Siri Hustvedt: El mundo odia a las mujeres poderosas
Se trata de la historia de una escritora ya madura —S.H., alter ego de la autora— que recuerda su juventud cuando, a fines de los setenta, llegaba a Nueva York, sin mucho más que libros y un deseo irrefrenable por la literatura. A la vez que relee sus diarios y los borradores de una novela que nunca terminó de escribir, salta entre ese extraño lugar que llamamos presente hasta ese pasado lejano, donde era una simple aspirante a escritora buscando una historia digna que contar. Creyendo haberla encontrado, en un momento incluso espía a su vecina y la convierte en objeto de suposiciones y conjeturas en las que el morbo deslinda con la compasión. Sin embargo, lo medular es cómo la protagonista se relaciona con sus personajes y con su propio pasado, buscando reconocerse en esa voz que parece distinta, lejana, extranjera, pero que a pesar del tiempo es profundamente similar, pues no es sino su propia voz.
En esta búsqueda, Hustvedt parte utilizando la figura del héroe, acaso como simple excusa, para objetar un modelo clásico de construcción narrativa, fundado en la idoneidad supuestamente incuestionable de la subjetividad masculina para monopolizar el protagonismo de las historias que son posibles de contar. Dicho patrón replicado por una infinidad de Ulises, ha vuelto invisibles a las mujeres incluso más allá de la literatura. “El mundo ama a los hombres poderosos y odia a las mujeres poderosas”, repite la autora tratando de entender un orden ante el que se rebela. Y por eso restituye la memoria de mujeres silenciadas como la Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, autora del famoso urinario con el que tiempo después Marcel Duchamp se haría famoso. La dificultad de comportarse como el héroe —en su caso heroína— de esta historia, queda marcada en el recuerdo de la protagonista, por andanzas amatorias furtivas con tipos que en su mayoría no valen la pena, y que incluso le valieron penosos episodios de violencia sexual. Pellejerías de un pasado infame que S.H. afronta, mientras mira por televisión imágenes de un presente quizás aún más inverosímil en el que un empresario arrogante, grosero, fanfarrón y machista se convierte en presidente.
Sin embargo, para la autora más importante que la peripecia, parece la intención de ensayar cómo los tiempos se alternan, la propia identidad muta y cómo el cuerpo, atravesado por la experiencia del dolor, intenta salir adelante. Si bien Hustvedt advierte que no hay acá un relato estrictamente autobiográfico, sí admite la deliberada intervención de elementos ficticios que alteran un eventual registro verosímil del propio recuerdo. Sin imaginación no hay memoria, ha dicho. Una declaración de principios, que entiende la novela como un artefacto producto de exageraciones, desplazamientos y un sin fin de conjeturas que impiden saber con claridad dónde termina el recuerdo y dónde empieza la invención, o dicho de otra forma —como dice la protagonista sobre Fanny, amiga de juventud—, dónde termina la performance y dónde comienza la vida. En toda su escritura ambas parecen tan estrecha y elegantemente ligadas, que resulta innecesario preguntarse cuándo es la una y cuándo es la otra.
Con todo, resulta evidente que más que un panfleto o una simple reivindicación feminista, Recuerdos del futuro es un complejo ejercicio de novela cuyo problema central parece ser precisamente la construcción de la novela. Pues ensaya con historias dentro de historias, que forman una espiral narrativa desde el que emergen distintas subjetividades en constante mutación. Estamos frente a un ejercicio de análisis de la propia memoria, de una autora ya madura, ampliamente consagrada, cuya vasta experiencia se refleja en una prosa de alto vuelo reflexivo, que lee, cita, y comenta a escritoras de variada laya, lo que le permite incluso divagar con ironía por entre los límites del género epistolar. Esta novela es un laboratorio de ensayo: se escribe no solo para recordar sino para descubrir aquello que nunca fue, pero que con un poco de ingenio bien pudo haber sido. Se escribe para imaginar aquello que ocurrió realmente pero que en pleno remanso de la memoria ha quedado casi en el olvido. Por eso, a pesar del fatigoso bombo editorial que la rodea, Siri Hustvedt es una escritora que por mérito propio bien vale la pena leer.
Recuerdos del futuro
Siri Hustvedt
Ed. Seix Barral, 2019
416 Páginas.
Precio Referencial: $15.000