Carla Barra a un año del suicidio femicida de Antonia:

Carla Barra a un año del suicidio femicida de Antonia: "Hasta su último día mi hermana sufrió violencia"

Por: Natalia Figueroa | 13.10.2020
A un año del suicidio femicida de Antonia Barra, su hermana Carla Barra cuenta cómo ha vivido este proceso junto a su familia. Hacer justicia por Antonia, dice, va más allá de la condena que se pueda conseguir contra Martín Pradenas, hoy imputado por su violación, es también erradicar la violencia de género en los procesos judiciales, no seguir culpando a las víctimas, lograr que se tipifique como delito el suicidio femicida y, además, acompañar a esas mujeres que por años han callado por miedo a que no les crean. 

Carla Barra (34) recuerda paseos, salidas de infancia, cumpleaños familiares, la preocupación de una joven alegre por sus amigos y familia. Su voz por momentos se quiebra. Las imágenes desgarradoras vuelven como un recuerdo amargo. Hace exactamente un año Antonia Barra se quitó la vida en Temuco, después de haber sido abusada y violada por Martín Pradenas, hoy imputado por estos delitos.

La pena la desborda cuando lo cuenta, pero dice que ha ido aprendiendo a sobreponerse, a seguir, a hacer entender a quien sea y por el medio que pueda, que una mujer nunca es culpable de esto. Eso la ha convertido en otra Carla, en una Carla más fuerte.

-Después de que Pradenas quedara en prisión preventiva, ¿cómo ha estado tu familia?

Ha sido un proceso bien fuerte porque no hemos podido tener un duelo tranquilo, un duelo como corresponde donde uno vive su dolor y su pena con la familia como algo privado. El caso de la Anto ha sido muy conocido, eso también ha ayudado para avanzar en esto. El día de la formalización (21 de julio) fue muy intenso y, luego de eso, el viernes siguiente, fue la apelación de la prisión preventiva. Entonces, fue una semana caótica, sumado a la apelación sobre los casos que el juez había sobreseído.

Que él esté en la cárcel no nos pone feliz ni a mi familia ni a mí, porque esto no debió haber pasado. Sé que hay otra familia, dentro de las condiciones que tienen, que entiendo sufren. Pero, en el fondo, hay que asumir las consecuencias frente a lo hecho. Ese día, pese a que fue un relajo al decir por fin hay un poco de justicia, ver a mi mamá abrazada con la foto de la Anto en el suelo, fue fuerte. Ver a todos los abogados abrazándonos fue un momento gratificante. Tú miras y dices vamos bien, pero la Anto no está y, pase lo que pase, no estará. Y ese dolor se lleva siempre. Ha sido una transición y ahora hay un poco más de tranquilidad.

Luego, viene el tema de que durante todo este tiempo la misma familia y cercanos del imputado molestan con sus perfiles falsos, envían mensajes…

-Y se difundió hace algunas semanas un video que lo mostraba llevando del brazo a Antonia, ella caminaba con mucha dificultad y el insistía. Esos eran videos que se habían mostrado en las audiencias…

Nadie debió haber tenido ese video porque es parte de una prueba y está en investigación. Entonces, es una manera totalmente baja de tratar de limpiar la imagen de alguien cuando, además, lo lleva haciendo por años. Ver a mi hermana en ese estado duele muchísimo. Yo lloro y sufro, pero tuve que verlo para entender más y corroborar lo que mi papá nos contaba del video.

Sentarse y ponerle play es fuerte y luego también revisar los comentarios de gente que habla, hace juicios y, claro, tiene prejuicios. Muchas personas se dejan llevar, no se informan, no ven los videos anteriores. Entonces, piensan ‘ah, es que ella quería’. Pero si ves toda la evidencia, te das cuenta que ese video ha sido editado, totalmente manipulado. Le quitaron las partes que no les convenían a ellos, pusieron en cámara lenta los movimientos para que se viera más por más tiempo. Incluso, sacaron a un perro y a una señora que iba pasando en ese momento. Además, hicieron un blog para luego subirlo. Es una estrategia nefasta, denigrante hacia la mujer.

-¿Crees que esa es una muestra más de la violencia hacia Antonia?

Sí, aún más y deja en evidencia que siguen con esto, con la violencia después de su muerte. Es horrible.

-¿Lo es también poner en tela de juicio la violación y la falta de consentimiento?

De todas maneras, porque siguen culpándola. Viendo ese video dicen que no hay forcejeo, que no la tironea, que no la empuja y cuestionan por qué se fue caminando, porque se va con él. No se ve que es él quien le toma la cabeza para darle un beso. También preguntan por qué tomó. Creen que por no haber forcejeo no hay violación.

Yo he tratado de explicar por mis redes sociales que no siempre hay forcejeo o violencia, como cuando sujetan a la víctima, la amarran o la golpean. Mucha gente me dice que sí, que es cierto. Muchas chicas me dicen que les ha pasado lo mismo cuando fueron a un carrete, “me borré, estaba sin conciencia y después desperté sin ropa y veo a un tipo que me dice que nunca le dije que no, pero como si no estaba en condiciones tampoco de decirlo”.

