Uruguay: Lo que se juega en la segunda vuelta presidencial

Uruguay: Lo que se juega en la segunda vuelta presidencial

Por: | 24.11.2019
Este domingo habrá segunda vuelta en Uruguay, uno de los países más pequeños del mundo y sin embargo con una relevancia trascendental para sudamérica. El resultado no solo afectara la vida de más de tres millones de personas, sino que otros países están mirando para saber si seguirán teniendo un aliado estratégico o se sumará un país más, a la avanzada liberal del continente.

Uruguay un país pequeño que ha sido decisivo en los últimos meses para frenar la incursión de EEUU en Venezuela y se convirtió en el país más importante de la región para generar procesos de paz y una salida al conflicto que pueda eventualmente respetar las decisiones de un pueblo soberano. También por eso existe en los medios y campañas políticas el “fantasma Venezuela” argumento político que viene utilizando la derecha para despertar el miedo en la sociedad y conseguir votos. En estos años todos los gobiernos “progresistas” han sido personalistas y se han cavado su propia tumba debido a sus discursos. Cuando el personalismo se convirtió en un problema grave, aparecieron los poderosos vicepresidentes que complicaron aún más todo. Fueron decisivos y mostraron ser parte del negociado político que se requiere para llegar el poder, sostenerlo o perderlo, ahora se terminó por ver que las reformas estructurales no hechas y la batalla cultural no dada, ha condenado a estos frentes o partidos.

El ala derecha del peronismo con Daniel Scioli (Arg) perdió una elección en un cálculo político muy acertado para los viciosos de poder que volverían tiempo después como los buenos de la película y con una multitud gritando por ellos. En el caso de Dilma en Brasil, el impeachment fue generado por su vice Temer, quién tiempo después terminó imputado por las mismas causas que acusaba a sus superiores. Lo mismo sucederá con Bolsonaro, ya que la causa de Lava Jato “Odebrecht” acusa a la cartelización y el lavado de activos público de muchos países de la región; es el verdadero terror de los políticos. No solo llevó funcionarios y empresarios de alta importancia a la cárcel sino que hasta el ex presidente de Perú Alan García, se suicidó cuando la policía lo iba a detener. Lo propio sucedió en Ecuador con Lenin Moreno, quien luego de haber sido vice de Rafael Correa y habiendo llegado a la presidencia gracias a él, luego lo convirtió en un enemigo, acusándolo de todos los males, hablando mal de sus gobiernos mientras le daba la bienvenida al FMI y reprimía a su pueblo. Nadie puede escapar de las grandes polaridades del siglo XX reconvertidas en nuevas grietas donde la gente común debate a muerte mientras que los políticos siguen en mundo ideal de privilegios. Estas grandes líneas políticas escapan a las biografías de la vida cotidiana de las personas, pero tienen una incidencia enorme. Los supuestos opositores presentan al populismo como la corrupción y los responsables de todo mal. Eso tiene una relación directa con la batalla cultural, la construcción de sentido diseñada por unos pocos y ejecutada por los medios masivos de difusión que van permeando y generando un sentido “común” en gran parte de la sociedad. Hoy hay algunos ejemplos claros de la batalla perdida. Muchos gobiernos latinoamericanos como el de Evo Morales, Cristina Kirchner, Correa y por qué no, podemos incluir en parte al Frente Amplio uruguayo, mostraron poca intención real en hacer cambios profundos, construir un sentido positivo, nuevo, o generar una plataforma sólida desde donde mejorar. Esas mismas cosas que no hicieron sin importar el motivo, son la que las condenaron. Se puede ver con claridad en la  falta de reformas al sistema militar/policial y el sistema punitivo/penal.

No solo Chile necesita una reforma constitucional y una justa aplicación. La misma policía y militares que no quisieron reformar, son gran parte del problema. El golpe de Estado en Bolivia es una muestra, no solo por su participación sino porque a pesar de ser un Estado plurinacional y con ello hubo un supuesto cambio en la idiosincrasia, los videos de los propios bolivianos que están en la policía, sacandose la insignia de la whipala y gritando  “A la policía se la respeta carajo” es una gran muestra de que el cambio de conciencia, el cambio cultural aún no ha llegado. De hecho casi todos estos gobiernos no han hecho reformas sobre los sistemas de fuerzas armadas. Las mismas policías que siempre dicen defender al pueblo, son las que se vuelven en contra de el, reprimen, secuestran gente, manejan redes de trata, el narcotráfico, torturan y cuando pueden destituyen a un gobierno.

