Alex Anwandter y la gorra de paco: tremendo gesto subversivo
Con la gorra institucional, una mano en el ojo y las uñas pintadas de negro, interpreta Paco vampiro, su canción sobre el estallido social que escribió en cinco días en noviembre pasado. A la letra, le sumó un par de verdades: “cómo piden paz si siguen matando, cómo piden paz si siguen reprimiendo, hay que ser muy careraja para pedir paz”. Su performance en el Festival de Olmué cobra una rabiosa trascendencia en tiempos donde se debilitan las libertades, la igualdad y la inclusión de la diversidad.
El cantante de Cordillera aprovecha esta vitrina en televisión abierta y apuesta por la crítica política con valentía, pasión y vehemencia. Al inicio del estallido social, era común verlo en Plaza Dignidad manifestándose como uno más pañuelo al cuello, enfrentándose a los pacos, clamando por cambios estructurales y el fin de las desigualdades del modelo neoliberal. De ese estallido ya han pasado tres meses y poco y nada se ha ganado, por ese motivo Anwandter sigue en la lucha aprovechando cualquier instancia en medios de comunicación masivos para denunciar la brutal represión de Carabineros que dispara perdigones y bombas lacrimógenas directamente a los ojos y rostros de los manifestantes. El balance es desolador: más de 400 víctimas de heridas oculares, 33 jóvenes que perdieron sus ojos al recibir disparos, cinco personas muertas y miles de heridos.
En Chile, la comunidad LGTBQ siempre ha sido víctima de la inequidad, la exclusión y la homofobia, ahora hay que sumar graves casos de tortura sexual por parte de agentes del Estado. Como ya no tan solo importa el fondo, sino también la forma, Anwandter repolitiza la disidencia sexual y despliega la estética queer pop bailable de sus canciones. El intérprete de Paco vampiro tiene un sello propio y reconocible por el público: antipatriarcal, feminista, andrógino, tensiona la heteronorma y recupera voces, texturas doradas, maquillajes. Vestido de negro, de luto, se apropia de la imaginería gay, de la coexistencia en un solo cuerpo de significantes masculinos y femeninos y la tensión que entre ellos se crea. Bajo el artificio de las luces y reflectores de un festival veraniego, nos recuerda que el género y la identidad sexual también son una ficción y una construcción social que se enfrenta al poder.
A Anwandter no le falta calle. Conoce de primera fuente la violencia con la que Carabineros reprime las protestas pacíficas, ha sentido el efecto de las lacrimógenas y el agua tóxica del guanaco. Sus demandas son las mismas que rezan las pancartas, que no son nuevas y responden a las necesidades más básicas de la mayoría de los chilenos: No+AFP, aumento del sueldo mínimo, No+ CAE, sistema de salud digno y gratuito para todos, fin a las graves violaciones a los derechos humanos que se han registrado desde el inicio de esta revuelta social.
El Chile que sueña Anwandter es el mismo con el que sueñan los movimientos sociales que se tomaron las calles desde el 18 de octubre. En su performance en Olmué, el cantante habló de los 30 años de abusos, de balas, sangre, de un país con olor a lacrimógena que no se va, de un paco vampiro al que hasta su madre le dice conchetumadre.
“La TV miente” es una de las consignas que más se lee en los grafitis y carteles en la calle. Por eso, el cantante vomita su verdad en TVN, canal que se ha dedicado a desinformar, manipular, tergiversar, esconder las demandas sociales y exhibir una normalidad irreal a través de sus noticieros y el resto de su programación, olvidando su responsabilidad como televisión pública.
Anwandter cambia Plaza Dignidad por el Patagual para ejercer su legítimo derecho a manifestarse y nos recuerda que debemos continuar en las calles para exigir sin concesiones y avanzar, de una vez por todas, sin ningún paso atrás, en los cambios al modelo social y en la ampliación de las libertades civiles. Ese es Chile que quiere Anwandter y la mayoría del país, un Chile en el que todes puedan caber y vivir con dignidad y orgullo.