Es algo de cultura donde tenemos que dejar eso atrás y saber cómo se producen esas violencias. Hay chicas que me dicen que les echaron algo a lo que tomaban, que sus cuerpos estaban sedados, anestesiados. Entonces, no estás en tus cinco sentidos, estás vulnerable. Y no se puede estar todo el rato a la defensiva, en alerta. O sea, cuando salimos a la calle siempre estamos mirando para todos lados, compartiendo la ubicación. ¿Quién puede vivir así?

-¿La justicia para Antonia va más allá de conseguir la condena a Pradenas?

Creo que ese es el primer paso. Pero también existe otra parte que es cómo se lleva a cabo esto. Primero, en estos casos cuando la víctima principal ya no está y, luego, en los juicios, formalizaciones, donde está el juez, los abogados. Ellos también tienen que cambiar el chip e informarse sobre cómo erradicar la violencia de género en la misma sala donde hacen los juicios. En la formalización de Martín Pradenas al escuchar a su abogado defensor lo que decía, que “mi defendido tiene pinta de actor de cine”, o sea, de qué estamos hablando, acaso porque es estéticamente agradable tenemos que permitirle que abuse, que viole o que elija a su víctima. Lo otro es culpar siempre a la víctima, que ella se expuso, que ella tomó, etc. Hay que cambiar eso.

Y que se tipifique el suicidio femicida como delito...

Sí, también porque mi hermana hasta su último día sufrió violencia. Empezó con la violencia del abuso, luego lo que pasó en la cabaña que fue violación y, posteriormente, sus últimos días fueron horribles. Que trates de confiar en alguien para que después te insulten y te denigren, que te traten de lo peor, después enfrentarse con el victimario que te trate de loca y te amenace. Mi hermana estuvo siempre con eso en la cabeza y culpándose. Me imagino ese dolor. Espero que se tipifique luego porque existe, y no solo en el caso de Anto. Está el de Anaís (Godoy), de Gabriela (Marín), Antonia Garrós, que son casos conocidos, pero cuántas chicas más han encontrado muertas y tenían denuncias previas de violencia y nadie hace nada.

“Por Antonia muchas se atrevieron a hablar”

-Cuando ocurrió esto, ¿en qué lugar te viste tú como hermana, como mujer que también enfrenta violencias cotidianas?

Hubo dos procesos distintos. Primero, yo estaba en mi casa y me llama mi hermana menor, Ignacia, me cuenta sobre la Anto, pero no entendía nada porque solo escuchaba gritos. Le corté. Pensé en ir urgente a la casa porque algo había pasado. Me pasé el rollo de que estaban robando en la casa de mis papás. Cuando iba de camino llamé a la Antonia y me contestó mi mamá. Ella me da la noticia. Me descompensé, le pegué al auto, me tiré el pelo se me cayó el teléfono. Cuando llegué a la casa decía esto es mentira. Vi a mi mamá llorado con la Anto. Lo primero que hice fue reanimarla. En mi cabeza sabía que no iba a volver, pero igual hice el esfuerzo. Me vi en esa imagen, observando todo y pensando que la vida se acababa para todos. Mi hermana, era imposible. La familia Barra Parra no iba a ser la misma nunca más. Nuestra Puchu. Fui hasta la pieza para buscar algo, intentando buscar una explicación, si es que había intentado entrar a robar y había tenido que defenderse, eso no lo sabíamos.

Mi papá venía viajando, mi hermana estaba embarazada. Mi mamá llamaba a todos, pero ella estaba muy mal. Entonces, pensé en lo que se venía, en tomar el control, en tranquilizarla, rota por dentro, algo muy doloroso. Entonces fui la que tuve que ir contándole a la gente, contener por teléfono a la otra persona, eso me tocó. Yo como Carla, hermana, hija, tuve que dejarme un poco de lado y ser el pilar.

Cuando llegó mi papá y dice que algo pasó, que había algo grave y que había que averiguar. Me pidió el teléfono. A mí me costó pasárselo porque no quería que nadie tocara las cosas de la Anto. Ella era muy cuidadosa con sus cosas. Al final se lo pasé. Él se aísla y lo revisa. Se demora unos 10 minutos y me dice: “hija a la Anto la violaron”. Fue otro golpe. Su cuerpo seguía arriba con PDI y Carabineros.

-¿Esto te ha cambiado la manera de ver los otros casos de violencia hacia las mujeres que también hemos conocido, femicidios, abusos sexuales?

Sí, totalmente. Siempre he compartido en mis redes los casos, como el de Erica Hagan, que se haga justicia, que la verdad salga a la luz o justicia para Fernanda Maciel. No soy muy buena para ver tantas noticias, pero hay casos que son más fuertes y te quedas con esos nombres. Pero antes de esto, era compartir, sentir rabia. Pero luego cuando me toca el caso de mi hermana cambia a ser parte de uno, de tu día a día.

