La masculinidad tóxica en la nueva película de Alejandro Fernández Almendras
En marzo de 2018, cuando Alejandro Fernández Almendras (48) estaba en proceso de montaje de su película El estreno, junto a la dificultad de tener que editar escenas durante 16 horas diarias en checo –idioma que no entiende–, se sumó un fuerte dolor estomacal. Pero como tenía que estrenar en unos meses, aguantó hasta que no pudo más y finalmente terminó en el Hospital del Salvador.
“Cuando llegué tenía una peritonitis y casi me muero. Me operaron el mismo día y me salvaron la vida, pero como no había camas tuve que pasar cinco días en una camilla en un pasillo, esperando. Finalmente estuve como dos meses en el hospital”, cuenta el director de Huacho, Matar a un hombre y Mi amigo Alexis, entre otras producciones.
-Ganaste premios en festivales de cine importantes, como Sundance y Rotterdam, y has estrenado en la Semana de la Crítica en Cannes. Uno pensaría que tienes un mejor sistema de salud que la mayoría de los chilenos.
-Estoy en Fonasa y mis hijos también. Primero vi todos los programas de las isapres y no te aceptan como trabajador independiente porque si te atrasas un mes te cobran multas, te meten en Dicom y te amenazan con demandas. Tengo tres hijos y se atienden en el Calvo Mackenna, que es el mejor hospital de niños que hay, y yo, bueno, cuando tengo una urgencia tengo que chupármela nomás. Quizás la próxima vez, antes que me operen, voy a preguntar si tienen camas, porque el mito de ser director de cine es que ganas mucha plata y eso no es cierto. Por eso me veo más como un obrero audiovisual, hago películas y también hago clases en la (Universidad de) Chile.
El Estreno y el feminismo
-En tu nueva película se habla de acoso sexual y la violencia en la pareja. ¿Cómo llegas a estos temas que no son centrales en tu obra anterior?
-Quería hablar desde un lugar que siento que es políticamente incorrecto, pero hasta cierto punto más honesto, que es el lugar del hombre en lo que está ocurriendo hoy día en relación al feminismo. Porque es mucho más fácil ponerse una careta y decir que uno no es lo que es, que uno no actúa de la manera que actúa, que uno no piensa lo que piensa.
-Como el protagonista de la película, que es un director teatral bastante tóxico.
-Claro, porque se ha naturalizado mucho el patriarcado, en términos de las películas y en cuanto a la relación de pareja. Creo que un hombre difícilmente puede decir que es feminista, que es como decir que yo soy negro o arrogarme el derecho de ser indígena cuando no lo soy. Creo que los hombres no tenemos que hablar de feminismo, sino que debemos hacernos a un lado y que hablen las mujeres. Esta es una película que desde la masculinidad asume lo que somos los hombres, que es redescubrirnos desde esa toxicidad del patriarcado. Y en ese sentido creo que esta es la película más honesta que podría haber hecho sobre el tema del feminismo, que es no hablar por el otro, sino hablar por mí.
-También cuestionas la visión romántica de la vida en pareja. De hecho hay un diálogo en que una actriz joven le dice al protagonista: “No confundas la felicidad con estar caliente”. Es curiosa la visión romántica de estar en pareja porque se la atribuimos a las mujeres, pero somos los hombres quienes históricamente hemos planteado y sostenido ese discurso en las artes.
-Claro, y pocas veces nos damos cuenta de lo tóxico que es un amor romántico, idealizar al otro, no verlo, no escucharlo. Este tipo se acuesta con la actriz joven dos veces y ya le está compartiendo su vida, sus sueños, y eso impone una carga súper grande en el otro. Eso es lo que ella no está dispuesta a tomar, no le interesa ser una mujer más en la vida de este hombre, y eso desde el lado del hombre romántico se ve como una gran traición a sus sentimientos, a su idealización del otro y a su fantasía de las relaciones. Creo que es súper difícil llegar a una igualdad, o un respeto mutuo, si es que no enfrentamos el fantasma y la falacia del amor romántico.
El caso de Nicolás López
-Se da la casualidad que compartes la cartelera con la película Cosas de hombres, creada por Nicolás López, acusado por violación y abuso sexual. De hecho la Red de Actrices Chilenas sacó una declaración en rechazo a esta obra. ¿Qué te pasa con eso?
