Premios ¿Nacionales? en Ciencias: Desigualdad y centralismo en la academia
Desde el año 1942 se otorgan los premios nacionales, en un inicio en Literatura y Arte, definidos como: “…los máximos reconocimientos que otorga el Estado de Chile, a través del Ministerio de Educación, a la obra de chilenos que destaquen por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo del saber y de las artes”. En el caso de las ciencias, se empezó a entregar en 1969, concediéndose al “Científico o equipo de científicos chilenos cuya obra en el campo de las ciencias puras o aplicadas se haga acreedora a tal distinción”. Inicialmente se otorgaba anualmente, y desde 1972 cada dos años. En 1992, se dividió en tres categorías: Ciencias Exactas, Ciencias Naturales y Ciencias Aplicadas y Tecnológicas.
En ciencias, a la fecha se han entregado 55 premios, de estos, solo cinco (9%) han sido otorgados a investigadoras, dos en la categoría de Ciencias Exactas y tres en Ciencias Naturales. Ninguna mujer ha recibido este galardón en la categoría de Ciencias Aplicadas y Tecnología y menos aún en la primera fase de los premios de Ciencia, es decir entre los años 1969 a 1989.
Sin embargo, es bueno analizar otros aspectos de los premios nacionales en ciencias. Si miramos dónde realizaron el pregrado quienes han sido reconocidos, podemos observar que 41 de ellos se formaron en la Universidad de Chile, lo que equivale a un 75% mientras que siete (13%) en la Pontificia Universidad Católica, es decir un 88% ha estudiado en universidades de Santiago; mientras que solo cuatro han estudiado en universidades regionales, tres en la Universidad Técnico Federico Santa María y una en la Universidad de Concepción. A su vez, tres premios nacionales se formaron en universidades del extranjero.
Tanto la Universidad de Chile, como la Universidad Católica. han formado a líderes en los distintos ámbitos del quehacer nacional, en parte por su excelencia en los rankings, pero también por la capacidad que ven sus estudiantes de formar redes de colaboración, que serán importantes en su futuro profesional, por lo que no es de sorprender que muchos de los galardonados estudiaron en estas instituciones.
Si observamos el lugar de afiliación de los premios nacionales en ciencia, 31 de ellos, vale decir un 56% se desempeñó o desempeña como académico en la Universidad de Chile, y si a esto sumamos que trabajaron o estuvieron en instituciones asociadas a esta universidad, llegamos a 39, es decir un 71%. Le sigue la Pontificia Universidad Católica con 12 premios afiliados a su casa de estudio, lo que equivale a un 21%, luego aparecen la Universidad Nacional Andrés Bello (2), Universidad de Santiago (1) Universidad Federico Santa María (1) y la Universidad de Talca (1). Nuevamente, más del 90% de quienes han recibido los premios nacionales en ciencias, en sus tres categorías ejercen o están afiliados a casas de estudios en la capital. Es más, si cruzamos la información de dónde estudiaron y dónde trabajaron, solo el premio nacional de ciencias de 1970 Dr. Herbert Appel, no estaba asociado a alguna universidad de la capital, estudió en Alemania y ejerció su carrera académica en la UTFSM.
Esto nos debe llevar a reflexionar, ¿es una coincidencia o la ciencia también se ve afectada (y fuertemente) por el centralismo? Puedo comprender que en los primeros años existía un sesgo de la ciencia en Santiago, eran pocas las universidades regionales (en esa época la Universidad de Chile tenía sedes en regiones), posiblemente no muchos investigadores querían migrar hacia regiones, dado que la infraestructura, equipos y redes estaban establecidas en la capital. Pero han pasado 50 años desde que se instauró este premio y la situación parece no (querer) cambiar. Hay muchas y muchos investigadores que han realizado enormes aportes desde regiones, reconocidos internacionalmente, pero temo que no se (re)conozca en Santiago sus méritos, por tanto, no existen para los integrantes de estos jurados.
Esto mismo lo observamos cuando se crean comisiones en ciencia, para distintos objetivos, por lo general no hay representantes de regiones o a lo sumo uno. ¿Es acaso que todo el conocimiento está en la capital? Es quizás por esta razón que cada vez más universidades regionales están estableciendo sedes u oficinas en la capital, para tener más presencia y seguramente visibilidad. Han comprendido que, para influir en círculos de poder y decisión, deben estar en Santiago. Sin embargo, creo que puede ser una solución momentánea, no resuelve el problema de fondo, la fuerte centralización que tenemos como país y la predominancia de las universidades capitalinas en las redes de poder.
Los reconocimientos a las carreras profesionales y científicas son importantes y trazan los caminos de innumerables jóvenes que admiran la noble persecución del saber. Pero también, de mantenerse la preponderancia de reconocidos y destacadas solo en una parte del extenso y fructífero territorio nacional, será mantener las diferencias que no reflejan esfuerzos y tantas personas y equipos de trabajo tanto o más destacados que los que hoy son reconocidos. Es de esperar, ahora con el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento, e Innovación, los científicos de regiones tengan más oportunidades de optar a un premio nacional y de ser parte de las decisiones que influyen sus propios territorios. Este Ministerio implementará cinco macrozonas, las que deberán no solo apoyar y promover la investigación y desarrollo en las regiones, sino que dar mayor visibilidad a sus científicos/as, que hoy en día empiezan a ser masa crítica a nivel nacional y lideran proyectos de vanguardia no solo para sus regiones, sino también para el resto del mundo