Claudio Fuentes, director de Santiago OFF: “El teatro se ha ido adelantando a movimientos sociales importantes; antes el bufón le anunciaba al rey lo que estaba sucediendo en el pueblo”
El viernes 18 de octubre pasado era la jornada final del encuentro de dramaturgia La rebelión de las voces, que el Festival Santiago Off realiza cada año desde 2011. Mientras bajo ese título se realizaba este movimiento creativo en una sala del GAM, en el exterior la rebelión social comenzaba a tomar forma. La coincidencia hizo que, al día siguiente, debiera suspenderse la ceremonia de premiación porque la energía estaba definitivamente en la calle. “Fue para nosotros súper metafísico cómo se fue dando todo y cómo se manifestó”, recuerda Claudio Fuentes, director de Santiago Off. “Muchos movimientos sociales estábamos en una necesidad de ebullición, de que existiera un momento en que todo explotara”, agrega.
Pero no todo es coincidencia. En sus nueve años Santiago OFF se ha caracterizado por tener una línea política en resistencia a los cánones establecidos en materia cultural, generando instancias de reflexión, discusión y acceso abierto a la comunidad. Todo ese camino adquiere mayor sentido en estos días en que manifestaciones de artes escénicas y performáticas como Las Tesis (que estarán en el festival) se transforman “en voz ciudadana, que denuncia y da un tratamiento artístico a situaciones sociales”, explica Fuentes.
-¿Cómo se ajusta el foco de este año del Santiago Off a lo que está ocurriendo?
-Estábamos enfocados en una línea performática antes del estallido. Eso porque desde hace muchos años tenemos relación con el festival mexicano Teatro para el fin del mundo, y desde el año pasado teníamos muchas ganas de que su director, Ángel Hernández, nos volviera a visitar. Cuando pasó lo de octubre, Ángel ya estaba confirmado para hacer un seminario llamado La escena en estado de emergencia. Sentíamos que era el momento de generar contenidos que tuvieran que ver con esa lógica. Y cuando ocurre el estallido, coincide, y el festival fue tomando la forma que hoy tiene. El teatro se ha ido adelantando a movimientos sociales importantes, su historia ha sido así; antes el bufón le anunciaba al rey lo que estaba sucediendo en el pueblo. Esa es la bella misión de generar un espejo de la sociedad, por cliché que suene.
Y lo que pasó con Las Tesis es un fenómeno nunca antes visto. Las teatralidades y las performances están marcando una pauta porque finalmente se transforman en la voz del descontento social. Ellas tienen una performance en pequeño formato, que ya estaba seleccionada antes del estallido y siento que lo que sucedió con Las Tesis es fenomenal y no solo por lo performático sino por cómo se condensó el movimiento feminista en una necesidad de poder darlo a conocer. El programa apunta a la línea de la performance y la política y qué suerte que haya ocurrido. Es una coincidencia y una consecuencia.
-¿Cuál es la reflexión de hacer un festival en estas condiciones sociales?
-Creo que el estallido social es el inicio y final de demandas que venían en todo orden de cosas. Muchos movimientos sociales estábamos en una necesidad de ebullición, de que existiera un momento en que todo explotara, y en ese sentido fue super coherente para nosotros porque es lo que hemos venido demandando durante estos nueve años de labor.
-¿Qué destacarías de la programación?
-Tiene tres focos marcados: obras que responden a lo mejor de la cartelera nacional, donde destaco a Casa de muñecas y La apariencia de la burguesía; nos interesaba tener porque son fundamentales, de creadores y creadoras muy cercanos al festival. Hay además un foco regional importante para dar relevancia a compañías que están emergiendo. Además, hay obras que vienen de Latinoamérica y Europa que siguen una fuerte línea política.
-¿Qué rol cumplen las artes escénicas en este escenario social?
