El falso antagonismo político de Vidal y Lavín

El falso antagonismo político de Vidal y Lavín

Por: Francisco Mendez | 22.01.2020
¿Son Lavín y Vidal lo que debería ser la izquierda y la derecha? ¿Son ellos la representación real sobre lo que son los antagonismos políticos y sociales? Yo me aventuraría a decir que la respuesta es obviamente que no. Ellos, más bien, son una pareja interesante para quienes quieren caricaturizar lo que es pertenecer a sectores ideológicos y reducirlos a una conversación simpaticona y descafeinada, la que determina qué es o no violento y cuál es la manera en que se expresan las desilusiones, la rabia y la indignación en democracia.

Hoy parece muy de moda escuchar a Joaquín Lavín. Junto a Francisco Vidal tiene una dupla televisiva en la que tratan de discrepar amablemente, con sonrisas, con palabras de buena crianza que tengan como foco central la “unidad”. Cada vez que pueden, ambos personajes de la transición hablan de lo importante de mantener una amistad cívica, una “convivencia democrática”, y en el matinal al que van, Bienvenidos de Canal 13, los felicitan por hacer lo que “debería hacer en política”

Por esto es bueno preguntarse, ¿son Lavín y Vidal lo que debería ser la izquierda y la derecha? ¿Son ellos la representación real sobre lo que son los antagonismos políticos y sociales?  Yo me aventuraría a decir que la respuesta es obviamente que no. Ellos, más bien, son una pareja interesante para quienes quieren caricaturizar lo que es pertenecer a sectores ideológicos y reducirlos a una conversación simpaticona y descafeinada, la que determina qué es o no violento y cuál es la manera en que se expresan las desilusiones, la rabia y la indignación en democracia.

Vidal, con su tono de militar frustrado, asiente a los discursitos líquidos de Lavín, esos que cierto progresismo está viendo con buenos ojos como si el alcalde hubiera “despertado” y “entendido” ciertas cosas. Pareciera que se nos olvidó a todos quién es el otrora contrincante de Ricardo Lagos y al exvocero principalmente. Él lo felicita con la mirada y se siente feliz de ser parte de esta supuesta representación de dos ideologías; de ser algo así como una “contribución al diálogo”, como si las lógicas transicionales tuvieran algo que hacer en este contexto en el que nos encontramos.

¿Será eso lo que quiere la televisión? ¿Quiere que sigamos creyéndonos el cuento amistoso de que las controversias políticas deben ser solucionadas sin que se hable de ellas y sin contenido político real? Pareciera que sí. Y pareciera también que Joaquín Lavín, una vez más, lo ha entendido mejor que nadie.

Quien fuera el eterno candidato de la derecha hoy intenta dar señales de cambio en su manera de pensar desde “el sentido común”, cuestión que resulta muy fácil y saca aplausos. Pero, ¿y el debate ideológico? ¿Y la visión de lo que debe ser el ser humano en un futuro modelo de desarrollo? Eso no se habla porque es muy complicado para “la señora en la casa” y para el mismo alcalde, el que nos quiere contar que, al estar al mando de una comuna como Las Condes, de pronto se dio cuenta de todas las carencias en las que vive el ciudadano chileno. Curioso al menos.

Parece relevante detenerse y observar a estos personajes. Por más que repitan cosas que nos parezcan razonables, lo cierto es que la forma en que presentan los problemas y en que deben o no resolverse, son simplonas y peligrosamente amistosas. ¿Por qué lo digo? Porque las diferencias políticas no son solo peleas entre amigos que luego terminan tomándose un trago. Esas diferencias son más fuertes, traen consigo cuestionamientos morales y éticos al otro, porque de lo contrario no serían diferencias. Y es que lo político duele, quiebra, divide, pero para lograr que se maneje medianamente bien, primero hay que visibilizar las grandes fisuras y no cubrirlas con un manto dulzón de “buena onda” televisiva.

Joaquín Lavín y Francisco Vidal creen que debatiendo jocosamente en horario matinal se podrá llegar a una solución a la situación en la que estamos. Están convencidos de que son un aporte a algo, pero lo cierto es que, aunque el edil parezca estar “en sintonía con la calle”, todo esto no parece más que su sempiterno sentido de la oportunidad. ¿El problema? Que siempre ve esto desde la mirada de municipalidad, y hoy lo que menos se necesitan son alcaldes. Se necesita teoría para plantear un nuevo futuro concreto.