Irán y Estados Unidos. La vigencia del imperialismo
El asesinato por parte de Estados Unidos de Qasem Soleimani, líder de la Guardia Revolucionaria Quds de Irán, ha puesto nuevamente el problema del imperialismo sobre la mesa. Ésto, porque la contingencia no puede separarse de una cuestión temporalmente mucho más vasta y que guarda relación con el proyecto israelí-norteamericano de reordenamiento de Oriente Medio. El crimen contra Soleimani es la invitación específica para que Irán lleve a cabo un acto beligerante que justifique la invasión estadounidense.
Después de invadir Iraq y destruir por completo el país; crear las condiciones para la guerra civil siria; destruir completamente Libia y cooptar a prácticamente todos los Estados árabes, Irán se presenta ante Estados Unidos e Israel como el único enemigo que no ha cedido y que, al contrario, incluso a pesar del bloqueo económico se ha mantenido como un actor regional relevante en términos políticos y económicos, que ha sabido establecer fuertes lazos con Rusia y China. Es muy probable que tras este ataque, como afirma Azmi Bishara, estos lazos se fortalezcan en vez de debilitarse, dado que tales alianzas incluyen ejercicios militares [1].
La influencia de Irán en la región, a pesar de los intereses manifiestos de Israel y Arabia Saudita, es importante. Incluso, hay que decir que el rol que Irán tiene en Iraq es en gran medida debido a la destrucción que dejó en ese país Estados Unidos. Tras años de invasión, la población chiíta de Iraq, que antaño se agrupaba en la oposición al régimen de Hussein, terminó articulando la resistencia doble, tanto contra la presencia de las tropas norteamericanas como contra el despliegue territorial del Estado Islámico (ISIS). Soleimani, de hecho, ha sido destacado como uno de los principales artífices de la recuperación territorial frente a ISIS en Iraq y en Siria, a través de la enorme influencia que Irán ha logrado tener en las milicias chiítas en ambos países más Líbano. Como bien dice Sam Hamad resulta “irónico que fueran los Estados Unidos los que engendraron la influencia iraní sobre Iraq, tanto en términos de su política general de posguerra de apoyo a los gobiernos sectarios pro-iraníes, como de la política inmediata de trabajar con las milicias pro-iraníes en la lucha contra ISIS” [2].
Debemos destacar también la relevancia que tienen Israel y Arabia Saudita, principales aliados de Estados Unidos en la región y enconados enemigos de Irán, en la articulación de una agenda estadounidense cada vez más beligerante con éste. Ambos han jugado en el último tiempo el rol de protectores de la hegemonía militar norteamericana enfrentándose militarmente con Irán de forma indirecta en Siria y Yemen. El lobby sionista en Estados Unidos ha sido insistente en intentar llevar a Estados Unidos a la guerra contra Irán y el Primer Ministro Benjamin Netanyahu ha instado incluso a la comunidad internacional a intervenir a dicho país [3].
Ahora bien, es muy probable que esto no se transforme, como muchos auguran, en una tercera guerra mundial. A Irán no le conviene, evidentemente, una invasión militar estadounidense y éstos últimos, por su parte, desde hace bastante tiempo han venido calculando que una guerra contra Irán sería mucho más difícil que la invasión a Iraq, dada la cohesión interna del país –que ha vivido tiempos de manifestaciones violentamente reprimidas por el Estado y que ahora se ven ensombrecidas por este factor de unificación–, el desarrollo tecnológico de los iraníes y las alianzas militares que éste ha venido construyendo. El problema, como siempre, es que la guerra puede ser beneficiosa para algunos. En Estados Unidos sólo los sectores más ricos de la población han obtenido un rédito cada vez que hay intervenciones militares en Oriente Medio. La población norteamericana común y corriente sigue viviendo los efectos de las crisis económicas y la violencia de una sociedad segregada.
La beligerancia con Irán, muestra de alguna manera que el imperialismo es todavía un concepto que debe estar sobre la mesa, pero evidentemente se trata de un imperialismo decadente, que da golpes rabiosos para mantener una hegemonía de la que sólo queda poder militar. El punto es que desechando el programa nuclear con Irán y aplicando sanciones económicas, el Estados Unidos de Trump no ha conseguido causar un daño mayor ni a la economía ni a la estabilidad política del país que sigue siendo el principal actor político de Oriente Medio, frente a un mundo árabe mermado por la guerra o simplemente dormitando en las bases estadounidenses que tienen su punto de mira hacia Irán.
NOTAS
[1] https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/iran-fallout-soleimani-assassination-200104091122122.html