Sobre esto, el caso de Uruguay también es paradigmático. En los 15 años de gobierno frenteamplista no solo la “seguridad” que clama parte de la población ha sido una deuda, también lo ha sido el avance en la justicia por los crímenes de lesa humanidad, no solo de la última dictadura, sino también como todos los países. Uruguay no ha podido juzgar los delitos de lesa humanidad de la última dictadura militar y cuando el propio Pepe Mujica llegó a la presidencia, para desligar un poco la presión o la representación hizo un plebiscito donde ganó un “NO” para no juzgar a los militares, lo cual sentó un precedente muy peligroso, ya que los derechos humanos no se plebiscitan.

Del riñón de la falta de reformas y el coqueteo constante del progresismo con la derecha salió el personaje Manini Ríos quien hasta marzo de este año fue Comandante en Jefe del Ejército Uruguayo del gobierno del doctor Tabaré Vázquez. Los motivos por los cuales fue desplazado de su cargo fueron varios, pero él mismo aclaró en un video oficial alguno de ellos. Se quejaba de los supuestos equívocos fallos jurídicos contra militares y hasta se quejó por la detención de un sargento retirado. Acusó de burócratas al gobierno y se fue para formar Cabildo Abierto. Caro le salió al gobierno la jugada, este personaje de derecha que aparece en fotos con algunos simpatizantes neonazis sacó en la primera vuelta 11.04%

268.736 votos. Un panorama que tiene correlación con el avance de la derecha en el continente, ya que en total estos opositores del Frente Amplio lograron más del 52% de los votos. Entendiendo que Luis Lacalle Pou el principal adversario, representante del Partido Nacional que llegó a segunda vuelta, logró cosechar el 28.62% de los votos (696.452 votos). Este salió rápidamente a sumar a sus opositores quienes ya se mostraron juntos en apoyo al candidato. Entre Ernesto Talvi del Partido Colorado y Manini Ríos de Cabildo Abierto, suman al momento más de un 1.200.000 votos. Obviamente que no todos los votos son trasladables de manera automática, ya hubo sectores como colorados batllistas y blancos wilsonistas que adhirieron a la campaña de Daniel Martínez, para el balotaje. Estos sectores representan sectores progresistas de los históricos partidos uruguayos que entre ellos son enemigos, pero al igual que en los otros países, la aversión al “populismo” que se fue generando, hizo que las coaliciones de derecha crecieran mucho.

El representante del Frente Amplio que cosechó casi un millón de votos tiene tuvo el duro desafío de convencer puerta a puerta en esta segunda vuelta al menos a 260 mil votantes, para lograr un empate técnico, al menos con los números más objetivos que se vieron al momento, que son los de la elección de octubre.

Algunos desafíos y números:

La derecha uruguaya que en cada elección presenta plebiscitos para quitar derechos, como lo ha hecho en 2014 para bajar la edad de imputabilidad y no lo logró, que durante este año junto firmas para derogar la ley trans, este año presentó una dura batalla proponiendo una reforma constitucional para que los militares puedan ocuparse de la seguridad interna del país. Más allá del debate y que esto hubiese representado un grave retroceso, la papeleta del “Sí” que debía poner la gente que quería la reforma, logró cosechar en el país más votos que el propio Martínez. Lo que muestra una posición clara, el discurso del miedo funciona al momento en más personas de las que llega el propio discurso del Frente Amplio. La reforma no logró la mitad + 1 que necesitaba pero alcanzó el 46.83% con 1.139.433 votos. Esto representa que la “seguridad” es una preocupación para mucha gente, real o no, estas personas están dispuestas a ver militares en la calle y a resolver con mano dura un problema que es de desigualdad y educación. Frente a los planteos de seguridad o inseguridad, siempre la mejor respuestas es mostrar estadísticas y hablar con hechos. Frente a esto muchos gobiernos progresistas hacen agua. Por falta de conocimiento, o porque no generaron estadísticas, en otros casos como el argentino han dejado de elaborarlas y esto generó grandes molestias. La construcción de sentido siempre va a operar, pero sí del otro lado no hay hechos concretos y números, también dificulta el debate. El corazón o la militancia de las personas sirve mucho a la sociedad, pero quienes están en puestos de representación no solo pueden convencer con el discurso, al menos para los sectores progresistas, eso ya no es el único recurso válido, quizás para los liberales, aún les queda un rato más.

