Alberto Mayol aterriza el momento político: “Paris es una persona que sabe mucho de política, sin embargo, no sirve para nada en este momento”

Alberto Mayol aterriza el momento político: “Paris es una persona que sabe mucho de política, sin embargo, no sirve para nada en este momento”

Por: Sergio Jara Román | 22.06.2020
El sociólogo habla con El Desconcierto sobre política, medios y el podcast que hace junto a Macari y Quiroga. Pero también analiza la crisis sanitaria que vive el país, incluido el cambio de ministro, y el papel que han jugado sus ex socios del Frente Amplio en el pasado acuerdo financiero COVID. “Esto que pasó en el acuerdo COVID, de irse o no irse, significa que la ausencia de proyecto estratégico impacta en todo su equipo. O sea, Pablo Vidal, las ganas que tenía de decir algo contra Giorgio eran cero”, dice respecto del rol del líder histórico de RD.

“La fecha clave fue el 19 de octubre”, dice Alberto Mayol al hablar sobre cuándo comenzó todo. Las conferencias y videos de análisis político en internet los venía subiendo desde hace un rato, pero el día después del estallido social reconfiguró el ecosistema de debate y reflexión social que se da en Youtube y Spotify, lejos de matinales y programas que aún huelen a binominal. Tras ese día, y los que vinieron, recuerda, “nos dimos cuenta de los niveles de audiencia inauditos que estábamos registrando”.

En La Cosa Nostra, como se denomina el podcast, analiza en clave El Padrino la actualidad junto a Mirko Macari y Darío Quiroga. De ahí salen talleres, seminarios y otros contenidos que, reconoce, "al principio no nos parecían particularmente interesantes, pero luego se transformaron en grandes espacios para conectarse con la gente".

De ese nuevo relato político comunicacional habla con El Desconcierto Alberto Mayol, quien también es sociólogo y vicedecano de docencia en la Facultad de Economía de la Universidad de Santiago. Pero la política y los medios implican, necesariamente, meterse también en los temas duros, como la salida de Jaime Mañalich y la llegada de Enrique Paris al Ministerio de Salud (Minsal), o la última polémica de sus ex socios del Frente Amplio tras bajarse del acuerdo COVID a última hora.

-El binominalismo sigue presente en los espacios de debate político, como Mesa Central, de Canal 13, y Estado Nacional, de TVN. ¿Es ese el elemento crítico que permite que hoy exista una oferta mucho más rica en podcast como el de ustedes o, incluso, el de Fernando Villegas y otros?

-Eso es. Lo otro sería creer que lo que nosotros decimos es demasiado interesante. Sería bueno creer eso, pero en realidad el elemento crítico es que no hay un mínimo de esfuerzo por debatir. Mira, me han invitado tres veces a matinales y esas mismas tres veces me han desinvitado. Entonces, si ese no es un criterio editorial, qué es. Es súper obvio. Según el diario El Mundo de España, fui el que predijo el estallido, y me invitaron a la televisión por este tema el jueves siguiente al 18 de octubre, a CNN, y de ahí en adelante a ninguna parte.

Cuando tienes una cosa tan específica, tan concreta, y la televisión se llena con personas que no han hecho investigación sobre el tema, y no están los que sí la han hecho, es, al menos, curioso. Yo, se supone, soy panelista de Estado Nacional, de TVN, y nunca me han informado que he dejado de serlo.

-¿De cuándo que no vas?

-Entré a ese panel en enero de 2019 y fui seis veces. Pero desde el estallido social no he ido nunca más.

-La televisión chilena, en sus distintos programas, no incluye a líderes sociales o a comunistas. Y los pocos invitados del FA casi siempre son los más moderados del conglomerado. ¿Ese modelo de oferta de contenidos, en el que la crítica se censura o invisibiliza, resiste o se verá superado por los medios digitales?

