Andrés Calamaro: sí se puede vivir del amor
«Soy el humilde Andrés Calamaro». Con menuda introducción se presentó anoche a sí mismo el compositor porteño, en su concierto en el Movistar Arena, después de introducir uno por uno a los integrantes de la banda que lo acompañan esta vez en la gira de presentación de su quinceavo disco, “Cargar la Suerte” (2018). Este nuevo álbum, marca una regresión sonora y temática a su etapa más exitosa de los noventas, aquella de desborde creativo plasmado en sus caballos de batalla discográficos: "Alta Suciedad" (1997) y "Honestidad Brutal" (1999).
Sí, porque las doce canciones que configuran este nuevo trabajo son las más “calamarescas” que ha compuesto desde el fin del siglo pasado. Melancolía disfrazada de rock, desamor revestido de guitarras rollingas y nostalgia por el paso de los años expuesta con total atrevimiento y visceralidad. Muy a lo Joaquín Sabina, su gran inspiración al componer las obras ya citadas. Con este contexto regresó "El Salmón" a Santiago tras dos años y un concierto hace un par de días en Concepción.
Con una camisa de seda verde estampada, el trasandino se plantó en su piano a las 9:38 de la noche. Esta vez con sus ojos descubiertos además de un cintillo y una corporalidad que recuerda al septuagenario Keith Richards, el emblemático guitarrista de los Rolling Stones y que no sólo sirve de inspiración para la onda de Calamaro, sino también para la guitarra de Julian Kanevsky, quien arrancó con las potentes cuerdas rockeras de 'Alta suciedad'. El pronóstico pintaba bien, se trataría de una noche empapada de grandes éxitos.
[caption id="attachment_316597" align="alignnone" width="1024"] Carlos Müller[/caption]
Parafraseando al gran Juan Gabriel, así fue, porque a pesar de que en el inicio su voz se notó desgastada, el ex Abuelo de la Nada serpenteó por un setlist generoso que incluyó clásicos como 'Loco', 'El salmón', 'Flaca' y temas de Los Rodríguez, como las icónicas 'Sin documentos', 'Milonga del marinero y el capitán', 'A los ojos' y 'Me estás atrapando otra vez', momento de comunión con una audiencia mayoritariamente cuarentona cuya aproximación también se repitió en temas como 'La parte de adelante' –como no– y 'Crímenes perfectos'.
Cada canción estuvo intercalada con anécdotas de sus visitas a Chile. Recordó la vez que se enganchó con una rubia despampanante, un recorrido (ya conocido por sus seguidores) por Valparaíso en busca de camisas en la ropa usada, junto con bromear en relación a partidos de fútbol emblemáticos entre Chile y Argentina. Todo con un desparpajo y simpatía envidiables, constantemente recalcando su cercanía con nuestro país, justamente por eso es que el mismísimo artista definió su show en la capital como un recital de cristal, según su cuenta de Instagram.
Viene de cerca la definición, sin embargo, el hombre tras 'Estadio Azteca' entregó un show de calidad, rematado con un elemento que siempre funciona: cercanía emocional y generacional. Contradictoriamente, Andrés Calamaro se muestra con sus manos esqueléticas en la portada de su reciente álbum, como si se acercara a un final. Nada más lejos de la realidad, ya que en su directo se le ve y escucha más vivo que nunca.