Hace años me contaron algo como una anécdota divertida. Se trataba de la bisabuela de una persona de clase alta. Ella decía "no es bueno que los pobres lean los diarios porque se van a alzar". La señora en cuestión había vivido a fines del siglo XIX y comienzos del veinte.

Esto que parece tan distante y anacrónico en el presente, ¿lo es?

La reacción de ciertas personas de derecha, jóvenes algunos, respecto a una entrevista realizada a Mauricio Hernández Norambuena (FPMR) que cumple condena en la cárcel por el asesinato de Jaime Guzmán (UDI) me recordó ese comentario.

Los argumentos esgrimidos son varios:

Que un medio de TV estaría haciendo una apología a la violencia al dejar hablar públicamente a Norambuena, o que es inaudito que un reo sentenciado como autor intelectual de un asesinato dé una entrevista. Se estaría incitando al odio al escucharlo o incluso sería ilegal, porque fue un acto no autorizado.

Pienso que nadie tiene derecho a decir qué deben o no deben conocer los demás. Si se trata de un hecho público, no solo es un derecho sino un deber estar informados. La información no solo ha de ser completa y veraz, también es vital que sea oportuna. 

Por eso la reacción airada de un sector que nos piensa incapaces de tomar decisiones y muy sensibles de ser influenciados. Especialmente ahora, en proceso de la redacción de una nueva constitución, cuando se trata de arriarnos al corral adecuado. No vaya a ser que nos distraigamos al escuchar un discurso tan subversivo y se vaya a la punta del cerro el trabajo cuidadoso realizado por décadas.

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Parecen no entender que no se trata de seducirnos por caminos violentos, sino de las razones que llevaron a tomarlos. No se salva Norambuena, pero menos quienes nos gobiernan. Es este último sector el que protagonizó uno de los períodos más brutales, haciendo no solo apología de la violencia: ellos la consumaron. Y lo siguen haciendo. Sin embargo, reaccionan aterrados cuando un hombre, encerrado bajo cuatro llaves, nos cuenta sobre las razones que tuvo para pararse en determinado lugar de la historia.

Un testimonio, una noticia, una expresión, puede ser omitida, silenciada, tergiversada, pero tarde o temprano, si su contenido nos atañe como sociedad, saldrá a la luz. Así acaba de pasar con la noticia del presidente y su firma de un decreto para favorecer sus inversiones, y a la pasada, usar nuestros ahorros previsionales para dar apoyo financiero a la cadena de casinos Enjoy. Hecho investigado por la comisión correspondiente de la Cámara de Diputados y denunciado a Contraloría. 

Es responsabilidad nuestra lo que vamos a hacer con ello. Si vamos a ser parte de la comparsa que sigue ciega al flautista que nos lleva al despeñadero o vamos a querer saber más para entender mejor. 

Despertar se trata de volvernos lúcidos/as

Libertad es el derecho a decidir y a elegir el camino que más nos interprete. Lo otro es declararnos incompetentes, aplicar la autocensura al creer el argumento de nuestra propia incapacidad, por temor a la propia rebeldía. Es valerse de la calificación desprestigiada de lo político para temas que comprometen nuestra vida cotidiana, ese día a día que nos asfixia. Como si política se tratara de algo de otra galaxia, que deciden seres superiores.

La responsabilidad está en nuestras manos. Existen los medios, las redes, las y los profesionales serios dedicados a entregarnos la información. Depende de nosotros y nosotras. No desperdiciemos tremenda oportunidad y que se cumpla la profecía de la bisabuela: "si saben, van a reaccionar".