-Se suele pensar que la televisión es una industria competitiva, pero no lo es. La del cine, la de Hollywood, por ejemplo, tampoco lo es. Le pagan 50 millones de dólares al año a un actor por hacer tres películas, pero en otra parte del mundo no podrían hacerlo. Quizás podrían pagar un millón de dólares por tres películas en otro país, pero no más. Entonces, no es competitivo. Si Tonka Tomicic no está en el matinal, en ninguna otra parte va a ganar lo que gana ahí. No son escenarios competitivos, son escenarios donde hay una lógica que es diferente y que tiene que ver más con las personalidades del mundo de la farándula o con la capacidad de articulación de intereses. En ese contexto, los medios de comunicación, y los canales de televisión en particular, son explícitos. Un canal de televisión vale 50, 100 o 150 millones de dólares y arroja una utilidad al año, si es que lo hace, de dos millones de dólares. ¿Qué empresario chileno invierte para eventualmente tener una futura utilidad en 30, 35 o 40 años?

-Es que el negocio de la prensa es la influencia, no la plata...

-Exactamente. Y lo fundamental es el mensaje, que bajo este paradigma se vuelve interesante, porque lo que importa no es cuál es el mensaje, sino que no haya mensaje. Yo estuve en Ciudadanos de CNN, que era un programa diseñado para producir contenido, para que pasaran cosas. Y se notaba con la conducción de Daniel Matamala y en cada programa. Pero eso redundó en que los invitados de la UDI rebotaban, pedían no ir más. Joaquín Lavín, por ejemplo, pidió no ir más. Y no fue más.

-¿No les gustaba la pauta?

-En el fondo, lo que se buscaba era que lo intereses y posiciones de los partidos no quedaran parapetadas sin que hubiese una discusión más profunda. Ese ejercicio no es fácil, porque todos tienen sus intereses y no salen de ahí. Pero se buscaba eso. Estado Nacional, en sus primeros años, lo tuvo, pero el que daba ese tono era Óscar Godoy, un tipo con honestidad intelectual. Ahora uno se pregunta qué diablos es Estado Nacional.

-¿La televisión no tomó nota de la demanda ciudadana por mayor pluralidad? En Canal 13 acaba de salir Mónica González, Premio Nacional de Periodismo, y entró Marcela Cubillos, quizás el cuadro más conservador de la derecha.

-Creo que lo de Canal 13 es más convencional. Su línea editorial pasó la línea, por decirlo de alguna manera, y establece códigos de contenidos que no pueden ser dichos en sus programas. Entró en el terreno de la censura. Pero eso es más honesto que lo que hace TVN, o Estado Nacional de ese canal. Es como El Mercurio, en cierto sentido, aunque la diferencia es que El Mercurio está como confundido. Yo ya no estoy suscrito a ese diario, no tiene ninguna gracia, no me sirve de nada. Ya no tiene esa cosa fantástica de antes: 'soy capaz de sostener el 1915 hasta el día de hoy'. Eso ya no lo logra, se perdió la magia.

-La semana pasada se conoció la salida de Jaime Mañalich del Minsal, quien nos deja con los peores números de la pandemia; y luego el acuerdo financiero por el COVID. ¿Uno fue consecuencia del otro, o más bien la salida de Mañalich se debe a los reportajes sobre subregistros de fallecidos de Ciper y la periodista Alejandra Matus?  

Esa hipótesis de que la oposición pidió su salida y por eso se aprobó el acuerdo no es la que más me cuadra. Es decir, no creo que la oposición tenga la capacidad política de poder hacerlo. Tampoco creo que al gobierno le interese que le pongan una condición como esa. De hecho, a ninguno le convenía la jugada. Mañalich era un bocatto di cardinale.

-Pero lo venían pidiendo. El día anterior los partidos emitieron una carta con esa solicitud de renuncia.

-Lo venían pidiendo porque sabían que se iba, para anotarse el triunfo. Pero, en el fondo, creo que les convenía que se quedara porque se había transformado en un lugar donde dar golpes salía bastante gratis. Pero al gobierno tampoco le importaba mucho, porque Mañalich les ordenaba la casa adentro. Independiente de que tenía el desastre en términos sanitarios, en lo político cumplió la tarea.

