Bajo la impunidad de la noche: Los testimonios que acusan a civiles y Carabineros del incendio en la municipalidad de Curacautín
Faltaba poco para las nueve de la noche y adentro de la municipalidad de Curacautín, I.T.H. recuerda que estaban listos para tomar once. Hace unos días se habían tomado el edificio de manera pacífica, en apoyo a los 27 comuneros en huelga de hambre. Pero eso que pudo haber sido la antesala para proyectar cómo seguirían respaldando las demandas que cumplían 100 días, terminó abruptamente. De un momento a otro, escucharon gritos cada vez más cerca. Al principio pensaron en personas que venían a brindarles apoyo, que se iban a sumar a la toma, pero en los siguientes minutos todo quedaría claro.
“Empezaron a tirar piedras, palos y a abrir la puerta. La de la entrada la empezaron a romper y todos nosotros tuvimos que salir arrancando”, recuerda I.T.H., una mujer que estuvo en el municipio ese sábado 1 de agosto.
La desesperación y el pánico hicieron que los minutos adentro fueran interminables. Ella subió corriendo hasta el tercer piso para resguardarse, al igual que lo más chicos: dos menores de edad que estaban en la toma con sus familiares. Se fue a la orilla de la ventana y, desde ahí, pudo dimensionar lo que pasaba: cientos de personas con palos saltaban y cantaban ¡El que no salta es mapuche! ¡El que no salta es mapuche!
La mujer vio el momento exacto cuando arrancaron dos banderas mapuche que fueron a quemar. Otra cosa también le llamó la atención: “Miré por la ventana, miré ahí como cinco segundos y empecé a ver como los carabineros hablaban con los civiles. Y después empezaron a tirar lacrimógenas. Lo único que hice fue botarme en el suelo y taparme totalmente la cara”, se lee de su relato.
En el primer piso, en tanto, la presión era tanta que la puerta comenzó a ceder. Otro de los comuneros, J.LL. S, al ver el tumulto enardecido recordó una novela antigua en la que quemaban a las personas vivas. Esa sensación de peligro le recorría el cuerpo. Sabía que, con fuerza, no era tan complejo abrir esa puerta que estaba reforzada con una sub-puerta de vidrio. “Esa la quebraron, era grueso el vidrio así, no sé cuánto el grosor, pero era grueso y se hizo tira”, observó en ese momento.
En cosa de minutos vio las primeras llamas que terminarían con el municipio casi totalmente quemado. “Tiraron fuego, botellas molotov, bombas molotov parece que fueron, con bencina empezó a prender. Menos mal que esas instalaciones eran de cemento, la mayoría era de puro cemento, de lo contrario había prendido al tiro”, dice. De una pared desprendió un extintor para controlar el incendio, pero las llamas ya se habían propagado por el interior. “El fuego estaba entrando en la puerta”, recuerda
R.C.C también estaba abajo. Le gritó a uno de sus compañeros para que la ayudara. “Me agarró y me tiró en una de las oficinas. Entonces ahí me quedé y ahí vi como quemaban la camioneta. Empezaron los mismos carabineros a quemarla. Porque esa era la misma camioneta que nosotros andábamos. Dos camionetas (sic)”, explica.
Fue entonces cuando Carabineros y los agricultores comenzaron a entrar. “Como vimos que eran mucha gente nos empezamos a desesperar. Preferíamos estar con los carabineros [a] que nos agarrara toda esa gente”, dice en su testimonio.
Para ese momento, contener las llamas era tan imposible como zafar de la turba.
