EDITORIAL| El Desconcierto de cara al Plebiscito del 25 de octubre
El siglo XXI está siendo llamado por importantes figuras e intelectuales del mundo como el Siglo de la Ira. Las innumerables protestas por los abismantes niveles de abuso, corrupción y desigualdad desplegados contra gobiernos y poderes dominantes ya son parte cotidiana en los noticieros de todo el orbe. En nuestro país, la administración de los ahorros previsionales de las personas en beneficio de un puñado de grupos económicos y grandes capitales extranjeros, la apropiación y renta de los recursos naturales y la privatización de los servicios básicos, constituyen los ejes centrales sobre los que se ha forjado un modelo generador de enormes desigualdades, pero cuyo pilar jurídico fundamental ha sido la Constitución de 1980, escrita en dictadura, que protege la iniciativa individual y los derechos privados bajo un Estado subsidiario, por sobre el bien común de la mayoría de la población.
La ineficacia del gobierno del presidente Sebastián Piñera por contener la pandemia en el país y reducir los niveles de expansión del COVID-19 en la población, en su afán por favorecer el crecimiento económico, y las recientes aglomeraciones frente a la apertura de los primeros centros comerciales, son reflejo de una cultura que ha moldeado por décadas una sociedad normada por un ethos económico individualista que comienza a colapsar y hacer agua por todas partes. Una sociedad mercantilizada que ha basado su idea de bienestar en la ilusión del consumo y que hoy evidencia un deterioro moral y ético sin precedentes.
De aquí la importancia radical del Plebiscito del próximo 25 de octubre; un triunfo de la gente que a partir del 18 de octubre pasado se movilizó en los barrios, plazas y avenidas de las grandes ciudades del país durante más de cuatro meses por dignidad. Ir a votar entonces, es ratificar ese triunfo que el mismo pueblo generó. Por primera vez, en más de 200 años de república, las chilenas y chilenos tendremos la oportunidad de escribir con nuestro voto la historia, de escribir una constitución auténticamente democrática que exprese el sentir de la mayoría. Una constitución que emane de un amplio y profundo proceso de diálogo deliberativo, inclusivo y participativo, basada en el principio político del bien común, que ponga la vida y a los seres humanos en el centro de su atención y que sea pensada y redactada desde la soberanía de nuestros recursos naturales y de la sostenibilidad del medioambiente, los territorios y de las comunidades que lo habitan.
Llegó el tiempo de volver a preguntarnos ¿qué estamos haciendo y en qué entorno estamos viviendo?, ¿cuáles son nuestras relaciones y qué vínculos estamos forjando?, ¿qué sociedad es la que queremos construir?
Responder estas preguntas y acercarnos hoy a la complejidad de un mundo marcado por la enorme incertidumbre provocada por la pandemia, el inminente colapso ambiental y las profundas crisis sistémicas a nivel mundial (económicas, sociales, políticas, sicológicas y sanitarias), no es nada simple. De aquí la importancia de los medios de comunicación independientes capaces de informar responsable y verazmente a crecientes audiencias, aportando a la formación de opinión de lectoras y lectores más reflexivos y con pensamiento crítico; por abrir caminos de acción que provean información relevante sobre las posibilidades de construcción de lo nuevo, evidenciando la decadencia de un sistema de creencias que se cae a pedazos y abriendo ventanas para observar un mundo mucho más interconectado e interdependiente de lo que pensábamos.
En El Desconcierto compartimos la convicción de estar experimentando a nivel de sociedad un tránsito notable y evidente desde un paradigma dominante —asociado a los campos sociales del miedo, el individualismo y la competitividad entre los seres humanos—, a uno emergente, donde la colaboración, participación, resiliencia, solidaridad, construcción de ‘comunidad’ y simplificación de los estilos de vida se tornan imprescindibles para conservar la especie humana y volverla a sus ciclos naturales de regeneración.
Por todo lo anterior, nuestra línea editorial conectada con los procesos transformadores de la sociedad se fortalecerá de aquí a los dos meses que restan para el Plebiscito, buscando rescatar y mantener vivo el protagonismo ciudadano a lo largo del proceso constitucional que la sociedad en su conjunto ya comienza a experimentar. Queremos ser un medio digital abierto a las miles de voces que han dado vida a este proceso, para lo cual estamos haciendo esfuerzos por estudiar, entender y ejecutar nuevas formas de crear y compartir contenidos. Entre otras acciones, pediremos la opinión de nuestras lectoras y lectores a través de encuestas para saber los temas que más les interesan que abordemos, haremos reportajes en profundidad a quienes han estado en la primera linea de este proceso y saldremos a la calle a registrar los sueños, sentimientos, dolores y aspiraciones de la gente común. En fin, realizaremos lo que esté a nuestro alcance para que la dignidad se incorpore y cruce de principio a fin el nuevo contrato social que nos regirá como sociedad en este nuevo mundo que se abre ante nuestros ojos, en especial para las actuales y futuras generaciones.
Gonzalo Badal
Director Ejecutivo