TV| La torre de Mabel: Funas, celos, sexo y marihuana
La clásica comedia de equivocaciones aplica la fórmula tradicional chilena para las teleseries, sin mayores sorpresas en su propuesta visual o banda sonora. No obstante, a todas luces la ola feminista se permea dentro y fuera de cámara. Entre sus líneas se oye el temor a las funas por acoso sexual y en el ámbito de la realidad virtual y redes sociales, pesa la polémica acusación de violencia intrafamiliar contra el actor Luis Gnecco, quien tiene un papel secundario y acusó el golpe a su trayectoria laboral y credibilidad entre parte importante de la audiencia a la que va dirigida. Esta generación ya no acepta normalizar ningún tipo de violencia, pero a la vez la ejerce en la red sin compasión.
En una jaula de oro
El elenco predominantemente femenino está encabezado por Paloma Moreno, quien interpreta a Mabel, esposa de Vitacura entregada cien por ciento a la crianza, presa en una jaula de oro. Se plantea entonces el dilema entre el control económico versus la autonomía: continuar la vida con todos los lujos a cambio de perder espacios de libertad y crecimiento personal. La orden de no pago para los cheques de sus estudios de publicidad gatilla su rebeldía. Un pálido reflejo de lo que viven mujeres con mínimos recursos.
Los celos y la neurosis son aporte de Gaspar, el marido, y su prima Laura, interpretados por Álvaro Espinoza e Ignacia Baeza. Ambos plantean un asunto vox populi en Chile: las relaciones amorosas entre primos en la clase alta y la tendencia a la endogamia en ciertos sectores de nuestra sociedad. Eternos amigos íntimos. Un tópico tabú para muchas familias chilenas. El tono exagerado de las actuaciones le resta profundidad al tema y lo hace más liviano de digerir. Laura encarnada por Baeza es la intrigante en esta historia, asumiendo las tareas de amiga viperina y traidora para ambos bandos.
Blanca Lewin y Elisa Zulueta interpretan a Pandora y Soledad, las nuevas amigas apañadoras que también necesitan dinero extra para sus intereses. A Pandora, los malabares económicos no le alcanzan para sostener ni su café ni los aranceles de su hijo, estudiante de Medicina en una universidad privada. Soledad también anda en busca de mucho dinero para el tratamiento de fertilización que desea. De ahí la necesidad de emprender juntas un motel clandestino. Y a pesar de que el escenario es anterior a la pandemia, el rol de la limpieza y las vicisitudes con los infaltables conserjes impertinentes son más protagónicos que los encuentros amorosos de los usuarios del motel, ¿por qué tan poca piel?
Violencia digital
Mabel es expulsada del paraíso a raíz de un video viral que se convierte en la excusa para perder la potestad de sus hijos. La parte más comprometedora del video es grabada sin su consentimiento y además la drogan para filmarlo. De ahí la humillación pública para ella, sus hijos y marido. Mabel, no solo se ve expuesta al escrutinio de propios y extraños; también recibe el castigo del cónyuge ofendido quien, para proteger su honor, exige el divorcio y demanda la tuición exclusiva de sus hijos. Violencia digital que, de ocurrir en la realidad quedaría impune en Chile, pues aún no se aprueba una legislación que condene la exhibición de imágenes eróticas sin el consentimiento de sus protagonistas, como la Ley Olimpia en México.
El temor al escrutinio público golpea fuerte en tiempos de activismos y celulares. En el caso de Luis Gnecco, la acusación de violencia intrafamiliar no solo le ha significado la cancelación de su participación en Got Talent y la campaña de yogurt, también el rechazo a su papel en La torre de Mabel. Incluso las opiniones han devenido en amenazas de muerte contra su hija mayor, según declaraciones del propio Gnecco, quien llamó a cuidar la integridad de sus hijos. El gremio, en cambio, está dividido entre actrices, directores y actores que apoyan la vía legal y otros que condenan tajantemente los hechos descritos en la acusación. Entonces, replicar la violencia para condenar un acto violento solo perpetúa el fenómeno. Los hijos, en este caso, requieren de protección social, no de agresiones gratuitas.
Sexo y marihuana
El escenario prepandémico se observa con cierta nostalgia, las caminatas nocturnas antes de la pandemia de COVID-19, sin mascarillas y con toda la cercanía social se extrañan: necesitamos con urgencia recuperar la noche.
Hasta el momento, la promesa de una historia candente se enfría, el sexo entre los usuarios del clandestino queda relegado a un segundo plano y las principales escenas son más pícaras que eróticas.
En cuanto a la marihuana, Malucha Pinto interpreta a Marcela, una antigua empleada doméstica, dueña de un indoor. Mantiene estos cultivos para contar con una entrada extra de dinero, ya que la pensión no le alcanza. Realidad nacional.
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Como leit motiv de cada capítulo están las largas filas para subir a los ascensores siempre llenos, las reparaciones permanentes y los conserjes impertinentes y abusivos de su poco poder, símbolos de las grandes torres de departamentos y sus problemáticas cotidianas.
La nueva realidad requiere incorporar herramientas narrativas y audiovisuales de última generación, como stop motion, ilustración, ángulos nuevos y, sobre todo, osadía. Buen tema y pobre explotación del mismo, hasta su primera semana de difusión. Se sugiere subir la temperatura ahora que empieza el invierno. De no ser así, quedará como un testimonio póstumo de la vida prepandémica.