Estreno de "Orquesta de señoritas" en Teatro Oriente: Todo se ha vuelto demasiado frágil
Había un cierto aire de fragilidad al asistir, luego de muchos meses, a una obra en una sala teatral. Fragilidad porque ese momento largamente esperado, que recuperaba el convivio irrepetible entre actores y público, podría acabarse en cualquier momento por culpa de los rebrotes, los anuncios, la mala planificación.
Ese sentimiento de pender de un hilo sobrevoló la función de estreno de Orquesta de señoritas en el Teatro Oriente, el pasado viernes 26 de febrero. A pesar de la alegría por asistir a esa primera función, la cautela dominaba el ambiente, recordando también la dramática precariedad en que se ha visto sumida la actividad desde marzo del 2020. Costaba sacudirse de ese telón de fondo, pese a los esfuerzos de la producción de la Corporación Cultural de Providencia para dotar de brillo y espectacularidad al montaje.
Porque a diferencia de otras obras vistas recientemente por plataformas, que privilegiaban elencos acotados, escenografías casi inexistentes y una austeridad de forma y fondo bastante manifiesta, en Orquesta de señoritas todo era “teatral” en el sentido más amplio del término. Un diseño escenográfico y de vestuario de grandes dimensiones (a cargo de Pablo Núñez), música original del compositor Miguel Farías y un elenco de actores experimentados como Willy Semler, Tomás Vidiella y Luis Gnecco, entre otros, dirigidos por Álvaro Viguera.
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Vistas así las cosas, el montaje del francés Jean Anouilh llamaba a ser casi una fiesta, una celebración del regreso a las salas, un “nacer de nuevo”, como apuntó un actor del elenco. El tono de vodevil decadente de Orquesta de señoritas, una banda musical femenina que anima a los pasajeros de unos baños termales, refleja el momento en que está ambientada (la Francia de posguerra) y parecía un tema adecuado para alivianar tensiones, dotar de espíritu positivo a lo que viene y con un aura de prestigio artístico que siempre se agradece.
Pero el montaje se vio contenido, con una falta de espesor dramático que convirtió a la función en un espectáculo frío, de poco nervio. El público de esa primera función, profesionales de la salud que fueron homenajeados por la producción, se mantuvieron distantes, poco compenetrados con la ácida visión y comentarios de los personajes.
Pero más que la obra en sí, fue la realidad la que se encargó de colarse por las rendijas de ese decorado operático, casi como un presagio de ese tono crepuscular de fin de fiesta del texto de Anouilh. Como un cruel gesto del destino, el contagio de un integrante del equipo obligó a suspender la segunda y última semana de funciones, con todas las entradas disponibles agotadas, y nos devolvió de golpe a esa fragilidad que la mayoría de las veces, no queremos ver.
Salas de teatro castigadas
El lunes, el retroceso del Plan Paso a Paso en la comuna de Santiago había suspendido una vez más la esperada reactivación de las salas, justo cuando se había estrenado el sábado 27 la obra instalativa Una hija, en el GAM, despertando vez más a esos fantasmas que, bien lo sabemos, nunca se han ido y están ahí, agazapados para regresar al menor aviso.
Nuevo cierre. Regresa la incertidumbre y los miedos de una comunidad ya demasiado golpeada. Solo queda como única bandera de lucha la programación del Anfiteatro Bellas Artes, que por haber sacado su toldo ofrece funciones presenciales al aire libre, única forma de cumplir los protocolos sanitarios en fase 2.
Las salas de teatro, castigadas con un celo excesivo por parte de la autoridad (comparado con malls, casinos y otros eventos masivos permitidos), se habían preparado por meses cumpliendo las exigencias sanitarias, con aforos que no permiten la más mínima rentabilidad, y pese a la adversidad estaban preparando una cartelera muy atractiva para las próximas semanas, con el estreno de la postergada Las palmeras salvajes, Granada y Nadie nunca va a llorar por mujeres como nosotras, entre otras.
Por ahora, solo cabe esperar que Orquesta de señoritas retome sus funciones (no hay fechas aún), considerando que Providencia se encuentra en fase 3. Eso podría ser pronto, pero como sabemos, todo se ha vuelto demasiado frágil.