-Era un dique de contención entre Piñera y la ciudadanía.

Logró que el porcentaje de Sebastián Piñera no sea 6%, sino que 25%, aunque a las encuestas hay que mirarlas con atención. Le sirvió a Piñera y la ironía es que Mañalich fue el jugador del partido durante seis meses y le salvó el gobierno. Además, hace una cosa que es muy importante, porque Piñera hoy día no tiene ministros. El ministro, por definición, recibe el golpe, pero no cualquiera; es el que va al Presidente. Los actuales ministros son funcionales, políticos, con sus habilidades, pero imagínate a Blumel recibiendo un golpe que va a Piñera. No lo hará. Podrá perder el cargo, pero igual le llega a Piñera. Mañalich es el único que logró construir la condición de lograr ser ministro de Piñera después de la salida de Chadwick, quien sí lo era, igual que Cubillos y Cecilia Pérez.

-En lo que nunca pudo, o quiso, constituirse Alfredo Moreno…

-Exacto. Briones tampoco; nunca va a ser un ministro de Piñera. Blumel, menos. Rubilar, por más que lo intente, nunca va a ser ministra de Piñera.

-¿Y Enrique Paris te parece que puede llegar a ser ese tipo de ministro?

-No, porque Paris es un hombre para otra época, es un hombre para época de pactos, pero de esos de verdad, no de los que duran cuatro días.

-¿Crees que tenga problemas con la oposición? Hace una década enfrentó una polémica en el marco del caso Frei, en el que declaró, muy de acuerdo con Ignacio Sánchez, el actual rector de la PUC, a favor de dos doctores que tuvieron guardada la autopsia de Frei Montalva por 20 años…

-El caso Frei nunca llegó a ser lo que podría haber sido por una razón súper simple: Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Él nunca quiso entrar en ese conflicto, por lo que sea, razonable o miserablemente. Y cuando quiso, lo hizo por intereses políticos de corto plazo. Cuando eso dejó de ser una posibilidad real y cierta, nuevamente vino el momento del olvido del asunto.

-Pero Fuad Chahín, el presidente de la DC, sí se ha mostrado muy interesado en el tema y Carmen Frei lo ha impulsado como nadie. ¿Esos antecedentes podrían pasarle la cuenta al doctor Paris cuando comience a negociar cosas relevantes con la oposición?     

-El punto ahí es que Piñera ya pasó por un cataclismo de 10 grados, por lo tanto, si le viene un 7,5 no le importa mucho. Lo único que podría afectarle gravemente es algo que le llegue directamente a él, o que las condiciones de gobernabilidad vuelvan a ser semejantes a las de la época del estallido social. Me refiero a que las condiciones de gobernabilidad sean tan bajas, que no sea un administrador pertinente para los grupos de elite. Entendamos que las autoridades fundamentalmente entran en crisis cuando el pacto de una elite, el partido del poder, así lo determina.

Lo más interesante es que Paris es una persona que sabe mucho de política, que lo hace muy bien, sin embargo, no sirve para nada en este momento. Mañalich es un tipo que lo hizo muy mal en términos de la gestión de la pandemia y, sin embargo, para el gobierno seguía siendo, muerto en vida y todo, el mejor activo que tenía.

-En este mismo tema, y ya hablando del acuerdo COVID que se firmó la semana pasada, ¿cómo viste el papel del Frente Amplio, con una de sus figuras bajándose a última hora?

-2011 y 2019 son dos años, o periodos, que se configuran en lo que se denomina internacionalmente como ciclos de protesta. Son años donde más de 30 países tuvieron grandes niveles de protesta. En esos dos procesos Chile estuvo, fue el país más intenso y extenso. Esto no es broma. Veníamos de discusiones reales, con sectores políticos parapetándose en sus identidades históricas, en su pasado, para aferrarse. El desafío es mayúsculo y a esto se suma el coronavirus, que destruye la capacidad operativa del sistema. Todo eso es lo que estamos viviendo, con una crisis económica que junta la desigualdad con la pobreza. ¿Por qué digo todo esto? Bueno, porque los partidos políticos dicen que tienen algunos problemas y que ya los están solucionando. No, aquí la zona de fractura está en distintos lugares del sistema político, con esto pegándoles en el corazón.