Además de llevar este proceso, también está la Carla que tiene que escuchar y leer testimonios de otras mujeres. Me han escrito niñas de 11 años que han sido violadas por sus padres o tías y nadie hace nada. Entonces, parte de mi tiempo también es para contener porque, a veces solo con que alguien les crea es importante para que sigan adelante y logran después denunciar. Me dicen “Carla, voy a hacer la denuncia a pesar de que han pasado 10 años, pero sé que este tipo ha vuelto a hacer lo mismo con otras personas”, y así muchas otras. Es algo que, dentro de todo este dolor, es gratificante. Es dar valentía para lograr justicia.

-La rabia fue colectiva cuando no dictaron inmediatamente la prisión preventiva de Pradenas, ¿cómo viviste eso?

Valoro mucho que la mujer ya no calle y que después la justicia tenga que pronunciarse ante eso. Al principio me chocó en cómo reaccionó la gente, incluso, pensé que podrían culparnos a nosotros de incentivar el odio porque pasó en algún momento. Nos prohibieron dar datos personales de la otra familia (de Pradenas), siendo que nunca hemos hecho eso. En principio me asusté por lo mismo, porque iban a decir “las feministas violentas”, pero después dije ya, pero si nadie se pronuncia, nos van a seguir pisoteando. Que la sociedad se manifieste encuentro que sirve mucho porque deja de manifiesto el descontento y que la gente ya puede decir lo que siente.

-¿Cómo es la Carla de hoy después de tener que enfrentar este proceso?

Me veo más fuerte. Desde el primer día vi mi vida negra, nublada. Recuerdo ese momento y veía que se me había acabado la felicidad porque era mi hermana regalona. Me vi triste y colapsada. Pero fue en ese momento. Ya cuando pasaron los días viene un duelo, que tampoco ha podido ser tranquilo. En el día de hoy puedo decir que, con amor, compañía y resiliencia, no es que se supere, pero existe la posibilidad de poder pararse y enfrentarlo. Siempre en algún momento del día está el recuerdo triste, pero ya me siento más segura. También queda la tristeza de saber que cada vez hay casos nuevos.

Sé también que la Anto no querría verme así, porque la conozco y si la tuviera en frente, si pudiera hablar con ella, me tomaría de las manos y me diría: “Carla, tienes que seguir y cumplir tus cosas, cuidar a la Marti, mi hija de 9 años”. También que quizás entregó su vida para que esto acabara, para que ya no más. Martín Pradenas no va a poder seguir violando a más niñas. Mi hermana nunca supo que habían más. Por lo que le pasó a la Anto, ellas se atrevieron a hablar. Ahora son ocho víctimas, antes de la formalización se sumó otra denuncia. Ellas ahora se están querellando por esto.

-¿Ves reflejadas en ellas también a Antonia?

Sí, y creo que están en un desamparo y una soledad tremenda en la que no saben qué hacer. En el caso de la Anto fueron dos semanas en las que estuvo sola, no me refiero a sin compañía, porque nosotros siempre estuvimos, pero no hubo un aviso, una alarma, que nos dijera que a la Anto le había pasado esto. Entonces, sí, quizás si recordamos estaba un poco más triste, pero pensamos quizás un mal día en la U o que estaba cansada. Nunca hubo una alarma. En el caso de ellas, es muy difícil porque, a veces, o te orientan para lo que tienes que hacer después de denunciar y también existe ese rechazo a denunciar y que todo quede en nada. O si vas a denunciar y te dicen por qué andaba a esa hora o por qué tomó etc. La justicia funciona cuando estás ahí siendo catete y poco menos tienes que dormir en la escalera de Fiscalía o la PDI.

-¿Cómo te gusta a recordarla?

Siempre la pienso muy alegre, era una persona muy cariñosa. Era buena amiga, lo daba todo por sus amigos. Si alguien la llamaba porque estaba en tal parte y no tenía como irse a la casa, ella iba a buscarlos y después los iba a dejar. Igual con mi hija: la iba a buscar al colegio, la iba a dejar, salían, dormían, le enseñaba cosas, le decía los colores que combinaban, era muy preocupada. Por su puesto, hay momentos que se vienen imágenes tristes, pero está el otro lado cuando uno mira al cielo y le digo que la amo y la quiero, que siempre vas a estar conmigo y que no me suelte. Y, claro, uno se emociona, pero la recuerdo con tanto amor, siempre sonriente, linda. Sabía los gustos de todos nosotros. La encargada de la familia si es que había cumpleaños. “Esto le tinca al papá” o si había que comprarle un regalo al Seba, nuestro hermano, me mandaba fotos. Era muy organizada.

Ella tenía la oportunidad que mis papás le pagaran una clase particular para matemáticas, en cálculo, pero otros compañeros no. Entonces ella recibía esa clase y después juntaba a sus compañeros y le enseñaba eso. Sus compañeros ahora me dicen que en la universidad hay también harto vacío, porque siempre los pasaba a buscar. Es triste porque no solamente somos nosotros los que la extrañamos, también sus amistades, sus docentes. Hay cosas que tampoco sabía de ella y que sus compañeros me cuentan, que era muy comprensiva, que ayudaba mucho. Eso llena mucho. Así la recuerdo.