Tita Parra:

Tita Parra: "Desde el 18 de octubre la Fundación Violeta Parra ha sido excluida de la programación de actividades del museo que fundó"

Por: Elisa Montesinos | 10.07.2020
Durante 5 años y hasta el día 18 de octubre de 2019, este museo ha tenido vida con la asesoría de la Fundación Violeta Parra y sus colaboradores. Fue visitado por miles de seguidores de Violeta de Chile y el mundo, cada día con la presencia y colaboración activa de la Fundación VP y la familia, para darle la orientación adecuada y necesaria, para que no se convirtiera en rueda de huasos machistas, en desfile de modas autóctonas, shopping center de artesanías de Parque Arauco, venta de tarjetas postales de chilenidad de espuelas y trajes típicos, almuerzos ejecutivos, fiestas patrias de Cencosud, y un montón de falsedades y manipulaciones de la vida y obra de Violeta Parra.

La Fundación Violeta Parra, creada para organizar, recuperar y difundir la obra dispersa de Violeta Parra y su legado, luchó arduamente desde su creación en 1991 para instalar en Chile el museo de Violeta vivo para el mundo entero, como amerita una obra de tal magnitud, una vida entregada al arte popular, al rescate de la riqueza verdadera de la vida e identidad de un pueblo.

Violeta Parra es pilar que da nacimiento a la canción de denuncia en este continente tan sufrido de Latinoamérica. La multidimensionalidad de su obra aún no termina de descubrirse, sigue siendo una fuente inexorable por estudiar, aprender, recoger y divulgar.  Tan importante es la tarea de esta fundación dedicada a esta labor imprescindible.

Pero mucho antes de existir, a partir de septiembre de 1973 y el golpe, Chile se convirtió en un país abandonado culturalmente, aterrorizado por una dictadura cruel que perseguía a cualquier cerebro pensante, obligando a los artistas a salir al exilio, como fue el caso de Isabel Parra, quién vivió 14 años el destierro, salvaguardando además la obra de su madre fuera de Chile y del peligro destructor de las autoridades represivas. Mientras, su hermano Ángel pasaba por presidio, tortura y campo de concentración en Chacabuco, junto a miles de otros presos, y finalmente también fue prohibido su retorno a Chile, quedando refugiado en Francia junto a su hermana Isabel.

Hago esta introducción para que la memoria histórica no se borre con el tiempo pasado. La primera idea fija, después del retorno a Chile y la vuelta a la extraña democracia o Transición, fue crear la Fundación Violeta Parra para gestionar de todos los modos posibles la recuperación de la obra dispersa de Violeta: la reunión y restauración de cada manuscrito, cintas, fotografías, recortes de prensa, discos (la mayoría de ellos robados por las multinacionales), cada objeto de arte, pinturas, arpilleras, papel maché, textos, décimas autobiográficas y numerativas, registros, cartas, letras, músicas, grabaciones, y un sinfín de trabajos que aún están en proceso museográfico (porque Violeta Parra sigue viva y siempre aparecen obras de todo tipo), para publicar, mostrar, editar, difundir, remasterizar, escribir, permitir que el mundo conozca, estudie, valore y disfrute, toque, cante, oiga, y aplauda, se inspire, conozca  y reconozca a Violeta Parra, su corazón ardiente de amor por Chile y la humanidad.

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Tal ha sido la difícil labor de esta fundación sin fines de lucro, callada, sin sede, sin secretarios, sin personal ni infraestructura, con las riendas de la mano de una hormiguita luchadora, sin precedentes, llamada Isabel Parra. Por cierto, su hermano Ángel fue bastión de esta cruzada, desde lo que podía en cuanto su morada siguió siendo siempre Francia.