-Me genera cosas bastante opuestas, porque conozco a Gabriela Sobarzo, que es la directora de la película, y le tengo mucho cariño y debe ser una de las profesionales, en términos de oficio, más brillantes de Chile. Entonces, encuentro que el tema de López no tiene nada que ver con Gabriela y se está culpando a una mujer de las cosas que, supuestamente, hizo un hombre. De una manera absurda, de nuevo, las mujeres terminan pagando los platos rotos.
-Te lo pregunto porque me parece que este es un tema de industria, donde hay fiestas, alcohol, gente famosa y se terminan conociendo estos casos de abuso.
-Creo que son casos particulares y el mundo del cine que conozco no es así. De hecho, antes de hacer cine trabajé en un packing de frutas y después en periodismo, y el tema del abuso lo vi en todos lados. Pero si las acusaciones sobre López se prueban y termina en la cárcel o pagando una súper multa, como sociedad tenemos que hacernos cargo de aceptar esa pena y no pedir penas extras. Porque si eres panadero y matas a alguien, cumples 20 años de cárcel y después nadie te puede prohibir que sigas teniendo una panadería.
-Para eso hay que confiar en el funcionamiento del sistema judicial en estos temas de acoso, abuso y violación, pero en el caso chileno esa confianza no existe.
-Creo que en el caso de López el sistema está funcionando. El tipo está procesado y hay una investigación en curso, o sea que está en el lugar que debe estar.
Hablar de plata
-En tu filmografía el tema de la economía doméstica es importante, la plata es un tema central en tus películas.
-Tal vez tiene que ver con mi pasado de periodista económico, y tiene que ver conmigo también, por algo me interesó la economía. Me parece que la manera o el pegamento que une y articula la sociedad contemporánea son la economía y el dinero, y desde que empecé a hacer cine me parece súper interesante el hecho de hablar de plata.
-En tus guiones los personajes están trabajando, hasta en la película de Alexis Sánchez muestras eso, que la acción del personaje es el trabajo.
-Sí, es que yo no vengo de una familia de plata y siempre me hizo ruido que en las películas la gente no trabajara, que no ganara plata, que nunca tuvieran problemas de plata o que fuera un problema secundario. Entonces es un problema de clase, y a partir de esa conciencia, o de ese descubrimiento de aceptación en ese lugar de la sociedad, es que puedo hacer películas. Porque me parece que el dinero y el trabajo son cosas que nos definen: nos define la cantidad de dinero que tenemos, la cantidad de dinero que ganamos, nuestro trabajo o nuestra herencia. Hay gente que no tiene la necesidad de trabajar, nunca la va a tener, y yo por más que trabaje nunca voy a poder acceder a ese nivel de plata y mis hijos tampoco.
-En Huacho, que se estrenó hace 10 años, se habla de la precariedad laboral, pensiones, educación, temas que se han instalado por el movimiento social y que se discuten actualmente.
-Y se van a seguir discutiendo porque si cae un marciano en este país lo primero que se preguntaría es: ¿cómo aguantan? Cuando se produjo la explosión, un periodista de la tele le preguntó a una señora en la calle cuánto tiempo llevaba esperando la micro, y ella le respondió: 30 años. Ese tipo de conciencia social nunca se perdió, por eso me parecía injusto y súper arrogante los que decían que el chileno no tenía conciencia, que era alguien que se dejaba avasallar. La conciencia social estaba ahí y la gente de la calle sabía lo que estaba pasando. Lo que necesitábamos era una mecha, que alguien se atreviera a hacerlo primero, que fueron estos cabros que saltaron el torniquete del Metro.
-Si el descontento estaba en la calle hace tiempo, ¿por qué los medios de comunicación de referencia y la clase política se vieron tan sorprendidos con el estallido social?
-Existe un miedo de la gente que trabaja en los grandes medios de decir las cosas como son. A amigos míos los han echado porque decirle a los editores que no van a seguir cubriendo de la manera que lo han estado haciendo, que están mintiendo descaradamente y no haciéndose cargo de la verdad. Creo que el problema de la concentración de medios en Chile es terrible y es uno de los grandes temas que debe ser tratado a nivel constitucional. Por ejemplo, hubo una marcha de más de un millón de personas protestando contra Piñera, y el titular en El Mercurio era el tweet de Piñera apropiándose de la marcha. Hueón, la marcha era contra ti.