Por otro lado el P.E.R.I (Partido Ecologista Radical Intransigente) que obtuvo algo más que 33 mil votos, llamó a anular el voto y al menos de manera oficial no colaborará con los resultados de Martínez.

Como cada voto vale, más allá del puerta a puerta, se están recaudando fondos para que todos los uruguayos de países cercanos puedan viajar a votar. Suponiendo que todos los uruguayos que viven en Argentina, votarán a Martinez, el candidato podría recibir más de 200 mil votos. La comunidad uruguaya más grande del mundo fuera del país oriental reside allí. Aún así, todo esto representa una epopeya, ya que la participación del electorado en octubre fue mayor al 90%. Martínez debe buscar no solo sumar votos para él sino restarle a su oponente.

Para terminar de hablar de números. El Frente Amplio logró una reducción de la pobreza bastante fuerte, en 2004 era del 39,9% y ahora se ubica entre el 8.1 y el 8.6%. La inversión pública y el gasto social aumentaron un 136% en estos 13 años y se favoreció el ingreso de los jóvenes a la educación, aumentado exponencialmente la cantidad de ingresantes en el interior del país. Aumento del presupuesto  en base al PBI en educación y salud han sido pilares. Pero por supuesto que como venimos mencionando no todo es color de rosa, o celeste. Al igual que a todos los gobiernos populares se les pide autocrítica y mejorar la problemática del déficit público que es un ítem preocupante para todos los gobiernos.

Sobre el cierre de la veda electoral el propio Manini Ríos lanzó un vídeo en donde llamó a "Expulsar el marxismo y no votar al Frente Amplio" basándose en que este gobierno duda de la propia función de las fuerzas armadas y llama a los soldados a darse cuenta que al pedir sus votos "se están burlando". En esa misma línea luego del vídeo apareció un mail oficial del departamento de relaciones públicas del Centro Militar, donde se coordina una revista de militares. El mensaje era muy claro: “Hay que cambiar en serio. Hay que cerrarle claramente el paso al comunismo, a la ideología de género, a la inseguridad y a todos los cómplices activos o pasivos que el Frente Amplio ha conseguido en estos 15 años de ejercicio arbitrario del poder, de la Constitución y de los principios rectores de la tradición y de la patria”.

Como es común los militares temen a los cambios y las minorías y arremeten desde todo lugar posible. La carta parece una confesión de todo lo que no pudieron decir estos años: “El próximo domingo hay que sellar el camino de un nuevo amanecer. El Marxismo debe empezar a ser definitivamente extirpado del horizonte de nuestro destino nacional“

Podríamos resumir que ha vuelto en toda América el lema "Dios, la patria y la familia". Después de esta carta la población general tuvo aún más miedo y temen perder los derechos y la tranquilidad adquirida.

Sí Martínez logra la hazaña y Uruguay logra un cuarto mandato del Frente Amplio, parecen al momento estar muy claras todas las problemáticas que se tienen que resolver arriba de la mesa y seguramente será mucho más fácil enfrentarlas con la actividad militante que hay hoy en día en conjunto con un gobierno progresista. Por otro lado, difícil será para el Uruguay resolver las cosas que hay que mejorar con un gobierno que no quiere juzgar delitos de lesa humanidad, que no tiene políticas de género claras y que apenas nombran a la mujeres en sus programas de partido. Cuesta pensar que se invertirá más en educación sí lo que se pide es mano dura. Definitivamente cuesta creer en un Uruguay de todos si quieren derogar la ley trans o la ley de aborto entre varias leyes que han convertido a Uruguay en el país más progresista de América. Las pruebas son muy claras. Luis Lacalle falta a las sesiones del congreso y cada vez que vota lo hizo en contra de los avances logrados en el Uruguay de hoy. Si bien parece que Uruguay elige en dos modelos, hay que destacar que fue el único país en el cual se realizaron internas en los partidos y la gente eligió a los candidatos, superando de esta manera la calidad democrática del resto de sus vecinos. Ahora, todo quedó reducido a esto, pero en Uruguay se juega el destino de millones de personas, las más desprotegidas, pero también la de los vecinos, que esperan que Uruguay siga siendo un refugio diplomático que pare el estallido volcánico de la derecha continental.