Hay algunos que se parapetan en el pasado y, por lo tanto, pueden superar esa zona: la UDI, el PC y la DC, que se cobijan en decir que no van a mirar esto, no pueden, lo hacen y se escandalizan. Por eso, se quedan en su zona de confort y dicen, ‘si algún día tengo suerte, la realidad volverá a ser como yo creo que es’. Hay otros sectores que intentan ser novedad, sin lograrlo. El PS no sabe qué hacer y cree que hay que seguir al FA, que es como seguir al caos. Evopoli no sabe qué hacer. Podrían haber sido los dueños del cambio constitucional, pero no quieren perder la derecha tradicional, entonces no saben qué hacer. En el FA hubo una fractura total. El FA nació de la fractura social de 2019, pero la abandonó por iniciativa propia. Ese es su pecado. Se les parte la coalición, se van varios movimientos, se queda el plan original de 2011, y celebran.

-Se siente más cómodos sin sus antiguos socios…

-Pero a cambio de una tesis mediocre en términos políticos. Esa tesis dice que las oportunidades de coherencia interna en un conglomerado más chico, van a permitirles conservar una capacidad de conducción política. Y eso es lo que se revela hoy día como un optimismo completamente falso.

-¿Se institucionalizó?

Hubo un análisis de que todo esto era un discurso de una gran factura, pero que no era cierto. En el fondo, en algún momento los partidos iban a volver a tomar el control y había que estar bien parado con uno mismo y con ellos. Esa fue la tesis que impuso Giorgio Jackson, a quien nunca encontré, por decirlo de alguna forma, muy apegado a la verdad, pero sí lo consideraba muy hábil. Esas habilidades están demostrando un techo, porque no fue capaz de leer las necesidades de sus aliados ni la comprensión de época, que es lo más importante. Giorgio y RD creyeron que la fractura de Chile era del tamaño de su propio liderazgo. Fue una tesis muy narcisa. Giorgio es una persona que maneja muy bien los desafíos que se interponen en su camino, pero es incapaz de abrir un camino, no tiene idea, no podría seguir el poema de Machado (Caminante no hay camino), es música para él.

-¿Crees que algo de eso se vio en su participación en el acuerdo financiero COVID?

-Por supuesto. En esa ambivalencia lo que hay es confusión. Lo vi con mucha claridad cuando estaba en el FA. Dejó de hacer política.

-¿Hay mucha influencia de la ex Concertación en RD? A todos los acuerdos que ha convocado Piñera se han subido, por ejemplo.

-Es cierto, pero con respeto, porque uno puede decir lo que quiera de la Concertación, pero lo hacían bien. RD es como la imitación barata. ¿De qué te sirve que se te vayan pateando la puerta? De la Concertación comenzaron a irse como 10 años después de su formación y cada vez que lo hacían, esos actores mantenían de todas formas un discurso moderado. Mira, a propósito del documental de Michael Jordan, cuando vienen los partidos que importan, el mejor jugador hace más puntos, no menos. Pero resulta que Giorgio en esos días desaparece de escena. Cuando vienen las cosas difíciles, a dónde va él. A la Divina Comida, a Pasapalabra.

Esto que pasó en el acuerdo COVID, de irse o no irse, significa que la ausencia de proyecto estratégico impacta en todo su equipo. O sea, Pablo Vidal, las ganas que tenía de decir algo contra Giorgio eran cero.

-Pero lo hizo luego de que Jackson se bajara del acuerdo. Dijo que el “no lo habría hecho”.

-Claro, lo tuvo que decir. Pablo Vidal es el candidato presidencial de Giorgio para esta pasada y lo tuvo que decir. La tesis central es que ellos iban a domesticar el problema porque sus socios eran muy raros. Pero no funcionó, porque el problema es político.