Autor de libro sobre el Negro Palma: "Nadie se levanta una mañana queriendo dispararle a alguien o buscando quemar micros porque sí"
Tomás García (1995) no se tomó una selfie con el Negro Palma, tampoco tiene el registro de su voz. Solo conserva fotos de las estaciones de metro en París donde en segundo plano se distinguen los cafés en los que quedaban de encontrarse, muchos apuntes y un libro.
La figura de un frentista escapando de la Cárcel de Alta Seguridad en un canasto que colgaba de un helicóptero cautivó a muchos. La clandestinidad sumada a la fuga no hizo más que acrecentar el mito. Para la generación que creció en la posdictadura este joven que llegó a matar "en pelota", como dice él mismo en el libro, resulta clave para comprender la particular Transición chilena que recién ahora comienza a llegar su fin. Esto es lo que conversamos con El Negro Palma: Retorno desde el punto de fuga.
Vivir enmascarado
-¿Qué te animó a hacer tu tesis en torno a la figura de el Negro Palma?
-Vengo de una generación que participó el 2011 de las movilizaciones estudiantiles, y en ese encuentro era inevitable revisar la historia del país. Había experiencias previas de organización, también de respuesta a la brutalidad policial y alternativas para exigir justicia. Creo que Ricardo Palma Salamanca encarna un momento histórico que a muchos y muchas nos estremecía. Con el tiempo recuerdo haber escuchado en boca de un amigo que Palma se había operado el rostro y vivía escondido en algún país. No pude creerlo, me pareció de película.
Desde ahí comencé a preguntarme sobre el significado de vivir ‘enmascarado’, oculto como un fantasma, pero tan presente al mismo tiempo en nuestra historia reciente. Mal que mal en sus manos carga una serie de acciones que hasta el día de hoy discutimos y traemos a la memoria. Su aparición en Francia en 2018 revivió esas interrogantes y me invitó a resolverlas. La única y gran diferencia era que la investigación esta vez no podía sustentarse en el relato de otros. Palma Salamanca tenía que hablar. Y ese fue el mayor desafío.
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-¿Cómo lo conociste y sobre todo cómo lograste convencerlo para realizar esta serie de entrevistas que en un primer momento eran para tu tesis?
-Semanas después de que el Negro apareciera en Francia, me contacté con su familia. Con ellas había trabajado algunos reportajes y crónicas para la universidad, entonces nos conocíamos. Les presenté la idea, les llevé una crónica que escribí sobre la fuga de la CAS para este mismo medio y les pedí que se la entregaran para que la leyera. Semanas después me comentaron que Ricardo la había revisado y dicho que era "un trabajo humilde y sincero" sobre esa hazaña que él también había escrito.
Lo que vino después fue generar la confianza en sus amigos y familiares, finalmente fueron ellos y ellas quienes le hablaron sobre el proceso de investigación que estaba llevando adelante, además de un par de cartas que le hice llegar. Ahí le comenté sobre mi interés por contar su historia y también mis motivaciones. Entonces, confió en el proyecto y tomamos contacto días antes de que yo viajara a Francia. Por esas casualidades de la vida llegué exactamente el mismo día en el que la justicia francesa le negó la extradición a Chile, así que estuve allí cuando pudo lanzar, quizás, el primer suspiro de alivio. Parte de de eso puede leerse en el libro.
De café en café en París
-Cuéntanos un poco sobre estas reuniones, ¿dónde se reunían y en qué contexto se realizaban esos encuentros?
-Luego del veredicto de la justicia francesa, en enero de 2019, nos fuimos a un café junto al grupo de apoyo por el refugio humanitario. Después de hablar un poco y cuando la gente se empezó a ir, el Negro me dijo que nos viéramos al día siguiente en la Plaza de la République. Ahí partieron las entrevistas. La mayoría de los encuentros se realizaron en cafés –hay demasiado y para regodearse en París–. Fueron conversaciones largas de cerca de tres horas donde pudimos profundizar en diferentes dimensiones de su vida. Desde la militancia hasta la prisión, su juventud y parte de lo que fue su vida en México. También las reflexiones políticas, cuestión que me interesaba mucho conocer.
Me pareció que el Negro tenía muy bien pensada sus respuestas, pero muchas veces logré entrar por otros lados para profundizar en lo que me decía. Y la verdad me preparé mucho para eso, ya me habían contado cómo era él. Pese a todo, tuvo una muy buena disposición y me transmitió que confiaba en el trabajo que estaba haciendo, así que eso distendió también la conversación. Todo lo que me dijo tuve que apuntarlo, no me dejó grabar. Fue un desafío anotar lo que me decía y a la vez recordar con detalle su relato. Creo que nunca antes había estado tan despierto y atento. Apenas me separaba de él tomaba la grabadora y me autocontaba lo que me había dicho.
