De la conciencia de clases y “lo quieren todo gratis” (este texto podría haber sido un meme)
Cuando las manifestaciones surgidas del 18 de octubre ya estaban en su máximo peak, leí en alguno que otro WhatsApp o escuché en una que otra reunión la consigna proveniente de personas de origen acomodado que decían “¿Por qué reclaman tanto, acaso lo quieren todo gratis?”. Hoy a 3 semanas de declarado el primer caso de Coronavirus y con más de 600 casos, concentrados mayoritariamente en el barrio alto de la Región Metropolitana, pienso en esa misma consigna y la vuelta larga que tiene que dar ese sector opinante de este Chile desigual en darse cuenta de que ninguna vida vale más que otra y que sí, efectivamente la salud es un derecho que el Estado debe garantizar.
Viendo un meme que alude a la conciencia de clases hacia un abuelo pobre - que plantea que quedarse en casa es conciencia de clase porque así no contagias a los de tu clase no privilegiada- leo a un amigo de quien postea el meme, que señala que su abuelo tardó 8 horas en encontrar cama en la Clínica Alemana de Santiago, quejándose de que básicamente a él le pasó lo mismo que a un abuelo pobre. Difícil situación para él, difícil situación para todos, porque esto nos viene a decir, en especial, a los que pueden atenderse cuando quieren, que la crisis de la salud pronto será para todos, porque hoy es para algunos (los que ansían esperar 8 horas). Y no es necesario buscar tantos ejemplos, ya que es cosa de ver lo que sucede en Italia con el crítico descarte de atención a los mayores de 80 años, fruto de este colapso. Lo que me llama la atención de esa respuesta es la sensación de vulnerabilidad que a todos les nace. Esperar en la clínica, para algunos pudo haber sido una demora en el chai latte del Starbucks, ya que en Chile ha primado la sensación de que si pagas, recibes sin espera.
¿Qué nos dice la espera de 8 horas en este Chile que hemos construido? Nos habla del principio del colapso, pero de las clínicas, porque extraño sería que dijeran que es el inicio del colapso de los hospitales públicos, ya que eso hace tiempo es una normalidad. Y es en esa normalidad en la que los profesionales de la salud están acostumbrados a operar, con cortes de luz, pocos insumos, decisiones apresuradas, en fin, tantas otras cosas que los médicos y funcionarios del sistema público podrían agregar y que en varios momentos presentan como quejas a las autoridades competentes (me costó escribir “competentes”).En el sistema público es que también se hace ciencia y se prepara a los que están en esta contingencia.
¿Vendrá la paradoja de la consigna “lo quieren todo gratis”? Que sería en realidad que, tras el colapso de las clínicas, tengan que “bajar” a atenderse al Salvador o al Tisné y tengan la oportunidad de acercarse a esos hospitales sin hotelería y sin baño privado y allí los recibirán, en el mejor de los casos, probablemente en el pasillo, como cada invierno. Así, sin querer, tendrán salud gratis y se habrán dado la vuelta larga y a lo mejor pensarán que la salud es un derecho y que tiene que mejorar. Porque hasta Macron se dio cuenta de lo valioso que es para un país tener un sólido sistema de salud, alejado, por lo demás, de una lógica neoliberal. Vuelta larga también se tuvo que dar el joven presidente francés ya que un mes antes decía “no tener dinero mágico” para estas necesidades y hoy es testigo de la pelea que están dando los y las de bata blanca.
Cuando se acabe o se controle el Coronavirus (todos así lo queremos) las luchas sociales volverán a la calle, quizás con más y más gente y, no solo será comunista, socialista o vegano pensar en la justicia y en la igualdad, ya que varios sabrán que la salud no la tenemos comprada.