VIDEO| MaríaBasura, pornovándala chilena que incomoda en Europa: "No hay que abolir el porno, hay que rehacerlo"
Esta “sudaca” de tomo y lomo, se considera a sí misma una “monstruosidad feminista, antifascista y anticolonial” que se ha paseado por varias ciudades del viejo continente, levantando el proyecto Fuck The Fascism en un camino que ha sido duro pero que poco a poco obtiene sus frutos y reconocimiento.
Activista del trabajo sexual y el pornovandalismo, nos cuenta en esta entrevista sobre su último paso por Chile, previo a la pandemia y en plena revuelta popular. Por qué ama toda forma de provocación, tomando el sexo y el porno como herramientas de acción política y nos habla del morbo que la llevó a investigar la vergonzosa, violenta y abusiva historia no oficial de los personajes dignos de estatuas y bustos, que hoy terminan siendo trastocados por sus performances.
-¿Cómo comienzas a ser activista del trabajo sexual? ¿Cómo te involucras en el mundo del porno?
-Siempre he sido buena para desnudarme en todas partes. Siempre hacía acciones, a veces por puro gusto. Recuerdo cuando me fotografía mostrando las tetas frente a la iglesia de La Tirana, donde recibí muchas críticas, incluso de otros artistas. Pensé que si de verdad me estaban criticando, era porque realmente todavía se necesitaba mostrar tetas. Quiero provocarlos, pero porque sé que mi comodidad con mi desnudez, a ellos les incomoda. Les incomoda mi libertad porque ellos son los reprimidos.
Trabajé en café con piernas cuando había terminado la escuela de teatro. No quería ponerme a trabajar de garzona o camarera porque es como el cliché de los actores. Existe esa dignificación de sacarse la chucha o ser explotado para que el dinero valga. La otredad de tener goce a partir de lo que se hace y trabajar poco, aunque el trabajo sexual es mal pagado en Chile, no es lo mismo que en Europa. A una se le invalida mucho en otras facetas, es como si solo fueras trabajadora sexual y nada más, como si no pudieras hacer otras cosas como cualquier otra persona. Entonces, pasa que las abolicionistas ocupan mucho este juego de confundir a las personas, que “trata de blancas” es lo mismo que la prostitución. Tiene muchas aristas, no todo es bonito, como en cualquier trabajo. Creo que si no te gusta el trabajo sexual, no lo ejerzas; no veas pornografía, porque ahí también hay trabajo sexual. Es una hipocresía esa aversión al trabajo sexual, es un reflejo de cómo te molesta la libertad de otra persona.
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-¿Cómo es que el porno y la sexualidad adquieren un cariz político? ¿Está surgiendo una forma de unir estos conceptos para convertirlos en una herramienta política?
-Desde la sexualidad nos empoderamos. Nos imponen roles de género. La forma en que la pornografía heteronormativa nos enseña el sexo, ha hecho mucho daño. Pero no hay que abolir el porno, hay que rehacerlo, resignificarlo, recodificarlo a partir de las disidencias. Mi manera de ver el colonialismo es a través de un punto de vista pornográfico, porque el acto primario del colonialismo fue la violación. Cuando ves la minería, es un fist fucking no consensuado hacia la tierra; todo eso es pornográfico. Nosotros mismos, las personas que habitamos esos territorios, somos producto de una violación sistemática.
https://youtu.be/GzpuWSsq6nU