1 de mayo, en voz femenina
¿Quién va a cuidar a tus hijos si quedas en este trabajo? Si eres mujer, ¿por qué estudiaste tanto? ¿Con qué redes de apoyo cuentas? Si tu príncipe azul se cambia de ciudad, ¿te vas a ir con él? ¿Tienes planes de embarazarte luego? ¿En qué trabaja tu marido? Estas preguntas son algunas de las más repetidas si conversas con mujeres que han estado en algún momento de sus vidas en una entrevista laboral. Como podrán apreciar quienes están leyendo estas líneas, ninguna de esas interrogantes tiene que ver con las competencias, la capacitación o la experiencia acumulada necesaria para cumplir con alguna labor. Esas consultas difícilmente se las hacen a nuestros pares masculinos y lo que también nos contraría es que estas preguntas las hacen indistintamente en procesos de selección del sector privado como en concursos públicos.
Si resultamos favorecidas con ser la elegida, se abre una realidad que muchas veces no es lo auspiciosa que quisiéramos. Chile es uno de los países donde existe una mayor diferencia salarial entre hombres y mujeres; según la OCDE, la brecha salarial es de 21,1%. El promedio del bloque es de 14,3%. Si bien es cierto que nuestro país cuenta con una Ley de Igualdad de Remuneraciones, la cifra aportada por la Corporación Humanas indica que a la fecha no se han presentado más de 30 denuncias desde su promulgación en el año 2008. Durante el debate constitucional previo a las elecciones del 15 y 16 de mayo, se ha sostenido que uno de los principios rectores que se debiera incluir en la Constitución es la proscripción de cualquier forma de discriminación hacia la mujer. Quienes defienden la Constitución actual señalan que basta con la igualdad ante la ley que ya está consagrada, pero en materia de remuneraciones tenemos un claro ejemplo en el que se legisló bajo la Carta Magna del 80, sin embargo, la ley no se aplica.
En el año que llevamos de pandemia se ha implementado una suerte de teletrabajo en los hogares de quienes pueden hacerlo de acuerdo a las tareas que desempeñe. A eso las mujeres hemos debido sumar el trabajo doméstico y de cuidado, que nunca ha sido repartido de forma equitativa, cayendo en una espiral de cansancio, estrés, sobreexigencia y frustración porque, hay que decirlo, las condiciones laborales como el horario no han sido adaptadas esta nueva realidad. El viernes recién pasado, varias organizaciones de docentes realizaron la protesta virtual que se denominó #pantallasapagadas, manifestando lo precario que se ha vuelto su vida por tener que cumplir las exigencias de impartir sus clases en modalidad virtual; la presión que ha ejercido el Ministerio de Educación para el retorno a las clases presenciales a pesar de que estamos en plena segunda ola y el cuidado de sus propias familias y hogares. Como madre y activista feminista, me consta que muchas veces a los estudiantes se les facilita hasta el número de teléfono personal de la profesora con tal de ayudar en el proceso educativo.
¿Qué pasa con aquellas mujeres que han renunciado a sus trabajos para dedicarse al cuidado de sus hijos e hijas? Es de público conocimiento que hemos retrocedido diez años en las cifras de inserción femenina en el mercado laboral. Ese es un número, pero lo preocupante son las mujeres detrás de esa cifra, muchas de las cuales han renunciado porque no tenían alternativa. Con un gobierno que está en crisis, un Ministerio de la Mujer que no se ha hecho oír sobre este tema como en tantas ocasiones anteriores, nos ha quedado tejer nuestras propias redes y levantar la voz a través de Maternidad Digna Chile y Postnatal de Emergencia grupos que en redes sociales han acompañado y orientado a miles de mujeres, además de visibilizar la realidad que nuestras instituciones parecen no ver. Ante un escenario incierto de fin de la pandemia y de la crisis social, económica y política que enfrenta nuestro país, debemos seguir articuladas y activas para dejar atrás las inequidades y discriminación laboral, un paso importante es votar informadas e informados por candidaturas que busquen iniciar desde su vereda ese tránsito a un país más justo para las mujeres trabajadoras.