-El festival parte con la compañía La Fulana Teatro y otras que estuvieron en los inicios y han sido parte de la organización. Creemos que el teatro y las artes escénicas en general son 100 % políticas, cualquier manifestación artística tiene inherentemente un componente político y social importante y sobre todo en Chile. Estuvimos en una transición de 30 o 31 años y el tratamiento y contenido del teatro político chileno tiene que ver con esa necesidad de memoria colectiva. Hoy, que nos encontramos nuevamente con la opresión, las artes escénicas se transforman en esa voz ciudadana que denuncia y da un tratamiento artístico a estas situaciones sociales.
Como organización tenemos una idea política del arte y respecto a la ocupación de espacios culturales hechos para la circulación, espacios que ha costado mucho ganar en estos años. Creemos profundamente que los movimientos culturales son los responsables de generar esos contenidos que pongan en valor esa resistencia cultural.
-La resistencia cultural que llamas se opone a la cultura oficial. ¿Cuál es la crítica puntual que haces a esa oficialidad?
-La estructura cultural en Chile tiene una gran deficiencia ya que la única vía de acceso al financiamiento cultural es la concursabilidad. Personal e institucionalmente creemos que la concursabilidad debiera ser una vía, pero no la única. Los festivales ponen en vitrina obras artísticas que luego tienen la posibilidad de circular, de internacionalizarse y con eso se logra la consolidación de los colectivos. Muchas veces por estar solo en la concursabilidad, se generan competencias y no se hay continuidad, ni de elencos, ni de espacios ni de organizaciones culturales que finalmente contribuyen al patrimonio social. Cuando las organizaciones culturales están siempre en la fragilidad de no saber si el próximo año vas a tener el Fondart para poder llevar adelante un festival que ya es reconocido nacional e internacionalmente, ahí siento que hay una deficiencia en la estructura, todo es cortoplacista.
-¿Cómo sería el modelo que propones?
-Hay caminos como la plurianualidad en los fondos concursables y el aumento para la creación, de modo de darle más valor que a la exhibición. Esos serían dos puntos súper importantes como inicio. Pero debiera haber fondos para iniciativas culturales como el Festival Cielos del Infinito, el Festival de Teatro del Biobío, TeatroPuerto, el nuestro. Festivales regionales que dependen año a año de fondos concursables, siendo que son encuentros que ya se relacionan con la comunidad y se vuelven importantes dentro de la sociedad y que debieran tener continuidad.
-¿Te da confianza lo que pueda suceder en un nuevo escenario?
-Sí, los movimientos están tomando fuerza, se están logrando generar gremialidades que antes no existían, y hay sectores que con este despertar se están fortaleciendo. Espero que en el corto o mediano plazo la cultura pueda tener una estructura más sólida que permita poner en valor las creaciones y que las discusiones no vayan en que si te cortaron o no el presupuesto. Hace dos o tres años la discusión cultural es cómo sobrellevar el 20% de presupuesto que están recortando a ciertas instituciones, pero debiera cambiar el paradigma para que haya un desarrollo más equitativo para instancias culturales.
A veces pienso que puede ser posible y desde el Santiago Off la resistencia, la rebeldía y el poder generar propuestas son nuestra bandera de lucha. Por otro lado, hay momentos cuando las cosas no cambian o cuando no ganaste el Fondart, como es el caso del área de música del Santiago Off, a la cual estamos apelando porque es fundamental para el festival.
-¿Está en peligro la realización del programa musical del Santiago Off?
-No, pero está voluntariada. Nosotros tenemos un plan A en caso de ganar ciertos fondos, y un plan B que es netamente un tema de voluntades. La unión, en ese sentido, hace la fuerza. El área no cae porque hay un montón de voluntades que están remando para que eso no ocurra. Pero obviamente nosotros buscamos la profesionalización y no solo los favores del mundo de las artes. Siento que la cultura es financiada casi en un 90% por los artistas que la componen.
-¿Cuál será el sello musical de esta edición?
-Vamos a tener un bloque de cuatro días entre el 23 y 26 de enero en el Museo de la Memoria. Es un escenario nuevo y más masivo al cual nos estamos abriendo. Es importante simbólicamente, y es una de las mejores alianzas que hemos podido hacer en este contexto.
Tal vez te pueda interesar también