"Hace más de doce años que no sale un crack del fútbol chileno": cronista deportivo arremete contra La Roja
“Hay una diferencia notoria de actitud entre el comentarista deportivo y el cronista", sostiene Roberto Merino en el prólogo del libro, situándo a Badal entre estos últimos, un autor que a través de sus crónicas habla del deporte, pero también de la condición humana”. Conversamos con el escritor y editor, quien ha publicado anteriormente los libros Maratón, El espectáculo de la hípica en Chile y Club Hípico de Santiago: 150 años de historia.
-¿Cómo surgió la idea del libro?
-Soy un tipo muy apasionado por el deporte. Desde chico. Y si tengo televisor en mi departamento se debe únicamente al fútbol, el boxeo, el tenis, el atletismo y otros deportes. Sin estas disciplinas, obviamente me desprendería de la tele y me dedicaría exclusivamente a leer, que es otra de mis grandes aficiones, sobre todo ficción. Leo mucho, siempre buena literatura. No se puede escribir bien si no has leído mucho. Escribí el libro simplemente porque tenía tiempo para hacerlo. Tiempo, conocimiento y gusto por la materia y, bueno, cierta habilidad para escribir en forma fluida y amena. Al menos eso consideró Roberto Merino –el mejor cronista que hay en la actualidad– cuando le pasé las crónicas para que hiciera el prólogo. Espero que no lo haya hecho porque soy su amigo (risas).
Un fútbol progresista
-El libro tiene 54 crónicas, de diferente extensión y sobre distintos deportes. Pero más allá de esto, es muy claro que no hay una unidad, es decir, son bastantes disímiles. Algunas recrean ciertos eventos históricos del deporte, otras más bien hacen hincapié en los aspectos técnicos, varias responden a experiencias personales…
-Cierto. Hay algunas elaboradas a partir de material totalmente empírico. Eventos que ocurrieron y los recreo. La tercera pelea entre Ali y Frazier, considerada la más brutal de la historia; las protagonizadas por Leonard, Durán, Hearns y Hagler, los cuatro fantásticos de la década del ochenta. O el combate entre James Jeffries, la “Gran esperanza blanca”, y el entonces campeón mundial de los pesos pesados, Jack Johnson, “El gigante de Galveston”, efectuado el año 1910 en el día de la Independencia de los Estados Unidos, 4 de julio, en Reno, Nevada, cubierta por Jack London para el New York Herald y que se suponía recompondría el orgullo blanco, pues un año y medio antes Johnson se había convertido en el primer boxeador negro en lograr el título de los pesos pesados. Este encuentro fue el primero en la historia en ser anunciado como “El combate del siglo” y su cobertura alcanzó ribetes extraordinarios para la época, el primer circo mediático en la historia de este deporte. La crónica acerca de Sócrates, jugador de gran elegancia e inteligencia en la cancha y uno de los fundadores de la democracia Corinthiana, un movimiento inédito en el fútbol mundial y desarrollado en plena dictadura brasileña. El match por el título mundial de ajedrez entre Kárpov y Korchnói, realizado en 1978, en Baguio, Filipinas. Una batalla épica que duró tres meses, un duelo tildado por la prensa como “La guerra fría librada en el tablero”, cuestión que así fue, pues el campeón, Kárpov, era el ahijado y el protegido del régimen soviético y Korchnói, el retador, había renegado de él, desertando a Suiza unos años antes. Una partida que tuvo de todo, llena de intrigas y de anécdotas sabrosísimas.
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También hay crónicas que revelan ciertos hitos modernos, como el club St. Pauli de la segunda división alemana, de Hamburgo, el más progresista del mundo, cuyos estatutos oficiales prohíben tajantemente el racismo, la xenofobia, el fascismo, el sexismo y cualquier conducta discriminatoria y que tuvo durante diez años como presidente a un productor teatral abiertamente gay. También hay crónicas sobre el atletismo, como la que hace referencia al abrumador dominio de los keniatas y etíopes en las pruebas de gran fondo, especialmente la maratón. O sobre las nuevas funciones de los arqueros, convertidos en los primeros agentes de lo que hoy se llama la “salida”.
La deplorable gestión de los clubes chilenos
-Están aquellas otras en las que criticas abiertamente la gestión en determinados deportes.
-Sí, principalmente respecto al fútbol chileno, que hoy atraviesa por un momento muy malo, diría deplorable, especialmente debido a la pésima gestión de los clubes en las divisiones inferiores. No han salido jugadores talentosos, y eso se refleja en el campeonato nacional. Se habla de renovación, pero ¿con qué recursos humanos? En el torneo nacional las figuras de la cancha son en su mayoría jugadores veteranos y cerca de colgar los botines. Fíjate en el caso de Chupete Suazo, que incluso estaba retirado. ¡La Serena hoy se está salvando del descenso gracias, en gran parte, a Chupete, que tiene más de cuarenta años!
