El espíritu combativo de la Furia del Libro
El frontis del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) se encuentra rayado con mensajes como “Renuncia Piñera”, y “Chile Despertó”. También, hay murales como el del icónico Negro Matapacos (convertido a estas alturas en emblema de la resistencia del movimiento social), y serigrafías como la que muestra al futbolista Charles Aránguiz golpeando a un Carabinero. Dentro del recinto, se desarrolla una nueva versión de la Furia del Libro, que inherentemente está marcada por la “Primavera Chilena”. Prueba de ello son los letreros con la sigla A.C.A.B., o en que cada stand se instaló un cartel que decía “El que no salta es…”, frase que completó cada editorial dependiendo de su criterio.
A pesar del contexto, de los cambios y del cierre de la feria más temprano que en sus tras versiones, "para asegurar la seguridad de los expositores y el público" comenta uno de los miembros de Serigrafía Independiente, el GAM se mantuvo repleto en sus tres días de funcionamiento, y "con buena disposición de parte de las personas", según sus organizadores. Sin embargo, una de las noticias que marcó la previa marcó fue que los editores de la Furia decidieron rechazar el apoyo económico que les facilita el Ministerio de Cultura –vía fondos públicos– en protesta a las violaciones a los Derechos Humanos perpetuado por las fuerzas policiales. ya que no querían vincular la programación al gobierno de Piñera. “Esto es algo muy bueno, es un avance. Una gran demostración que estamos cambiando. Para nosotros representa que estamos con la movilización y que seguimos adelante. Es súper bonito que haya harta gente. En esta Furia, la organización ha estado muy buena, a pesar de todo lo que ocurre”, comenta Miguel Moreno, de Marciano Ediciones.
En cuanto a los conversatorios y actividades en paralelo, en su mayoría aterrizaron sus temas al estallido social, como el de la presentación del libro de Cristóbal González Latinoamérica es grande. La ruta internacional de Los Prisioneros. Durante la exposición, se habló de la canción protesta en Latinoamérica y la relevancia de ‘El baile de los que sobran’, la canción escrita por Jorge González que ha sido todo un himno tanto en Chile como en las marchas de Colombia. Pero, uno que se robó varias miradas, y luego del cierre de la presentación vendió varias copias, fue La ofensiva sensible. Neoliberalismo, populismo, y el reservo de la política, de Diego Sztulwark, una obra en la que se aborda el efecto del modelo neoliberal en la sociedad. Pero no solo de libros se habló en estos espacios. También hubo debates sobre el periodismo, que estuvo a cargo por la Premio Nacional de Periodismo, Mónica González. Además, se dieron instancias para hablar sobre cómo es vivir la tercera edad en Chile, feminismo (con la concurrida conferencia del colectivo Lastesis junto a Diamela Eliti y Carlos Pérez Soto), diversidad sexual y las canciones creadas en el estallido social.
La XIII versión de la Furia del Libro estuvo marcada por el despertar del pueblo chileno, no solamente porque estaba a metros de la Plaza de la Dignidad –la denominada zona cero–, sino también porque el espacio lo tornaron combativo. Esto se vio reflejado en la programación cultural y política de las diversas actividades de al feria, en las gráficas dispuestas dentro del lugar, las exposiciones fotográficas en las que se mostró el movimiento social, y porque se permitió que las instalaciones del GAM sirvieran como lienzo vivo y fueran rayadas con mensajes sobre la coyuntura. Que la feria haya tomado esta decisión no es una sorpresa, puesto que fue creada con el fin de acercar a la gente a la lectura e ir en contra de las editoriales grandes, por lo que la lucha contra los gigantes es algo que está en su espíritu furioso.