Si el 18 de octubre lo inició la juventud, ¿por qué la excluyen del proceso constituyente?
Octubre está a la vuelta de la esquina y probablemente muchas y muchos de nosotros sentimos una sensación especial cuando se va a cumplir un año desde que Chile despertó. Hoy, pese a que estamos en medio de una crisis, tenemos la oportunidad de cambiar la Constitución política que heredamos desde la dictadura. Esa que es posible gracias al camino que abrieron las y los jóvenes, a quienes algunos intentan excluir del proceso de cambios.
Sin lugar a dudas, como juventud hemos jugado un rol trascendental, no sólo por el protagonismo que hemos tenido en los últimos procesos de movilización, sino porque hemos sido capaces de entender los problemas que vive nuestro país y hemos tenido la madurez de proponer avanzar hacia un Estado que garantice más derechos y más democracia.
El problema es que la política una vez más nos intenta excluir, en primer lugar, porque el voto sigue siendo exclusivo para los mayores de 18 años, cuando están todas las condiciones sociales para permitirle sufragar a las y los mayores de 16, idea que ya ha sido discutida por el Congreso varias veces sin llegar a un buen puerto, aun cuando existe la experiencia comparada de países como Austria, Argentina o Brasil, donde esto ya ocurre.
Si bien el voto es importante dentro del proceso, la participación no sólo se agota en lo estrictamente electoral; también queremos ser parte del debate público, y allí nuevamente chocamos con los medios de comunicación, que siguen privilegiando a las mismas voces desgastadas de siempre que han aburrido a la ciudadanía. Voces en general adultas, masculinizadas, que nos dicen tener las capacidades para conducir este país con sabiduría y experiencia, pero la verdad es que no conocen ni pretenden hacerse cargo de las demandas más urgentes del Chile que despertó.
Sabemos que hoy tenemos que convocar a la gente a votar Apruebo y Convención Constitucional, pero es igual de importante que nos preocupemos de cómo vamos a incluir al pueblo en la discusión y en la redacción de una nueva Constitución. Este es precisamente el gran desafío que tenemos quienes queremos recuperar la política para la ciudadanía, y desde la juventud tenemos mucho que aportar. Evidentemente, algunos se van a resistir y van a querer que hablemos en sus términos obsoletos, pero hoy lo relevante es pensar qué es lo que puede cambiar este país en los próximos años. La clave está en devolverle el poder a la gente.
Por estos motivos, el llamado que hacemos es al de empezar a ponernos de acuerdo para abrir esos espacios: es urgente permitir que las personas mayores de 16 años puedan votar y participar efectivamente en todas las etapas que quedan del proceso. Es igual de importante que democraticemos el acceso a la información y a los medios de comunicación si queremos tener un debate pluralista y, por sobre todo, tenemos que asegurar mecanismos de participación para la ciudadanía en el proceso constituyente.