Experto climático y reducción de emisiones por coronavirus: "Es una oportunidad para repensar la manera en que hacemos las cosas"
Desde que se inició la crisis sanitaria mundial por la expansión del coronavirus, un fenómeno inesperado ha sorprendido gratamente a la opinión pública. Se trata de la disminución de las emisiones de gases tóxicos, que gracias a las restricciones en diversas áreas ha mostrado la cara más amable del COVID-19.
Solo en China, productor de gran parte de la contaminación del mundo, las restricciones han llevado a la disminución del 25% de las emisiones de dióxido de carbono, lo que equivale al 6% de las emisiones mundiales.
[caption id="attachment_351766" align="alignnone" width="624"] Cuadro comparativo de emisiones de NO2 en Wuhan, China. Enero-Febrero 2019 vs. Enero-Febrero 2020. Fuente: NASA[/caption]
Ante este fenómeno, se abre la puerta a las posibles alternativas productivas que disminuyan la emisión de gases contaminantes.
El director Ejecutivo del Centro Interdisciplinario de Cambio Global UC, Andrés Pica, conversó con El Desconcierto sobre este tema, y planteó que si bien este escenario nos da una oportunidad para repensar nuestro modelo productivo, cualquier cambio que se lleve a cabo, "no estará libre de costos".
—¿Puede el mundo servirse de este ejemplo de reducción de emisión de gases contaminantes para otros contextos?
-En parte, sí. Pero gran parte de las reducciones de emisiones tienen que ver con renunciar a ciertas actividades económicas o disminuir la productividad. Por ejemplo, gran parte de la reducción de emisiones tienen que ver con la realización de menos viajes (aéreos, marítimos y terrestres). Parte de esto podría haber sido innecesario, pero un porcentaje importante implica dejar de hacer cosas, con su respectivo impacto social y económico. Esto se hace para evitar un mal mayor, que es la perdida de vidas humanas, pero no está libre de costos. Al mismo tiempo, es una oportunidad para repensar la manera en que hacemos las cosas y potenciar el teletrabajo en los sectores en que esto es viable.
—¿Por qué el mundo puede disminuir sus emisiones de gases en un contexto de crisis sanitaria pero no en uno de crisis climática?
-La amenaza del cambio climático y de la crisis ambiental-sanitaria, en general, se siente como algo del futuro, pese a que está presente hoy de muchas formas. Esto nos hace sentir que la urgencia de esta sea menor, por lo que las acciones son menos decididas de lo que debieran ser. Además, pese a que la ciencia lleva décadas señalando que los costos de inacción frente al cambio climático superan con creces los costos de mitigación, esos costos de mitigación son del presente y los costos de inacción se pagarán en el futuro. Esto hace que los tomadores de decisión posterguen estas decisiones. Mientras que la amenaza del coronavirus se ha presentado de una manera muy acelerada, lo que ha hecho tomar conciencia de que el costo de inacción es demasiado alto en el corto plazo.
—¿Abre la puerta este caso de reducción de gases para, al menos, poner en la mesa otras prioridades a la hora de producir? Por ejemplo, la vida humana por sobre la generación de riqueza.
-Espero que sí, debemos tomar conciencia del impacto de nuestras acciones en los otros y en el futuro. Esta es una lección que es importante a la hora de construir una mejor sociedad. La salud, especialmente en el caso de las enfermedades infecciosas, se comporta como un bien público, al igual que conservar la calidad ambiental. En estos casos, el libre mercado no permite llegar a soluciones óptimas desde una perspectiva social, por lo que es necesario una mirada distinta.
—¿Qué alternativas productivas recomendarías a la industria en general y a Chile en particular, considerando que países como China han disminuido drásticamente su producción?
-Creo que no hay balas de plata. Esta crisis nos ha hecho una invitación a potenciar el teletrabajo en los espacios en que esto es posible, otras actividades han tenido que enfrentar costos, que no son fácilmente recuperables. Esto, además, tiene un costo social, que no es menor. Como sociedad debemos decidir si estos costos personales y económicos valieron la pena, considerando los beneficios ambientales que tuvieron. Creo que la respuesta es intermedia. Nos permite darnos cuenta de una nueva manera de hacer algunas cosas, más sostenibles, aunque probablemente otras cosas vuelvan a la normalidad tras la crisis. El impacto de esta emergencia sanitaria nos debiera invitar a potenciar la acción climática hoy, porque los costos de inacción son cada vez más altos con el paso del tiempo.