La muerte del capitalismo: Ai Weiwei sobre las consecuencias de la pandemia
Ai Weiwei (Pekín, 1957) es uno de los artistas contemporáneos que ha conseguido llevar más visitantes al museo. De niño acompañaba a su padre, el poeta Ai Qing –amigo del chileno Pablo Neruda–, a trabajos forzados por sus críticas al Partido Comunista. El artista heredó el carácter rebelde de su progenitor, siendo un activo crítico de las violaciones a los derechos humanos y las restricciones a las libertades en China. Incluso en su propia obra artística ha ido tan lejos como transmitir el registro de su propia vida y la vigilancia a que lo sometía el gobierno. Por lo mismo, no está seguro de lo que pudiera ocurrirle si volviera a Pekín. “Me es imposible expresar mis opiniones allí. La expresión es vital para la creación. No poder hacerlo es como perder la vida. No tengo nostalgia. Echo de menos a mi madre, a mis hermanos. Es mi tierra, me es familiar. Es mi idioma y tengo amigos allí. Pero, mientras China sea solo un concepto político, no tengo ningún deseo de regresar”, señaló.
Consultado frente a que Trump se refiriera al COVID-1 como el “virus chino”, lo relacionó con los errores que cometió el régimen comunista al ocultar información: “Lo grave es que el virus brotó y se propagó debido a la falta de transparencia del gobierno chino. La pérdida de vidas global ha sido enorme. Por ello, no veo mal que se le llame “virus chino”. Espero que llamarle así sirva para que ciudadanos y políticos chinos se den cuenta de que la única manera de contar con un mundo justo y seguro es garantizando la libertad de expresión”.
Posteriormente fue enfático en señalar cómo el gobierno chino atenta sistemáticamente contra las libertades, razón por la cual él no vive en el país. También culpó a la OMS de cómplice al bajarle el perfil a la epidemia en un comienzo. “Ha habido tantos desastres en China, cada uno de ellos ha estado vinculado a una coerción de la libertad de expresión. Su falta es en sí un desastre humanitario. Es harto conocido. De lo contrario, no me habría quedado en el extranjero. La libertad de expresión es como un virus, y puede ser ofensivo para algunos organismos. El Partido Comunista Chino es una organización más fuerte que cualquier otra en el mundo y ejerce su autoridad a través del control del pensamiento y el discurso de las personas. Si este desastre pudo expandirse se debe en gran parte a que China ocultó la verdad. La Organización Mundial de la Salud fue partícipe de esto al restarle gravedad y magnitud al problema, negando que estuviéramos frente a una epidemia”.
Respecto a que el gobierno chino esté apoyando a otros países con donaciones de insumos médicos, Weiwei lo calificó como una politización de los principios humanitarios. Asimismo, analizó el control social a través del cual su país enfrentó la crisis sanitaria. “Una sociedad que vive bajo un régimen autoritario funciona como un ejército y las personas son como animales cautivos. Después de haber vivido bajo fuerte control por más de 70 años, han perdido el valor de rebelarse”.
Juzgando al modelo chino como "capitalismo de Estado”, no escatimó críticas a Estados Unidos y Europa por apoyar al régimen y regirse por los beneficios en lugar de los principios. Por todo esto, y la devastación del planeta y la crisis valórica que representa en su opinión esto no es más que el comienzo del fin del sistema económico actual.
“El capitalismo ha llegado a su fin. No puede continuar desarrollándose moral y éticamente. Hace daño a las naciones pequeñas, se apodera de los recursos del planeta, saquea sin freno. China alimenta los intereses de las grandes empresas occidentales y estas han hecho que China sea cada vez más poderosa. Estas compañías no están restringidas por ningún Estado, nación o cultura. China está dispuesta a hacer cosas que no se pueden hacer en Occidente. La globalización se está llevando a cabo sobre la base del desarrollo del capitalismo y el colonialismo. La crisis subyacente es palpable, y los desastres por venir ocurrirán más de una vez”.