Apuntes sobre teatro: Un director y un actor tratando de ponerse de acuerdo
Así como hay miles de novelas que se tratan de cómo su autor/a la escribió, o películas que narran el rodaje del film como una epopeya de actores, directores, productores y decenas de técnicos y extras; esta obra es un juego de muñecas rusas lleno de humor absurdo y guiños a la cotidiana realidad de cualquier mortal.
Podría pensarse que este tipo de creaciones resultan herméticas o lejanas para quienes no forman parte del circuito, que una obra que se trata del conflicto entre un director y un actor a la hora de poner en escena un texto, es probablemente una lata para un espectador común y corriente. Como si tuviésemos que ser escritores para leer y disfrutar esas novelas en las que no pasa nada y todo se resume al conflicto del autor en su deambular por editoriales que accedan a publicarlo.
Tiempo de ensayo se promociona indicando que “tiene de Beckett la eterna espera de Godot, menos metafísico, de comicidad menos intelectual, más apegado a lo cotidiano”, agregando además que es una pieza “de corte absurdo y pirandelliana (ficción dentro de la ficción) escrita con habilidad, fluidez y espontaneidad”. Lo cierto es que mi acompañante me confesó que no tenía ninguna expectativa cuando le indiqué qué obra veríamos y le leí la reseña. Sin embargo, a la salida del Anfiteatro del Museo Bellas Artes, no sólo reconoció cuán equivocada estaba en su prejuicio, sino que además, como en ese lugar las obras se presentan en un formato “a la gorra” (es decir sin cobro de un valor fijo de entrada, sino como aporte voluntario), desembolsó una considerable suma en el sombrero de copa que recolectaba las adhesiones de los espectadores.
Es verdad sí, que muchas veces el objetivo no se logra. Ni en películas, ni en novelas, ni en el teatro. He visto y leído decenas de piezas que efectivamente no consiguen lo que se supone deben conseguir, y es justamente, ser comprensibles o despertar empatía con un espectador o lector cualquiera. Pienso por ejemplo en la ambiciosa y desde mi punto de vista fallida obra El Círculo, presentada hace no tanto en Matucana 100, con un elenco que incluía nada menos que a Shlomit Baytelman. Quiero decir que no es nada fácil hacer este tipo de juegos de cajas chinas, son creaciones que abordan el propio proceso creativo, y eso en sí ya es de una complejidad enorme. Hablar del proceso creativo, explicar o exponer cómo o por qué un artista crea lo que crea, puede llegar a ser asomarse a un misterio insondable como el de la vida misma, del universo.
En un plano más profundo, una obra que se trata de cómo alguien intenta hacer una obra, en el fondo siempre va a tratarse de otra cosa, pudiendo tocar uno o varios problemas relacionados con la existencia misma. Porque poner en primer plano el proceso creativo, ya es disponerse a exponer o explicar la dimensión múltiple y compleja de toda actividad humana. Volviendo al ejemplo de El Círculo, el tema de fondo era el conflicto entre israelitas y palestinos, y la obra se trataba de los actores y actrices que intentaban hacer una obra con ese tema (y he ahí lo ambicioso y el riesgo fatal de esa apuesta).
¿De qué se trata Tiempo de ensayo entonces? De muchas cosas más que de una obra de teatro. De la impuntualidad por ejemplo. Es tan simple llegar a la hora para algunos, pero en Chile la impuntualidad es legendaria. Te quedas de juntar a una hora con tus amigos y el que llega a la hora es el ñoño, el nerd. Todes llegan media hora tarde, mínimo. Reuniones de trabajo que parten 20 minutos tarde porque el jefe se atrasó. El humorista gráfico Malaimagen tiene un libro que se llama Voy saliendo y la frase la dice por celular un tipo que está en la ducha. Pero cualquiera que haya ido a otros países de Latinoamérica, puede llegar a sentirse orgulloso de que Chile sea casi Suiza. ¿Cómo nos comportamos cuando la impuntualidad nos afecta directamente?, ¿por qué somos impuntuales?
Pero miento. La obra no se trata de eso tampoco, aunque claro, es el punto de partida del conflicto entre un director que quiere ensayar una obra y un actor que llega siempre tarde al ensayo. Personas de carne y hueso con personalidades distintas y consecuentes reacciones distintas ante lo que nos impone la realidad a cualquiera, como lo que nos pasa cuando llegamos tarde porque alguien se suicidó en el metro, por ejemplo. Qué pasa cuando la muerte es algo real, y no la excusa de un atraso.
El mérito de esta comedia absurda estriba en enfrentarnos a tipos o a comportamientos humanos que muy probablemente conviven dentro de nosotros mismos. Enfurecemos cuando un impuntual nos hace perder tiempo, o incluso dinero, porque una impuntualidad grave puede traer consecuencias enormes. Pero nosotros mismos, enfrentados a una situación X, podemos convertirnos en ese impuntual que falla, que provoca un problema a otro u otros, y tendremos para justificarnos, toda la comprensión y benevolencia del universo.
Centrándome en el asunto de la impuntualidad he hecho un resumen injusto y salvaje de las múltiples aristas temáticas que Tiempo de ensayo abre para un espectador despierto. Sin lugar a dudas es una pieza recomendable, entretenida y que demuestra que no hay teatro para entendidos y teatro para legos, si no que hay simplemente teatro bueno o bien hecho, y en fin, el resto.
Director: Christian Quevedo Meneses
Dramaturgo: Gerard Vazquéz
Elenco: Roberto Peña (actor) – Vladimir Huaiquiñir (actor) – Mario Ubeira (músico) – Daniela Jofré (productora)
Compositor: Mario Ubeira
Diseño de escenografía: Gabriel Seis Dedos (Taller Madrid)
Iluminación: Jorge Pericó
Sonido: Jorge Pericó
Duración de la obra: 1 hora y 10 minutos
Género de la obra: Comedia Absurda
Público y edades al que es dirigida la obra: Público adulto y jóvenes (de 15 a 80 años)
Fecha y horario temporada: 3 de agosto al 1° de septiembre, sábados y domingos a las 20 horas.