Las sociedades anónimas están haciendo un pésimo trabajo en las divisiones inferiores, que es un área clave en la industria del fútbol. Hace más de doce años que no sale un crack del fútbol chileno. El último fue Alexis. ¿Por qué entonces la Roja debería clasificar a Catar? Y te digo esto porque hay algunos periodistas que insisten en criticar el trabajo de Rueda sobre la base de que el colombiano no ha sabido sacarle el jugo al “rico y generoso” recurso humano de que dispone. Una falacia monumental. ¡Si el pobre Rueda ha tenido que ir a buscar a Noruega, Estados Unidos o donde el diablo perdió el poncho a un delantero que acompañe a Alexis en el ataque! Del medio hacia adelante, salvo los de siempre, no hay nadie. Hay unos pelotudos que se olvidan que sobre los esquemas tácticos y técnicos están los jugadores, es decir, el talento para jugar al fútbol. Y hoy Chile carece de ese talento.
¿De qué sirve un planteamiento con un delantero centro y dos tipos por las bandas si ambos extremos, además de ser lentos, son troncos? La verdad es que en Chile hay muy buenos periodistas deportivos, pero también hay algunos realmente pelotudos, y que no tienen la más puta idea de lo que es el fútbol moderno. En vez de criticar el trabajo de Rueda en la selección, el periodismo deportivo debería hincar el diente en la horrible y deplorable gestión de los clubes chilenos en las divisiones inferiores. Ellos son los encargados de promover talentos para sus respectivos clubes y, por ende, para la selección. Y no lo han hecho en absoluto.
-También hay crónicas de carácter más personal, experiencias vividas en torno al deporte.
-Este género, el de las crónicas, te permite gran libertad; te facilita, en el caso del libro del que estamos hablando, asociar el deporte con experiencias propias; con la literatura, la economía, la política, la sociedad, etcétera. Te permite también divagaciones filosóficas y especulaciones aleatorias. Y todo ello con soltura de cuerpo, sin pretensiones por alcanzar la verdad. Un juego que combina la información empírica, el conocimiento sobre la materia, el gusto y placer por ella, y una escritura que transita por senderos amables. Esa es la tónica del libro, por lo demás.
-Aparecen varias crónicas relativas a la hípica.
-Sí, no podían faltar, pues desde los seis años que asisto a los hipódromos. Es una actividad que no solo conozco muy bien, sino que me sería difícil residir en una ciudad que no tuviese un hipódromo. Soy fanático de la hípica y, por cierto, soy un apostador hípico. De hecho he escrito un par de libros sobre la hípica, más que nada para darla a conocer en toda su dimensión, pues se trata de un deporte sumamente emocionante y estético, una industria compleja, de riquísimos matices. Por otra parte, es el deporte más antiguo de Chile. Tiene más de 150 años. De hecho termino el libro con un cuento a propósito de la apuesta hípica. Un desliz editorial, por cierto, pues el libro es de crónicas, pero mis amigos que conocían el cuento me obligaron a ponerlo, pues, según ellos, el relato retrataba a la perfección la apuesta hípica.
Fútbol, bares y feminismo
-Hay una crónica bastante curiosa en que inventas un spot de cerveza.
-Bueno, el género crónica te facilita una gran libertad, que debes plasmarla con simpatía, imaginación y una escritura apropiada. Lo del spot se me ocurrió por una cuestión obvia: todos los spots de cervezas en Chile durante las transmisiones de fútbol son iguales, y se resumen en un grupo de personas celebrando un gol. Un motivo repetido hasta la saciedad. Y escribí entonces un guion distinto: un tipo que se levanta de la mesa del bar con el ánimo de abordar y seducir a una mujer estupenda que está en la barra, sola, viendo un partido de fútbol. Y para ello el tipo se pone a hablar de fútbol, del partido que la mujer está viendo, pensando que sus comentarios podrían atraer la atención de ella. Pero el tipo no sabe con la chichita que se está curando, pues la mujer sabe mucho de fútbol, muchísimo más que él, y le da una verdadera lección –a partir de un lenguaje muy técnico sobre la materia–, y finalmente le dice que no la latee y que vuelva a su mesa. Un spot feminista, por cierto.
-Finalmente, el título, de Var en Bar: crónicas deportivas, ¿de dónde surgió?
Lo de crónicas deportivas tenía que ir, por razones obvias, pues de eso se trata el libro. Y bueno, el Var está todos los días presente hoy en el fútbol (para bien o para mal, habría que decir), y el otro, el con B, siempre lo tengo presente, aunque con el bicharraco de mierda ya no es lo mismo. ¡Ya no hay bar! Una lástima, pues los bares –los de verdad, aquellos que no te obligan a consumir algo sólido para servirte un trago, que tienen una generosa barra de madera noble y que no te importunan con música mala, como el burdo reguetón, por ejemplo– son elementos de primera necesidad en una ciudad culta que se precie de tal. Permiten darle rienda suelta al espíritu. Pregúntales a los ingleses…