-¿Cómo fue el proceso de convertir esta tesis en libro y quiénes te apoyaron y alentaron en este proyecto?
-Defendí mi tesis en enero de este año y ahí la recomendación de mis profesores y profesoras evaluadoras fue dejar un rato el texto para despejar la cabeza. Después de meses volví a releerlo y me hicieron mucho sentido sus comentarios, además de otras opiniones que solicité para nutrir la investigación. Con todo eso, me lancé a revisar, incorporar otros elementos de las entrevistas que habíamos tenido con Palma Salamanca y pulir la narrativa. Cuando estaba más o menos listo ese trabajo le presenté a Ceibo Ediciones el proyecto y se entusiasmaron. Su colaboración e interés fue sin duda el gran motor que impulsó el libro, además de los buenos comentarios de mis cercanos que confiaron en la investigación.
El héroe al hombro
-¿Qué otras fuentes consultaste?
-Hay harta fuente bibliográfica y documental porque me interesaba graficar que la vida de Palma está cruzada por un contexto social y político. Pensar al Negro fuera de la historia es un despropósito. Nadie se levanta una mañana queriendo dispararle a alguien o buscando quemar micros porque sí. Son las experiencias límites, incluso el horror de los criminales de Estado, lo que empuja a un joven a tomar las armas.
En el libro hay mucha información, sobre todo del proceso de Transición a la democracia. Las decisiones que tomó la Concertación, la seguridad y persecución a los ‘jóvenes rebeldes’ de la época y también las intenciones equívocas –o no– de una organización que leía la realidad desde otra óptica, muy ajena al discurso democrático que comenzó a imperar durante esos años. Discurso que por cierto tapó muchas otras cosas que treinta años después vuelven a reventarnos en la cara, una de ellas, la falta de justicia e impunidad. Ese “paraguas” lo sustentan las entrevistas a familiares del Negro, sus amigos y también quienes vivieron la cárcel con él. Y, por otra parte, la trama judicial está basada en los informes de la Interpol, sus abogados y las conversaciones con el juez Mario Carroza, quien está a cargo de las causas por las que fue condenado Palma Salamanca a inicios de la Transición chilena.
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-¿Qué es lo que más te impactó de todo lo que te contó Ricardo Palma y qué descubriste sobre él que antes se desconociera?
-Creo que su capacidad para enterrar su pasado es lo más sorprendente de su historia. Sucede que Palma Salamanca para muchos quedó ‘encapsulado en el tiempo’. Su vida termina para nosotros cuando él y otros tres frentistas escapan de la Cárcel de Alta Seguridad. Pero luego vino quizás lo más difícil después de ir a la cárcel. Construir una nueva identidad, cargar con la preocupación de que te atrapen y vivir con el permanente miedo que te reconozcan. Pienso que debe ser tremendo. A él hasta hoy, o quizás hasta que Francia le da el asilo político, lo persigue su pasado. Esa ‘larga cola de acero’ que es su historia y la historia del FPMR.
Por otro lado, Palma Salamanca sabe que para algunos es un ‘monstruo extremista’ y para otros un ‘héroe de izquierda’. Pero no se queda allí. Él mismo reconoce sus errores, apunta con el dedo a sus compañeros y critica su pasado, cuestión que para muchos es una ‘traición’. Digamos que no es el soldado que muere con las botas puestas y eso se grafica en sus palabras.
La mayoría se molestó por lo que dijo en una entrevista en The Clinic y, claro, después reconoció que fue inoportuno. Pero lo cierto es que el Negro pensaba así mucho antes de dar esa entrevista. Si uno lee sus escritos en la Revista Incesto de la CAS, o una entrevista posterior a El Rodriguista en 1997, o en sus propios libros, se da cuenta de su desafección con la organización. Sus reflexiones, si se quiere, son bien ‘anarcas’, lo que lo distancia de la política comunista. Entonces, el problema es de otros si deciden echarse el ‘héroe’ al hombro’. Ahora, es cierto que Palma vive con permanentes contradicciones –quién no– y al hablar a veces aparece su lado más soberbio. Se defiende muchas veces responsabilizando a los otros. De todas formas, yo creo que uno es lo que hace, no lo que dice, y no sé quién es capaz de hacer lo que él hizo, sobre todo después de fugarse.