Proceso constituyente, ¿qué es eso?

Proceso constituyente, ¿qué es eso?

Por: José A. Marimán | 10.11.2019
La Constitución representa la condensación de etapas previas de participación de la gente/ciudadanos, que están en desarrollo hoy y que soy gravitantes para que ese instrumento que llamamos Constitución termine sintetizándolas en organización política/gobierno. ¿A qué me refiero con etapas previas presentes en el “proceso” constituyente? Pues al momento de la reafirmación del carácter de sujeto político (no solo objeto de la política) de aquellos que llamamos ciudadanos (usted/es-yo), y de su calidad de ser el principio de todas las cosas en un mundo artificial como lo es la “sociedad” humana. Y, de otra parte, al momento de la búsqueda de consensos, acuerdos, “pactos”.

Si hoy por hoy se miran los canales de TV, se escucha las radios o se lee periódicos se nota una discusión emergiendo que era casi imposible, en términos de interés masivo ciudadano, en otros momentos. Más preciso aún, estaba enclaustrada en círculos más académico y políticos (con la excepción del saludo a la bandera del ejercicio constituyente Bachelet al final de su mandato). Me refiero a la discusión por el “cambio de Constitución” o “nuevo pacto”. En este artículo quisiera hacer un matiz entre estos dos conceptos: Constitución/nuevo pacto, con el fin de ayudar a los pueblos indígenas y a quienes tienen interés en el tema, a entender y mejorar la acción que busca el cambio de Constitución.

Lo primero que quiero decir es que a veces suena desalentador escuchar a muchos analistas, afirmar que sacar una Constitución adelante puede tomar mucho tiempo (meses, uno o dos años). Frente a eso no hay más que asentir: “c'est la vie”. Este argumento, convertido en estrategia para mantenerse en el poder-gobierno, está siendo usado por los partidarios de Piñera, bajo el supuesto de que hay cuestiones más inmediatas de las cuales preocuparse (aumento de salario mínimo, subsidios a remedios, elevar pensiones, etc.), antes que de los intereses políticos de las elites opositoras que buscan tumbar el gobierno (como si no se pudiera trabajar en ambos asuntos). Mientras del otro lado, la oposición, se desenmascaran las propuestas del gobierno, calificándolas de cambios cosméticos y revelando la letra chica de las ofertas, con el mensaje de que solo una nueva Constitución dará solución final a las reivindicaciones más apremiantes.

Como sea, a uno u otro lado, si el plazo indeterminado para ver el producto final, nueva Constitución, pudiera descorazonador a alguno, yo quiero decir: ¡tranquilo!, ¡relájese! Un “proceso” constituyente, y hago énfasis en la palabra “proceso”, tiene como acto cumbre el producto Constitución, pero no lo comprende todo (de ahí la importancia del concepto “proceso”). Más claro aún, la Constitución representa la condensación de etapas previas de participación de la gente/ciudadanos, que están en desarrollo hoy y que soy gravitantes para que ese instrumento que llamamos Constitución termine sintetizándolas en organización política/gobierno. ¿A qué me refiero con etapas previas presentes en el “proceso” constituyente? Pues al momento de la reafirmación del carácter de sujeto político (no solo objeto de la política) de aquellos que llamamos ciudadanos (usted/es-yo), y de su calidad de ser el principio de todas las cosas en un mundo artificial como lo es la “sociedad” humana. Y, de otra parte, al momento de la búsqueda de consensos, acuerdos, “pactos”.

La primera etapa que menciono ya ocurrió. Es algo maravilloso que estaba insinuándose de a poco en las movilizaciones que le precedieron los años anteriores. Me refiero al masivo e incontestable ¡BASTA! a los abusos. A la autoafirmación que hacen lo sujetos dominados en la sociedad chilena para dejar de ser números en las estadísticas de pobreza, y constituirse-erguirse en seres humanos y ciudadanos empoderados (marcha de millones). Puesto de otra forma, es el grito que anuncia soy tan humano como tú y en consecuencia tengo el mismo derecho que tú a la vida (digna), de manera que mi presente y mi futuro no puede ser el tener que suicidarme para resolver mis problemas de sobre vivencia en el Chile de hoy (recordar los ancianos que tomaron esta determinación), o andar mendigando luego de 40 años de trabajo gracias a pensiones indignas (por mencionar algo). En resumen, es el no aceptaré(mos) ¡nunca más eso!”, es el momento de la rebelión/de la liberación: “Chile despertó”.

Con la segunda etapa me refiero a algo que está ocurriendo en este mismo instante: la creación de una sociedad. Ante nuestros ojos toda esa ideología que exacerbaba el individualismo, el aislacionismo, la competencia tiembla, se desmorona, cae. Los cabildos o asambleas populares en desarrollo en que se reencuentran vecinos para hablar de temas comunes, la recuperación de las plazas como lugares comunes de convivencia pública, como han notado algunos, o los trawünes al calor de los acontecimientos que celebran los pueblos indígenas, hablan de la emergencia de una nueva sociedad donde solo parecía haber una suma de individuos, cada uno tratando de salvarse solo. Y sociedad implica acuerdos/pactos, que deben estar en el documento final del proceso (Constitución) como sus pilares de sustentación.

Los consensos o pactos que se logren en los cabildos o asambleas populares son cruciales en el proceso. Y en mi opinión los debe haber de dos tipos: individuales y colectivos. Con los primeros me refiero a dejar sentado en los acuerdos, por ejemplo, el respeto a la vida, que hemos visto violados en estas semanas. Debe quedar claro la adherencia de los constituyentes (usted/es, yo) al respeto de los derechos humanos de las personas, de manera que los aparatos represivos, usados políticamente por algunos para mantenerse en el poder-gobierno, no atenten nunca más contra ellos, como hemos visto nuevamente en Chile. También, a la igualdad/equidad de género y etaria (ustedes pueden continuar la lista). Y con los segundos me refiero a derechos colectivos como el derecho de los pueblos o naciones a la autodeterminación (interna o externa materia de discusión), que conlleva implícitos el derecho a la representación propia en los organismos del Estado, la lengua, la cultura, etc.

Termino. Creo queda clara la distinción entre Constitución y nuevo pacto y el momento de cada uno. Al cerrar nada más insistir el proceso está en marcha. Nadie puede augurar hacia el futuro un final feliz o desastroso. Nos corresponde en el presente, comprometidos con la dignidad de todos, echarle ganas. En esta segunda etapa, en desarrollo ahora y crucial para el evento final, redacción de una nueva Constitución, hay que poner esos pilares de la sociedad del futuro. Esto es, pactar los hitos que inspirarán las leyes que regularán al futuro gobierno y sociedad política. Nuevamente, con ejemplos: 1. todos los seres humanos que habitan Chile son iguales en dignidad y derecho; 2. todos los géneros son iguales en dignidad y derechos; 3. todas las naciones o pueblos al interior del Estado (y la nación estatal, los chilenos, son una entre más entre otras) son iguales en dignidad y derechos; 4. todas las naciones o pueblos al interior del Estado gozan del derecho a la autodeterminación de los pueblos; 5. el Estado debe ser solidario y no subsidiario; 6. El Estado debe ser descentralizado para favorecer la disociación del poder político e impedir la concentración de poder político de un centro; 6. El agua no puede ser privada pues es patrimonio de todos los seres vivos de Chile… En fin, la tarea del momento es echar a volar la imaginación.