Qué emocionante Kramer: cuando un artista toma el guante y vuelve digno un escenario
Qué emocionante Kramer. Qué valioso subir a un escenario cuestionado, rechazado, invalidado por un movimiento social activo y valiente, y usarlo para trasladar todas las capacidades histriónicas y teatrales a un guion, una historia, un relato que se haga cargo de manera tan atrevida y empática de lo que está pasando en Chile. Una rutina que identifica a los personajes nefastos que han extremado la defensa de la desigualdad, rostros simbólicos del abuso que hizo explotar a este país, sacándolo de la falsa normalidad en la que hemos vivido los últimos treinta años.
Es emocionante ver en una Quinta Vergara de ánimo extraño, de nervio constante, un escenario asediado por el fuego que hizo arder la ciudad de Viña del Mar, a un artista exponiendo a la figura de Juan Andrés Fontaine, el exministro de Economía que mandó a la gente trabajadora a levantarse más temprano para evitar el alza del pasaje del Metro. Es emocionante, mientras un jefe de zona de Carabineros habla de Derechos Humanos al enfrentar a la prensa por la jornada de disturbios en la ciudad jardín, ver a un comediante imitar a un carabinero y recordar al país "lo que hemos robado". Es digno lo que ha hecho Kramer, es osado en su repaso de lo que ha sido el gobierno en los últimos meses: No es Kramer el que se burla de Mañalich: es Mañalich el que se burla de todos nosotros hablando del mejor sistema de salud pública del mundo mientras nos dan hora para un año más en el hospital. No es Kramer el que se burla de Piñera: es Piñera el que se burla del país al que le prometió tiempos mejores al irse a comer pizzas mientras el país estallaba en un grito general de reclamo. No es Kramer el que se burla de Marcela Cubillos y Karla Rubilar: es el gobierno el que se ha burlado de su pueblo pretendiendo normalidad a punta de leyes ridículas y criminalizadoras, tan parecidas a la fantasiosa Ley antipifias. No es Kramer el que se burla de Chadwick recordándolo como chancho: es Chadwick el que no debe ser olvidado por su complicidad en tanto crimen de Estado.
Es emocionante ver a Kramer valorando el rol de la primera línea. Verlo triunfando contra los poderosos vestido de Massú. Porque es cierto que nada es imposible, que niuna weá lo es. Y es cierto que para que los chilenos de abajo derroten a los de arriba se necesita de unidad. De la unidad representada en el apoyo de la señora Pikachú, del estúpido y sensual Spiderman, del anonimato del Pareman. Es emocionante ver que un artista, un comediante que uno vio desde chico haciendo parodias, imitando las más básicas trivialidades; hoy sepa -como todos lo hemos sabido- que el país ya no está para quedarnos en lo básico, que en el lugar que estemos debemos tomar el guante, poner el pecho y ponernos a disposición del espíritu original de ese grito del 18 de octubre. Y ese grito original es el que triunfó esta noche con Kramer. El grito reflejado en su sarten con que salió a marchar. El grito final en el triunfo de Massú asegurando que sí se puede vencer a la desigualdad, que sí se puede vencer a la justicia.
Qué emocionante y qué valiente Kramer. Qué emocionante verlo representar a tantos que salieron a marchar para que sus mamás tengan mejor pensión. Verlo mostrar los carteles que tapizan Chile exigiendo dignidad. Sin perder gracia, haciendo guiños a la contingencia, a los memes de los que todos nos reímos; logrando momentos hilarantes, proponiendo imitaciones nuevas, aumentando la teatralidad de un show sencillo, dijo lo que el pueblo ha dicho de todas maneras posibles en los últimos meses. El que no salta es paco. Se puede vencer a las AFP, a los ladrones de cuello y corbata, a la deuda universitaria, al empresariado coludido. Sin obviar a anormalidad en que se levanta el show del Festival de Viña. Sin olvidar la violencia policial. Sin perder la identidad, el encuentro con lo que somos.