(me llamo) Sebastián: “Yo veo a Piñera y para mí es dictadura”
“Siempre he sido un gitano” aclara al teléfono desde Madrid Sebastián Sotomayor (32), radicado en la capital española desde mediados del 2019, desde donde tenía pensado regresar justamente la semana en que empezó el estallido social: “decidí no hacerlo por lo que me contaban, que la gente perdía los ojos, que había 30 muertos”, dice el músico conocido como (me llamo) Sebastián, y luego agrega: “conocer el informe de la Comisión de Derechos Humanos es dictadura, yo veo a Piñera y para mí es dictadura”. Sobre la crisis social por la que vivimos los chilenos explica que se siente orgulloso por quienes siguen protestando, además revela cuan impactado está por el manejo internacional de Chile, ya que en la península ibérica ya ni se habla del tema.
Sotomayor, quien el 2017 estuvo envuelto en una polémica por la acusación de abuso en contra de Pablo Gálvez —guitarrista de su banda— cuenta que está buscando un futuro en España, después de haberse embarcado en una gira a México en el 2018. “Creo que no me siento muy cómodo con regresar a Chile, aún percibo que hay gente que me tiene mala onda por la funa que tuve hace años”, dice en relación a las acusaciones que lo tildaban de encubridor del caso ya mencionado.
¿Crees que pusiste en duda la acusación?
Lo que te puedo decir es que hay siete testimonios de niñas que dicen que él abusó de ellas de distintas formas. Claramente Pablo es un abusador y nos mintió a todos, a mí me lo negó, que todo era un invento en contra de él. Lo que más siento es que quedó una sensación como si yo lo hubiera defendido y eso nunca pasó. Yo lo saqué de mi banda y sí le tenía aprecio, pero eso no tiene nada que ver con ser encubridor o defenderlo.
¿Hablas con él?
Él se fue a una ciudad que ni siquiera sé dónde es, no hablamos desde hace tres años. A él ni siquiera lo funaron, me funaron a mí. El sigue con sus redes sociales, y a mí nadie me escuchó y quedé mal catalogado.
¿Crees que esto afectó tu estadía en México?
No, para nada. Creo que lo que me afectó es que sólo podía estar como turista tres meses y yo voy como turista a todos lados. Soy un hippie, tengo mi guitarra y mi maleta. Lo único que soy son mis canciones, el resto son solo cosas. La plata no es algo que me mueva.
¿Y se puede vivir de la música en Madrid?
Yo genero una plata mensual por todo lo que he grabado desde hace muchos años, pero piensa que en las piezas que yo vivo no hay cocina (ríe). La plata me la gasto en hacer videoclips, fumar marihuana o hacer más canciones.
¿Canciones de tu nuevo disco? ¿Cómo se viene eso?
Se llama El Sueño y es un proyecto que nació después de lanzar La Sombra (2017), justo cuando pasó lo de Pablo. De alguna forma me encontré con mi sombra constantemente, entonces fue como perderme en mi negatividad, depresión y sumergirme en rincones muy oscuros.
¿Entonces ‘El Sueño’ es más luminoso?
En La Sombra hubo mucho de guitarras eléctricas y rabia que tenía guardada, me victimicé mucho, ahora ya me cansé de gritar y quise conectarme con la dulzura, con lo vulnerable. Siento que socialmente el mundo está tratando de hacer realidad un sueño global como el feminismo, las diversidades sexuales. Todos están levantando su voz para hacer realidad un sueño y mis canciones se tratan de eso.
El primer sencillo se llama ‘Lo importante’. ¿Quisiste reflejar cosas de las que nos olvidamos a veces, como los afectos?
Sí, más que todo, de cómo nos adornamos de un celular, de revisar historias y se nos olvida lo que realmente importa, como la familia, la gente que nos quiere o vínculos que cuando no están, se extrañan.