Sebastián Piñera o el Nerón criollo

Sebastián Piñera o el Nerón criollo

Por: Martin Arias Loyola | 21.10.2019
Roma sobrevivió a Nerón y a las órdenes de mantener el fuego mientras tocaba su lira, pero no como un imperio. Por otra parte, Chile sobrevivirá a un Piñera ordenando la militarización con tufo a pizza, pero no como un imperio neoliberal. Con cada cacerolazo, marcha, lacrimógena pateada de vuelta, el fuego de Chile transforma injusticias en cenizas. “Ya no tengo amigos ni enemigos” dijo famosamente Nerón. “Marepoto” es lo más recordado de los dichos por Piñera

Durante la noche del 18 de Julio del año 64 ardía Roma. Dicen que cuando esto ocurría, el emperador Nerón observaba tranquilamente, tocando su lira. Nerón era un tipo raro, le gustaba el arte, la crueldad y mandó a matar a su madre. Dicen las malas lenguas, aquellos historiadores anti-neristas y comeguaguas, que Nerón provocó el incendio para desestabilizar el parlamento y construir una nueva Roma a su pinta. Comentan, esos mismos deslenguados, que contrató a bandas de malherchores para que evitaran que los romanos apagaran el incendio y así tener esos terrenos disponibles. Donde sí hay acuerdo es que, luego del incendio, Nerón culpó a un pequeño lote de revolucionarios (para la época) llamados “cristianos”, quienes fueron torturados y crucificados.

Durante la noche del 18 de octubre del 2019 ardía la ciudad donde se encuentra la pizzería Romería. Dicen que cuando esto ocurría, el presidente Piñera observaba tranquilamente, con una pizza en la boca. Piñera es un tipo raro, acumula tantos tics como denuncias en tribunales. Comentan las malas lenguas, aquellos anti-piñeristas y comeguaguas, que Piñera provocó el incendio por pura incompetencia, despiste total causado por una vida de salirse con la suya y su amor a los carbohidratos. Dicen esos mismos deslenguados, que contrató a bandas de malherchores en armaduras verdes para que evitaran que l@s chilenos apagaran el incendio social, donde se quemaban las pensiones, educación, salud, transporte público y – en general – cualquier logro que asegurara una justicia social. Donde sí hay acuerdo es que, luego del incendio, Piñera culpó a un gran lote de chilenos llamados “vándalos” (casi todo el país), quienes fueron apaleados, arrestados y gaseados.

A veinte siglos de muerto Nerón, aún hay quienes piensan que el incendio de Roma fue un “rito de renovación” de un imperio decadente. Que, en realidad como creían los (en ese tiempo) revolucionarios cristianos, Roma sería destruida para luego reconstruirse en algo mejor. Hoy, más de veinte estaciones de metro quemadas después, hay quienes plantean que el incendio de Santiago también estaba destinado. Que, como creía ese lote de revoltosos chilen@s cabreados, el principal pilar del Chile brutalmente desigual e injusto estaba destinado a ser destruido: la constitución de 1980. Esas voces profetizaban secretamente en las cervezas después del trabajo, en los almuerzos del domingo, en las infinitas rutas de vuelta a casa; que el imperio del miedo y violencia económica, social, urbana y física de la dictadura ardería. Susurraban en secreto que ese Chile caería, por una razón extremadamente simple: el presidente y sus amigotes les habrían quitado tanto, que se habrían llevado también el miedo.

Curiosamente y a pesar de tener mucho en común, como el gusto por la violencia y fuerzas armadas, además de el disgusto por la democracia o las clases populares; el lote oligarca criollo no comprendió lo que Nerón si sabía: mantener el miedo es fundamental para mantener el imperio. La plutocracia chilensis, ocupada en clases de ética por truculencias fiscales, o diciendo alguna burrada por cadena nacional, se olvidó de que guardaban el miedo popular en sus bóvedas, junto con la salud, educación, pensiones y viviendas dignas arrebatadas al pueblo chileno. Hoy, estudiantes sin miedo y con nada que perder, encendieron la mecha de la bomba que llevaba gestándose desde 1973. Detonado el explosivo, casas y mansiones de ricachones se llenaron de pánico, llevando a algunos de aquellos enemigos del pueblo a rápidamente cambiar de bando y pedir la cabeza de su antiguo amigo y gurú espiritual.

Roma sobrevivió a Nerón y a las órdenes de mantener el fuego mientras tocaba su lira, pero no como un imperio. Por otra parte, Chile sobrevivirá a un Piñera ordenando la militarización con tufo a pizza, pero no como un imperio neoliberal. Con cada cacerolazo, marcha, lacrimógena pateada de vuelta, el fuego de Chile transforma injusticias en cenizas. “Ya no tengo amigos ni enemigos” dijo famosamente Nerón. “Marepoto” es lo más recordado de los dichos por Piñera. El Nerón de verdad terminó sus días como emperador, pero nuestro Nerón criollo seguramente lo hará en el banquillo de los acusados, donde a quienes ha criminalizado como “vándalos evasores” le pasen la cuenta por el quiebre democrático que dictó una noche, atragantado de pizza, evadiendo su responsabilidad con la misma habilidad que evade impuestos, la cárcel por desfalcos y escándalos de todo tipo, mientras la ciudad del “Romería” ardía.