Fueron largos procesos y tediosas gestiones plagadas de barreras burocráticas, financieras, institucionales, de amargas incursiones con patrocinadores y seudo “colaboradores”, meramente interesados en apropiarse del legado, del nombre y la figura de Violeta. Años de incansable paciencia, de esperanzas en esta tarea cultural silenciosa, difícil, ingrata, en lo que se les fue la vida a sus hijos Isabel y Ángel. Finalmente, bajo el mandato de Michelle Bachelet, casi en un arrebato de último minuto dada la insistencia especialmente de los hijos de Violeta y de Isabel, se vislumbra un futuro museo con presupuesto para construir en un terreno incierto. Nuevamente la Fundación VP queda sola, a cargo de un siniestro buque, sin nadie que respaldara el proyecto de manera sólida, una pesadilla que apenas se puede resistir, pero hay que seguir adelante, a corazón abierto y con el objetivo clavado como una flecha marcada por el destino de los dioses. El museo de Violeta tiene que lograrse.

Cuando la obra gruesa está en pie, se comienza a perfilar lo complicado que será la gestión cultural, administración, funcionamiento y mantención. No hay posibilidad de éxito sin financiamiento. Los hijos de Violeta entienden que la obra debe ser prestada en comodato al Estado de Chile, cumpliendo así un anhelado sueño familiar, de Los Parra de Chile y de Violeta para su pueblo. Mientras sigue la construcción, se inicia la tarea legal que tarda años de trámites, redacción de estatutos, y conseguir la forma de funcionamiento y de gestión con el Estado de Chile. Es así como nace la institución estatal que es la Fundación Museo Violeta Parra.

Durante 5 años y hasta el día 18 de octubre de 2019, este museo ha tenido vida con la asesoría de la Fundación Violeta Parra y sus colaboradores. Fue visitado por miles de seguidores de Violeta de Chile y el mundo, cada día con la presencia y colaboración activa de la Fundación VP y la familia, para darle la orientación adecuada y necesaria, para que no se convirtiera en rueda de huasos machistas, en desfile de modas autóctonas, shopping center de artesanías de Parque Arauco, venta de tarjetas postales de chilenidad de espuelas y trajes típicos, almuerzos ejecutivos, fiestas patrias de Cencosud, y un montón de falsedades y manipulaciones de la vida y obra de Violeta Parra, tan fáciles de instalarse en este país dominado por una clase, una mentalidad condicionada por las comunicaciones, en toda la sociedad.

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Desde el 18 de octubre de 2019 la Fundación Violeta Parra ha sido excluida de toda asesoría, orientación, participación, voz y voto, en la programación cultural del museo que fundó, y que hoy día se realiza de manera virtual por la pandemia y porque el museo fue poco a poco destruido, clausurado sin protección, e incendiado en la más total impunidad bajo el resguardo de Carabineros, y bajo una conducción que decide en solitario qué se hace, qué no se hace, sin oídos, sin diálogo, sin equipos de trabajo ni creativos.

Escribo esta triste aclaración desde mi calidad de nieta de Violeta y miembro de la Fundación VP, ya que a pesar de todo, aunque el panorama de Chile está tan oscuro, esperamos cambiar estas condiciones de funcionamiento, para reconstruir el museo de Violeta Parra en su verdadera expresión, con los contenidos acorde a su obra, la participación y colaboración de personalidades del arte popular, académicos, estudiantes, mujeres, artistas y representantes de la cultura popular chilena, que formen parte de equipos creativos y vuelvan a poner en valor el alma de Violeta Parra, respetando cada letra de sus canciones, cada imagen de su obra visual, cada palabra escrita, cantada y desgarrada de su espíritu.

Hago un llamado a la opinión pública para advertir que la maravilla de Violeta Parra no se puede manipular ni reducir a expresiones de criterios mediocres, clasistas, políticos, mezquinos, por lo menos en lo que respecta a este museo que es un proyecto creado por la Fundación Violeta Parra, aunque en estos tiempos de crisis sea conducido de una manera tan poco representativa. Nuestra labor permanente sigue siendo salvaguardar, defender, proteger y difundir la obra de Violeta Parra, su nombre, imagen y figura.