La cultura del abuso

La cultura del abuso

Por: Hernán Calderón | 04.12.2019
Es fundamental considerar que este es un movimiento espontáneo, esencialmente ciudadano, que explota por la falta de respuestas ante demandas de un trato más igualitario, que resuelva el alto costo de bienes y servicios, por tanto, es el momento de tomar en cuenta la opinión de la sociedad civil organizada y los ciudadanos que quieren aportar en la construcción de un Chile más igualitario, justo y solidario.

No cabe duda que el estallido de protestas y movilizaciones de los ciudadanos tiene sorprendido al gobierno, políticos y también al mundo, más todavía cuando el Presidente Piñera se jactaba que Chile era un oasis en Latinoamérica. El inicio, impensado. ¿Alguien se imaginó que por el alza del pasaje del Metro escalaría la mayor protesta desde el retorno a la democracia? El Metro era el símbolo y orgullo de los chilenos, un metro del primer mundo y símbolo del desarrollo obtenido con el modelo neoliberal.

Dicho modelo económico, instaurado con rigurosidad y basado en la Constitución de 1980, prohíbe la participación del Estado, tanto en la protección de la población, como en la administración de empresas. Se le adjudica un papel subsidiario y de defensor de la empresa privada, lo que a juicio de los ideólogos del régimen, significa que hay que defender al sector privado del pago excesivo de impuestos para que puedan invertir más, impulsar el crecimiento y, por tanto, crear empleo. Así, se permite que el Estado no garantice las necesidades básicas de la población en vivienda, educación, salud y pensiones, las cuales se han privatizado.

De esta manera, el modelo económico es asimétrico y se ha caracterizado por el predominio de la cultura del abuso, donde sectores del empresariado se han embarcado en “colusiones”, malas prácticas, intereses que aplica el mercado financiero a tasas que en cualquier país se califican como usura, pensiones miserables, viviendas a precios inalcanzables para los sectores medios y bajos, educación privatizada, llevando a los ciudadanos a un endeudamiento irracional. Además, un mercado poco competitivo, oligopólico y concentrado.

La falta de voluntad política de los gobiernos y los políticos para resolver estas asimetrías ha aumentado la desigualdad y el descontento. A diario se observan acciones que impulsan modelos regulatorios que solo persiguen que las empresas obtengan mayores utilidades y leyes a la medida de los proveedores, como la ley de estacionamientos, la ley de quiebras de las personas, los perdonazos del SII.

Por último, es fundamental considerar que este es un movimiento espontáneo, esencialmente ciudadano, que explota por la falta de respuestas ante demandas de un trato más igualitario, que resuelva el alto costo de bienes y servicios, por tanto, es el momento de tomar en cuenta la opinión de la sociedad civil organizada y los ciudadanos que quieren aportar en la construcción de un Chile más igualitario, justo y solidario.

Esperamos que los políticos y el gobierno recojan las demandas de la ciudadanía, pero la solución la debe obtener discutiendo con la sociedad civil. Ignorar a los movimientos sociales, ciudadanos, excluirlos y no escucharlos solo agravará la frustración y el descontento.