Feminismo migrante en clave de resistencia ante la emergencia sanitaria
Ante la emergencia sanitaria que experimenta el país con la propagación del COVID-19, los sectores migrantes nos vemos en la urgencia de activar nuestras redes de apoyo y protección, así como también fortalecer la auto-organización dentro de nuestros espacios. Es por eso, que nosotras, como mujeres inmigrantes, nos pronunciamos para evidenciar la situación que estamos viviendo: somos los sectores más excluidos del país, quienes experimentamos hoy día las consecuencias de la acentuación de la crisis social y sanitaria; sectores en constante situación de irregularidad y hasta informalidad, luchando por la necesidad de superviviencia y por conseguir un reconocimiento social y jurídico por parte del Estado.
Buena parte de la población migrante siempre se ha encontrado en condiciones de dificultad; sin embargo, ante la emergencia mundial de pandemia se han ampliado las fronteras de nuestra precariedad, profundizando los riegos a los que estamos expuestas y expuestos, mientras que se cierran las fronteras geográficas entre los países y se nos imposibilita el paso de retorno a nuestros lugares de origen.
La profundización de esta situación afecta principalmente la vida de las mujeres, ya que la pobreza, que está generalmente feminizada, se cruza con la condición de migración. Durante las últimas semanas, se nos han presentado numerosas situaciones críticas: trabajadoras informales y/o en situación de irregularidad que no pueden trabajar debido a la cuarentena; trabajadoras formales que no tienen posibilidad de cumplir la cuarentena por correr el riesgo de despido, exponiéndose ante los contagios; trabajadoras despedidas por negarse a exponer su salud o por recorte de personal de las empresas y/o comercios; madres en situación de desespero porque no tienen cómo alimentar a sus hijos e hijas; familias en amenaza de desalojo por no poder pagar el arriendo; personas que no pueden demostrar ante extranjería el sustento económico para el trámite de los documentos; familias que no pueden regresar a su país.
En este contexto y motivado a la desprotección en la que nos encontramos sumergidas, impulsamos con mayor fuerza nuestros feminismos comunitarios migrantes en clave de resistencia, apuntando a fortalecer las redes organizativas. Nuestra determinación es a no desmovilizarnos como organizaciones sociales y activismos migrantes ante la contingencia, el aislamiento no va a detener la construcción de un tejido social y solidario, ni mucho menos nuestras luchas políticas. Aunque parezca un desafío el tener que reconfigurar nuestras cotidianidades, no representa ninguna novedad cuando nuestras vidas ya están atravesadas por dinámicas de exclusión.
Desde la Secretaría de Mujeres Inmigrantes hemos tomado la iniciativa de extender redes solidarias para el abastecimiento de mujeres y familias con necesidades alimentarias extremas. Desde el mes de marzo estamos llevando a cabo la campaña “Ayudo a un Trabajadxr Migrante”, que consiste en la recolección de alimentos no perecederos o aportes económicos, para la realización de canastas básicas alimentarias. A partir de esta campaña (que todavía está en curso) hemos podido ayudar a numerosas familias migrantes, a su vez que hemos hecho un llamado a multiplicar este tipo de experiencias y a promover formas de colaboración en cuanto a esta materia.
Como organización de mujeres vamos a seguir tomando acciones que garanticen nuestra existencia, que nos permitan generar condiciones dignas para nuestros pueblos, y que también despatriarcalicen y desmercantilicen nuestras relaciones. Que ni el desarraigo ni el aislamiento nos sirvan de excusa para olvidar que son nuestras comunidades quienes tienen la determinación de decidir sobre sus propias vidas y también exigir sus derechos. Vamos a insistir en no caer en el olvido, como así lo ha querido este sistema racista que opera desde la segregación y el sometimiento de cuerpos que no les son útiles o funcionales, como los de las mujeres migrantes.