[#Viña2020] Una historia personal con el Flaco Dinamita
He tenido la suerte de encontrarme con Paul Vásquez muchas veces. La primera, en la Maestra Vida, la clásica salsoteca que desde 1988 llena de goce sandunguero el barrio Bellavista.
Siempre que lo he visto ahí, lo veo feliz. Literalmente “en su salsa”, gozando con los ritmos afrolatinos. La Maestra es un lugar absolutamente alejado de los medios y de la farándula, un lugar más bien ligado a las luchas sociales y de espíritu popular, por eso creo que el Flaco va tanto para allá. Se ve que es feliz ahí. Es un lugar donde puede ser él mismo y estar piola. Un lugar perfecto para él.
Trabajé como productor de la Banda Conmoción cuatro años. Y en casi todos los shows de la banda en la Maestra Vida, ahí estaba siempre el Flaco. Alto, alegre, inconfundible. Se hizo muy cercano con varios músicos del grupo.
Una vez con la Conmoción fuimos a Los Vilos a tocar un verano y el show era en el borde costero. El paisaje era hermoso y hasta allá mismo llegaron por un lado el Flaco Dinamita y la querida Anita González, inagotable luchadora social. El Flaco presentó a la banda en el escenario y animó al público todo el concierto; Anita –que en esos años, si mal no recuerdo, se desplazaba en silla de ruedas– vio el show desde el público, entre medio de la gente, como siempre, e igual se movía y bailaba. La audiencia armó un círculo orgánico para protegerla y cuidarla. También, la aplaudían. Fue muy lindo.
Cristián “Hueo” Sanhueza –director de la Conmoción– hace poco recordaba esa noche: “Fue la mansa jornada, con Anita ovacionada en medio del círculo del público”, escribió. “Sí, el Flaco nos presentó en el escenario y luego vimos el baile de Anita González; qué gran noche, hace tan bien no olvidar y recordar esos tremendos momentos”, me decía Robinson San Martín, también integrante de la banda.
Luego, después del show, le celebramos el cumpleaños a la Xime, trompetista y esposa de Hueo, en la cábaña donde nos quedábamos. El carrete fue de alto voltaje. Tipo tres o cuatro am, en medio de la locura de la fiesta, el Flaco pidió silencio. Tomó una guitarra acústica que había y habló solemnemente: “Voy a cantarles una canción que escribí y que esta dedicada a Juan, un amigo de mi población. Lo queríamos mucho”, dijo.
Contó varias historias de infancia y amistad con Juan; y todos oímos en silencio. “Un día, ya grandes y en dictadura, Juan salió a protestar y no volvió más. Desapareció”. El silencio se apoderó del lugar.
“Esta canción se llama ‘El adiós de un amigo’”.
Acto seguido, el Flaco tomó la guitarra firme, nos miró a todos, dio un solo rasgueo duro y desafinado y gritó fuerte y chillón: “¡¡¡Chao Juan!!!”. Estallamos de la risa.
“Nos tuvo a todos como 10 minutos atentos al lo que iba a cantar con la guitarra en la mano y salió con la mansa talla. Nos dejo pa la caga”, recordaba Robinson. “Esa vez, terminamos con el Flaco de amanecida y ceviche en la punta de la caleta, con su vinito blanco y viendo aparecer el sol”, confesada Hueo.
Se generó entonces un hermoso vínculo. Una vez fuimos con la Banda Conmoción a un evento a beneficio de la Quinta Compañía de Bomberos en San Bernardo. Fue lindo conocer a su compañía, el Flaco es muy disciplinado y humilde ante su equipo, es uno más. Es increíble su voluntariado, sin duda eso lo hace más grande aún.
Tiempo después vino a La Joyatón, evento que armamos en el Chimkowe con Chico Trujillo.
Para coordinar los detalles nos juntamos unas semanas antes en la Plaza ñuñoa. Llegué a la cita un minuto tarde. Él había llegado un minuto antes y ya habían 200 personas a su alrededor pidiéndole fotos. La gente lo ama.
Al evento fue con el Indio. Son –o fueron– un dúo increíble, con una dinámica perfecta. Dinamita Show en vivo es una experiencia potentísima, aunque hoy son como La Polla Records: no podremos verlos más...
Pero al menos podemos verlos por separado y disfrutar –sobre todo– de la sencillez y gracia del Flaco, a quien he seguido viendo en la Maestra Vida, ahora en los shows de Santaferia con, quienes también tiene muy buena onda. Desde siempre, los músicos lo quieren mucho; no es casual el saludo de Pedro Foncea al Flaco en la gráfica del disco Bakán de De Kiruza. Todos admiran su talento. Su vínculo con la gente.
Ese es el Flaco, el humorista popular y querido, que cometió errores pero que los superó, ese rescatista valiente, fanático de Colo-Colo, que estuvo con la gente en los incendios en Valpo, en primera línea con los heridos del estallido, con el Neko y su familia; esa persona, que la audiencia hoy aplaude y premia, y que además –yo lo sé– en las artes escénicas y en la academia también lo admiran y lo estudian, porque su talento es único. Ese es el Flaco. Con sus errores y virtudes. Un grande y de verdad.
El pueblo simplemente no se equivoca y reconoce a uno de los suyos.