Los golpes
J. LL.LL. estaba en el segundo piso y escuchó los botellazos que tiraban hacia arriba. Desde ahí divisó a una persona vestida de civil que se acercó al municipio y dio la señal para que se acercaran los que estaban a unas cuadras de allí, reunidos en la plaza. “Ahí entraban los racistas adentro, a puro botellazo. Quebraron todo lo que había como computador, las sillas y todos, vidrios, las puertas hicieron todo tira. Después llegaron los carabineros se metieron adentro”, recuerda. Dice que le quedó marcado un golpe que le dieron en la frente. “Me voltearon, me pisaron la espalda”, detalla. "Las mujeres que estaban ahí tenían sus trutrucas, los kultrunes que quemaron, las banderas y las mantas. Más encima la camioneta que teníamos cosas de valores. Lo quemaron todo”, agrega.
En el tercer piso estaba F.H.Q. A él lo tomaron entre varios hombres y lo golpearon. “Fue en un momento que carabineros les dijo: ¡ya weones! ¡aquí van a entrar diez weones!, ¡denle una buena pateaura a estos weones!, ¡a estos indios culiaos!, ¡ya pero no le den tanto eso sí!, ¡en la cara no tanto!, ¡denle al cuerpo, denle a cagar nomas, para que se bajen estos culiaos! (sic)”, describe en su relato. “Un peñi entró con su hija y ahí delante de su hija lo patearon, lo torturaban ahí po, y la niñita pedía que no le pegaran tanto a su papá, y él tuvo que tirarse encima de la niña con su mamá, estaban ahí los dos padres. Igual lo patearon a él y a la señora le pegaron”, añade.
El despliegue de carabineros fue por sectores. F.H.Q. asegura que un grupo dejaba subir a los civiles, sin ningún freno. “Hacían como que lo estaban defendiendo los carabineros, pero nunca fue así. Dejaban que nos pegaran un poco y ahí pasábamos pa´ dentro. En el momento no alcance a salvar a la [lamien], la dejé encerrada por mientras que me pegaban a mí” (sic), explica. Él vio que, a un comunero, Víctor Gualla, lo pasaron a otra pieza porque él se acercó más directamente a los latifundistas y lo golpearon.
El desalojo
Carabineros comenzó a sacar a los comuneros del municipio que se quemaba, mientras afuera seguían las golpizas. A J.LL.S. lo dejaron amarrado de una muñeca y a otro comunero del pie porque faltaban esposas. Mientras que I.T.H. recuerda que los carabineros les gritaban: “¡Viste donde vinieron a hueviar aquí! ¡Ahora los quieren linchar a ustedes! ¿Ahora quien los salva? ¡Carabineros!”. A cuatro mujeres las sacaron por detrás del municipio. Ellas llegaron primero a la comisaría. Las llevaron rápido a constatar lesiones al hospital de Victoria, aunque dice que no las alcanzaron a revisar.
“Después llegamos al calabozo y estuvimos mal porque nosotros éramos siete que estábamos en el calabozo y estábamos todas juntas, y no teníamos donde. Había una lamien que estaba parada o eran dos y no hallábamos donde estar sentadas. Le pedimos a carabineros si no podía entregar una frazada o un cartón para estar así en el suelo, y nada. Yo estoy mal, en la noche no puedo dormir, me despierto a las tres de la mañana con miedo”, relata.
Carabineros no detuvo a ninguna de esas personas que los testimonios acusan de haber iniciado el incendio del municipio. “Yo no vi a nadie en el calabozo de Curacautín que fuera detenido por disturbios. Nosotros quedamos con arraigo nacional y firma mensual. No creo que veinte personas en comparación con la cantidad hubiésemos hecho tantos desmanes”, asegura J.LL. S.
Las querellas
Los relatos anteriores fueron entregados a los abogados que este martes interpusieron una querella criminal por los delitos de tortura e incendio contra los que resulten responsables por estos hechos que afectaron a 19 mujeres y hombres mapuche. Al conocer los relatos, los abogados Jaime Madariaga y Karina Riquelme, ambos representantes de las víctimas de Curacautín, no dudaron en que respondían a tortura. “Los incendios de sus camionetas, si bien es un delito grave, es muy poco al lado de la tortura (…) Lo particularmente vergonzoso y complejo fue que algunos carabineros las aplicaron directamente y que los particulares actuaron con la protección de esos agentes del Estado”, sostiene Madariaga. A esto Riquelme agrega que, según los relatos, se dice que hubo Carabineros implicados, incluso algunos de civil, que tiraron lacrimógenas y cayeron artefactos incendiarios adentro. “La autoría no es por quien por mano propia hace las cosas, sino que también estaban al lado de los que estaban cometiendo esos delitos y no hicieron nada para evitarlo”, señala.
