¡Adiós, amor romántico! Las niñas de hoy ya no esperan al príncipe azul, ahora son objetoras de conciencia del statu quo

¡Adiós, amor romántico! Las niñas de hoy ya no esperan al príncipe azul, ahora son objetoras de conciencia del statu quo

Por: Alejandra Valle | 14.02.2020
Hoy, nuestras hijas e hijos tienen a la mano historias con ejemplos muy lejanos a esas heroínas que parecían incompletas sin la llegada de un príncipe azul, ese amor estilo Disney antiguo, que tanto daño nos ha hecho a la hora de embarcarnos en relaciones de pareja. Aquí algunas recomendaciones.

Cuando pienso en lo perjudicial del amor romántico, se me vienen a la cabeza el maldito gavilán de Violeta Parra, ese hombre casado al que le cantaba Edith Piaf o el tormentoso amor de Frida Kahlo y Diego Rivera. Mujeres llenas de talento, admiradas, inteligentes, poderosas, pero siempre carentes de amor, mendigando cariño, como si no fueran suficiente para ellas mismas. De niña me preguntaba si era necesario sufrir por amor así, llenarse de dolor y lágrimas para lograr componer, cantar o pintar con esa pasión.

Claro, desde la Edad Media que unos hombres con panties y mandolina, nos vienen cantando sobre caballeros en graciosos corceles y mujeres de una belleza indescriptible, que los esperan para lograr ser felices. Qué sería de Cenicienta sin el príncipe que se la jugó por encontrarla, qué sería de Aurora sin el beso de amor verdadero que logró despertarla. La mujer no está completa si no “logra” que un hombre la ame. Si no es así es porque de seguro no es lo suficientemente linda o virtuosa, no es lo suficientemente mujer.

Afortunadamente, en mi vida existió mi abuela Amelia, una fanática de Luoise May Alcott, y mis heroínas terminaron siendo Jo March, la protagonista de Mujercitas; y Polly Milton, la resuelta adolescente de Una Niña Anticuada. Dos mujeres que se ubican lejos, muy lejos de las otrora pusilánimes princesas Disney.

Y digo otrora porque hay que reconocer que han cambiado mucho. Elsa, Mulán, Mérida, Maléfica y hasta las nuevas Cenicienta y Bella se tuvieron que poner a tono con los nuevos tiempos. También las historias de superhéroes.

Hoy, nuestras hijas e hijos tienen a la mano historias con ejemplos muy lejanos a ese amor romántico, que tanto daño nos ha hecho a la hora de embarcarnos en relaciones de pareja. Aquí algunas recomendaciones.

Anne with an E: Divertida, llena de imaginación, carente de belleza para los estereotipados cánones de la época victoriana, extremadamente inteligente, solidaria y una maravillosa narradora de historias. Basada en la novela Anne de las Tejas Verdes de Lucy Maud Montgomery, un clásico canadiense de 1908, Anne with an E cuenta la historia de Anne Shirley, una huérfana que vive en orfanatos hasta los 13 años, hasta llegar a la Isla del Príncipe Eduardo, donde ayuda a dos hermanos con una granja mientras descubre su gran potencial como luchadora social y defensora de los derechos de los demás. Es una historia hermosa para conversar acerca del amor propio, de la amistad, de la identidad sexual y, finalmente, de creer en el bien común amando nuestras diferencias. En una escena, Anne cumple 16 años y sus padres adoptivos le hacen una torta, es la primera vez que alguien le celebra el cumpleaños. Y es la propia Anne quien hace la mejor definición de sí misma: “Soy una objetora de conciencia del statu quo”. El pasado 3 de enero, se estrenó la tercera temporada y con ella la historia tiene un cierre. Sin embargo, sus fanáticos no quedaron conformes y armaron una petición para que siga en Change.org, la que tuvo más de 170.000 firmas.

Sabrina: Basada en la famosa serie de los noventas, “Sabrina, la bruja adolescente”, esta nueva versión también sigue los pasos de Sabrina Spellman, una niña mitad bruja mitad mortal, que al cumplir 16 años debe decidirse por uno de los dos mundos. Pero Sabrina es una joven de armas tomar y ella decide enfrentar todo lo establecido, sin entender por qué no puede seguir manteniendo a sus amigos del colegio y, a la vez, gozar de los privilegios de la magia… Aunque eso implique enfrentar al temido Señor Oscuro. Sin perder el sentido del humor de la serie original, los diálogos están llenos de activismo político y lucha por la libertad individual. Harta de lo políticamente correcto, el patrón de conducta de Sabrina se basa en cuestionárselo todo y rebelarse contra la opresión de su sistema. Acoso escolar, el puritanismo de las religiones, lo prejuicios en torno al colectivo LGBTIQ+ son algunos de los temas a los que se enfrenta esta bruja en ciernes. Kiernan Shipka, la actriz que encarna al personaje, se sintió identificada con ella desde un primer momento. “Esta serie tenía ese ángulo feminista desde el principio, pero introducido de forma natural. También es el resultado orgánico de tener mujeres escribiendo guiones y trabajando en el set”, dijo en una entrevista para “El Periódico” durante el Festival de Sitges.

Sex Education: Si hay una serie que podría identificarse con la frase amor es amor, es esta serie inglesa que cuenta la historia de Otis Milburn y su compañera Maeve Wiley. Otis es totalmente inexperto en materia de sexo, tanto que ni siquiera es capaz de masturbarse, quizás afectado por tener una madre que se dedica a entregar terapia sexual y que habla de sexo como si hablara de ir a comprar al supermercado. Maeve es una joven aparentemente rebelde, extremadamente inteligente, empoderada y feminista. Juntos detectan un negocio redondo: entregar consejos sexuales a sus compañeros, evidenciando así que la prácticamente nula educación sexual integral, afectiva, no sexista, no es un problema solo de nuestro país. Ágil, irónica, sin tapujos, ideal para ver con hijos e hijas adolescentes, para conversar en serio sobre temas que pueden parecer complejos. De manera a veces alegre, a veces emocionante, muestra el doble estándar de las sociedades, que crean personas reprimidas incluso en el siglo XXI. Pero también habla desde diversos ángulos del siempre tabú tema del sexo. En esta segunda temporada hablan de pansexualidad, de sororidad, de abuso y hasta enseñan a tener sexo anal de manera limpia. Una joya.