Pensiones: una propuesta indecente
La amplia y transversal movilización social ha dado cuenta de un malestar acumulado en 30 años, que ha estado por mucho tiempo contenido y que no logra controlarse ni con la represión, ni con el listado de anuncios hechos por Sebastián Piñera como parte de un paquete de medidas subsidiarias denominadas agenda social.
En pensiones, el gobierno de Piñera sigue repitiendo el libreto bajo una formula desgastada, para lo cual luego de anunciar que reajustará el Pilar Solidario en 20% -cuestión que la oposición ya había solicitado antes de la crisis social-, insiste en hacerlo dentro del mismo proyecto que ya había presentado, manteniendo el aumento de las pensiones básicas solidarias como rehén para que el Congreso le apruebe su proyecto de reforma de pensiones que profundiza el modelo de capitalización individual.
Lo que la movilización social demanda son cambios profundos, que más que ajustes paramétricos o técnicos, le hagan sentido al pueblo de que existe una voluntad política real por reducir los privilegios de la elite y se abre a una convivencia justa socialmente. En este sentido, las AFP son uno de los grandes símbolos de los abusos y privilegios que la la clase empresarial realiza a costa de la gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras de Chile.
Si bien no sería esperable que un presidente que representa los intereses de la derecha empresarial sea quien termine con el lucro en pensiones, un gesto mínimo, consciente y responsable ante la situación que vive el país, debiera ser postergar la discusión del pilar contributivo, es decir, del sistema que administran las AFP, separando los proyectos de ley y reajustando ahora el Pilar Solidario.
Lo que el presidente Piñera hace hoy, es nuevamente dar la espalda a la crisis actual del país y busca una salida que le permita consolidar el sistema de capitalización individual en Chile, manteniendo el modelo. En este escenario, el conjunto de la oposición no puede permitir una presión de tal naturaleza, con propuestas irresponsables que juegan al borde del límite en que se encuentra nuestra paz social.
Una salida que aporte realmente a la crisis debe ser aquella que suba efectivamente pensiones ahora, a los actuales jubilados y a los que se jubilen en los siguientes años, sin hacerlos esperar 40 años más; que incorpore la solidaridad como elemento central de la seguridad social a través de transferencias intergeneracionales de reparto, donde el Estado juegue un rol protagónico no como mero proveedor de subsidios y que transforme las pensiones en un verdadero derecho social.
Hay señales claras que de lo que se trata lo vivido esta última semana apunta en dirección a cambios profundos para la construcción de una sociedad mas justa, inclusiva y solidaria, aunque algunos, hasta ahora, aún se nieguen a verlo. Para ello, la construcción de un sistema de seguridad social puede ser un buen camino, pues genera reciprocidad hacia las personas mayores, cuestión que esta propuesta para avanzar en la solución de la crisis no logra.