La tontera de exigir a Mon Laferte que renuncie a lo que merece ganar
"Tanto que habla Mon Laferte, pero igual que se forra con el Festival", dice un pensamiento hoy en las redes sociales. Y yo les respondo: Hay que ser muy básico de entendimiento, estrecho de mente, para exigir a un artista, a un trabajador, que regale su plata, que devuelva su dinero, que no acepte una remuneración, por pensar de una manera determinada respecto de un tema social. Que Mon Laferte se llena los bolsillos con el Festival de Viña. Ah, ella es crítica pero igual gana plata. Pero, Dios mío ¿Qué es lo que esperan? ¿Saben cuántos músicos, técnicos, trabajadores asisten junto a Mon Laferte a un escenario? ¿Saben cuánta es la preparación de un espectáculo de envergadura internacional? ¿Cúanto vale el desgaste físico, emocional y la exposición pública para un show televisivo multimillonario dirigido a 250 millones de tele espectadores? No usen a Mon Laferte como su chico expiatorio. Si les molesta lo que ella dice, pónganlo así, pero no le exigan tonteras que nada tienen que ver.
El festival de Viña es un tremendo negocio. Solo en sus primeros tres años como canal organizador, Chilevisión ganó ocho millones de dólares. Al adjudicar el evento a TVN y Canal 13, hace dos años, el Municipio se aseguró una renta por 169.584 UF (4.570 millones de pesos), un valor de plan de producción, realización, transmisión y promoción del Festival por 4.830.406 UF y un plan anual de promoción de la ciudad de 4.038.666 UF. Estamos frente a un negocio muy lucrativo que requiere de los artistas para vivir. Mon Laferte es solo una pieza del sistema, cuyos servicios fueron contratados por su puro mérito como voz capaz de sustentar el peso de una noche. Mon Laferte fue contactada y asegurada mucho antes del estallido social, luego de una ardua negociación propia de un artista de su nivel en un evento de este nivel. La exposición es tremenda, y la seguridad de un arte se debe resguardar.
Ahora, si la artista decide donar sus premios a una fundación, o parte de su salario - si es que así fuera-, se trataría de una decisión netamente personal, que se puede hacer a nivel público o privado, y que nada tiene que ver con la consecuencia o no de un discurso. Parte de la Dignidad de un trabajo es aceptar un salario acorde con el trabajo que se está entregando, lo que no debe estar condicionado con un tipo de pensamiento. Un condicionamiento de pensamiento sería más bien parecido a un tipo de esclavitud. Mon no está haciendo un favor a nadie en el Festival; está vendiendo su fuerza de trabajo a un empleador que usará esa fuerza para hacer crecer su riqueza.
Si ustedes, quienes critican a la artista por ganar el dinero que vale su espectáculo junto a todo su equipo, son partidarios de una forma de trabajo acrítica; si son partidarios del trabajo como una fábrica de sujetos obsecuentes y sometidos, no pidan lo mismo para quienes creen que sí se deben hace valer los talentos y sacrificios. Porque hoy, cuando desde una posición política más bien de derecha se exige consecuencia a Mon en lo monetario, nadie recuerda cuando luego del estallido social ella decide quedarse en Chile para recorren decenas de poblaciones con su show, respaldando a movimientos, pequeñas organizaciones de manera totalmente solidaria.
Mon Laferte y su espectáculo son parte de una industria millonaria, como todos nosotros lo somos de alguna forma en nuestros empleos. Su diferencia es que es artista, una pieza fundamental de la cultura, y un artista es un canal que a partir de la creación y la interpretación posiciona intereses, discursos, ideas. Y su consecuencía radica en que sus ideas y posturas responden a su historia de vida. Pocos saben lo que es cargarse de hambre, pocos saben lo que es la conquista de la Dignidad en condiciones de extrema inferioridad. Por eso Mon levanta el discurso que levanta. No le pidan, desde el absurdo argumento de sí los comunistas quieren todo gratis entonces que no acepten el lucro, que renuncie a la fuerza a la dignidad de un trabajo remunerado acorde a las ganancias que obtiene un patrón; un municipio, un canal de televisión. Si su discurso es el que te molesta, entonces el problema es tuyo, no de la Dignidad o consecuencia de Mon Laferte.
Hoy el Festival de Viña se ha convertido en un espacio preciso para difusión de ideas, una plataforma que sin temor los artistas están usando para expresarse de la manera más masiva. En ese uso Mon Laferte ha sido protagónica. No es difícil entender por qué ciertos grupos la atacan de la manera que lo hacen. Que ella duerma tranquila.