Indican, además, que no hay videos tomados por las víctimas, pues a quienes filmaron les destruyeron sus teléfonos los propios carabineros, según manifestaron las víctimas. [Revisa aquí la querella]
Por otro lado, por hechos similares ocurridos durante el desalojo de la municipalidad de Victoria, el mismo sábado 1 de agosto, también se presentó una querella el jueves 13 de agosto en el Juzgado de Garantía de esa ciudad. El abogado Sebastián Saavedra, integrante del Centro de Investigación y Defensa Sur (Cidsur), interpuso esta acción contra los y las responsables de los delitos de tratos inhumanos, crueles y degradantes, desórdenes públicos, daños calificados, delito contra la salud pública, amenazas, denegación de auxilio y omisión de denuncia.
Él también asegura que los funcionarios policiales permitieron el linchamiento público de las personas mapuche que se encontraban al interior del recinto, siendo los únicos detenidos de la jornada. Reconoce la “existencia de grupos que bajo lógicas racistas pretenden imponer la autotutela, al margen del derecho, como forma de resolver conflictos de relevancia jurídica”. Las penas que arriesgan las personas responsables van de los 541 días hasta los 5 años, y al tratarse de afectaciones a menores de edad la pena puede llegar a los 10 años. “Lo que da una connotación especialmente aberrante a las lesiones sufridas por los comuneros mapuche, toda vez que se tratarían de delitos de odio”, detalló. [Revisa la querella aquí]
El alcalde de Curacautín, Jorge Saquel, quien ahora está con licencia médica, señala que por ahora no han evaluado presentar acciones legales por estos hechos. “Estamos trabajando, todo fue puesto en diferentes lugares, tuvimos que readecuarnos. Esperamos tener todo listo en tres meses”, señala. En tanto, la Fiscalía anunció la apertura de una investigación de oficio para determinar los responsables que originaron estos hechos.
Actuar en impunidad
Jakelin Curakeo Mariano, presidenta de la Comunidad de Historia Mapuche, ve clara la responsabilidad de los funcionarios policiales en estos episodios, algo que se ha convertido en una dinámica reiterada al momento de enfrentar las demandas del pueblo mapuche.
“Esto no es nuevo en lo que llaman comunidades en conflicto y que nosotros llamamos comunidades violentadas por el terrorismo de estado. Aquí hay una deshumanización respecto a cómo operan las Fuerzas Especiales que siempre ha quedado en la impunidad, sobre todo con los hechos de muerte que han sucedido en Wallmapu. Nosotros veíamos venir ese panorama cuando asume (el ministro) Víctor Pérez. El ministro da potestad a estas fuerzas paramilitares que, en un momento fue el “Comando Trizano” y ahora es lo que se conoce como el APRA, Asociación para la Paz y Reconciliación de La Araucanía. El ministro Pérez se reúne con ellos”, señala.
En este caso, ninguno de los civiles que apaleó a mapuches fue detenido esa noche, un aspecto que reafirma lo dicho antes por Curakeo: "Había cinco municipalidades tomadas, y ellos se organizaron junto a Carabineros, porque hay audios efectivos que estuvieron con Carabineros, y en la completa impunidad. O sea, carabineros toma a los lamngen, los saca y los tira a la turba. No existió ningún protocolo, porque ellos tienen protocolos para intervenir tras una toma, que es una mediación, ellos asaltan el municipios, claramente con la idea de linchar con los civiles a los lamngen. Incluso, los resguardan para que los golpean y los incitan a la violencia", concluye.
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