta necesidad de exigir democracia en la calle, en la casa y en la cama.

Así las cosas, ¿qué escribir después de la revuelta de octubre? se hace una pregunta recurrente entre los cabildos, asambleas territoriales y talleres que se organizan dando lugar al grito común por una asamblea constituyente. Primavera y demolición de Sebastián Diez Cáceres nos trae la importancia del rito y la solemnidad de escribir en la revuelta, desde la revuelta, y no después: con ese ánimo reposado de quien se sabe con una vida por delante. Esta poética se construye –como señala Nelly Richard en un texto sobre la Operación Vuelo de Justicia– desde el valor mitológico de la ruptura que redefine, inauguralmente, el nexo entre pasado y futuro. Tuerce la palabra de la narrativa transicional, que logró dilatar sus plazos gracias a un régimen intermedio de signos que se desligan de toda urgencia histórica, de todo vigor pasional. Ese lenguaje resignado de lo calculable se pone en tensión.

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La revuelta toma su erótica en el festejo, y vivir con la muerte y la cárcel rondando dejan de ser parte del relato de una memoria visual fija. Se rebela a las figuras excepcionales, al estereotipo moral del hombre nuevo, al imperativo de la razón, a la caricatura militante, a la distancia entre lo personal y lo político, entre cabeza y cuerpo. La poesía no “está al servicio de”, sino que es historia social.

Para quienes heredamos esa mala costumbre de la nostalgia, como un modo de ser justxs o injustxs. Para quienes vivimos con las mismas dudas setenteras. Para quienes por o pese a todo ello, pensamos en un motor otro de la historia, desanclado del parricidio como sinónimo de progreso. Para quienes desde estos pueblos cíclopes, aún nos preguntamos por el olor y el gusto de la revolución, aunque todo esto suene muy pasado a película.

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Léase Primavera y demolición con la urgencia de una lectura de periodo, un análisis de la situación política de ese momento que signaron como “estallido”. Que la alteración de la palabra nos desacostumbre al sobrevuelo de los helicópteros, para volver a pensar que un gran escape es posible. Que el peso de los treinta pesos y los treinta años que ya son más de quinientos, no termine en ese museo de rostros sin nombre, que nos presentaron como “memoria”.

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