Nuevas filtraciones revelan que Moro y fiscales buscaban lucrar con Lava Jato y usar el dinero público para propaganda
Este fin de semana tuvo dos revelaciones importantes en el marco de la serie de reportajes “Filtra Jato”, que el portal The Intercept ha publicado sobre los secretos oscuros de la Operación Lava Jato, que investiga la corrupción en la estatal brasileña Petrobras.
Ambas filtraciones tienen un aspecto en común, muestran al entonces juez Sérgio Moro (hoy ministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro) y al fiscal jefe de la operación, Deltan Dallagnol, planeando formas de aprovecharse de la investigación para favorecer sus intereses, promoviendo un proyecto político en común para obtener lucro financiero.
Lucrando con el combate a la corrupción
La primera de ellas surgió el domingo (14/7), en una publicación de Folha de São Paulo – uno de los que está colaborando con The Intercept en la serie “Filtra Jato” –, y muestra al fiscal jefe de Lava Jato, Deltan Dallagnol, hablando de cómo pretendía hacer dinero como conferencista, aprovechándose de la fama conquistada como figura pública a partir del éxito mediático de la operación.
Según el reportaje, el plan de Dallagnol involucraba a otro fiscal de Lava Jato, Roberson Pozzobon, y en las conversaciones ellos llegaron a insinuar la idea de usar a sus esposas para crear una empresa a nombre de ellas para vender sus derechos como conferencistas, y confesando que se trataría de una forma de burlar la ley, porque ellos no podrían ser dueños de tal negocio siendo funcionarios públicos.
En los diálogos Dallagnol primero invita a Pozzobon a participar del negocio de las conferencias, que mostrando que le está yendo bastante bien a él: “vamos a organizar conferencias y eventos, y lucrar con ellos, ¿ok? Es una buena forma de aprovechar nuestro networking y visibilidad”. Luego, le dice que llegó a proyectar una ganancia de 400 mil reales (72,5 millones de pesos chilenos) durante el año de 2018, pero no llega a decir cuánto terminó facturando al final.
“Antes de dar el paso de abrir la empresa, tendríamos que tener un plan de negocios y saber muy claramente las expectativas con relación a cada uno. Para tener ese plan de negocios, sería bueno ver los últimos eventos y el precio”, sigue contando el fiscal jefe, en el chat con su colega, que le responde diciendo que “tenemos que ver si el tipo de evento que vale más la pena es: 1) con más gente, y más barato; o 2) con menos gente y más caro. Pero un formato no excluye el otro”.
Las conversaciones se dieron entre los meses de febrero y marzo de este año, y los dos terminaron creando un grupo de mensajes exclusivo para discutir el tema, en el cual sus esposas también participan. E reportaje también cuenta que el plano los llevó a firmar con una empresa Star Conferencias y Eventos, que vende derechos de conferencistas para encuentros en Brasil y otros países.
En otra parte de la conversación, Dallagnol explica a las mujeres su rol en la organización, y admite que lo de ellas se trata también de evitar que la iniciativa sea ilegal: “tendremos que separar los temas sobre la coordinación pedagógica del curso (sobre cómo combatir la corrupción en las empresas, otro de los “productos” que querían vender), que puede ser tarea mía y de Robito (apodo de Roberson Pozzobon) y los de gerencia del negocio, que tendrán que ser de ustedes, por una cuestión legal”.
En seguida, el fiscal jefe admite nuevamente que su negocio tiene recelos con relación a la legalidad de su conducta: “es posible que un día ella (Fernanda Cunha, dueña de Star Conferencias y Eventos) sea llamada a hablar sobre esto, en el caso que nos quieran atrapar por estar detrás de una empresa”. La respuesta de Pozzobon a este riesgo también llama la atención: “si llegan a este nivel de verificación es porque el negocio se volvió realmente lucrativo rsrsrs (risas, en lenguaje brasileño para chats). ¡Que veeeengan!”.
Años antes, cuando ya participaba de conferencias (pero solo, antes de firmar con Pozzobon el acuerdo con la empresa Star) Dallagnol invitó al entonces magistrado Sérgio Moro a participar de un evento en São Paulo, comentando el valor que cobraba por esta actividad: “caro, Edilson Mougenot (fundador de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Criminales) te invitará esta semana a un curso que se dará en agosto (de 2018). Ellos pagan 3 mil (reales, más o menos 530 mil pesos por conferencia)”. Además, Dallagnol le recomendó a Moro que “tu podrías pedir mucho más si quisiera, por supuesto, y apuesto que van a pagar”.
De hecho, y pese a que en los diálogos Moro responde que no podría hacerlo, porque “ando con la agenda totalmente copada”, según el reportaje de Folha de São Paulo el magistrado sí participó junto a Deltan Dallagnol del 1º Congreso Brasileño de la Escuela de Altos Estudios Criminales, el día 26 de agosto de 2017.
El “vídeo de terror” posiblemente presentado con dineros públicos
La segunda revelación fue realizada este lunes (15/7), en una colaboración de The Intercept con Radio Bandeirantes y su periodista estrella, Reinaldo Azevedo (conocido en Brasil como uno de los opinólogos más derechistas y críticos al PT, el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva).
En este caso, la filtración muestra una conversación entre el entonces juez Sérgio Moro y el jefe de los fiscales de Lava Jato, Deltan Dallagnol, hablando sobre usar dinero público del presupuesto de la 13ª Sala Federal de Curitiba (comandada por Moro) para financiar una campaña publicitaria, situación que sería ilegal.
Las conversaciones sobre el tema empezaron en enero de 2016, cuando Dallagnol lanzó un documento que bautizó como “las 10 medidas contra la corrupción”. Actualmente esas 10 medidas son parte del paquete anticrimen impulsado por el ministro Moro, pero en aquel entonces era una iniciativa que él y su fiscal amigo trataban de transformar en proyecto de ley, buscando políticos que lo apoyasen – lo que suena algo raro partiendo de figuras que ganaron reconocimiento por sus procesos contra la corrupción en Petrobras, por lo que siempre decían que el problema afectaba a todos los partidos, pese a que sus acciones siempre apuntaban al PT, y sobre todo a Lula.
En aquel 2016, según la filtración revelada por Rádio Bandeirantes, Dallagnol pide a Moro que necesitaba recursos para que el video fuera bien producido, que fuera impactante y se mostrará en grandes medios de comunicación, como la poderosa TV Globo, que domina el rating televisivo en el país.
En la conversación, Dallagnol dice que estaba barajando la posibilidad de financiar el video con un crowdfunding o juntando plata entre personas involucradas en el proyecto de las “10 medidas”, pero luego le pregunta si “sería posible la destinación de dineros por parte de la Sala, aquellos más antiguos, para que sea mostrado en Globo”. Además, revela que el total de gastos sería de 38 mil reales (6,9 millones de pesos chilenos aproximadamente).
Luego, le habla sobre el guion y pide que Moro lo evalúe “y vea si eso puede rasguñar la imagen de Lava Jato de alguna forma, lo que nosotros no queremos” (algo recurrente en todas las filtraciones desde principios de junio hasta ahora es que el fiscal jefe siempre se muestra muy preocupado con la imagen de Lava Jato ante la opinión pública, y como eso casi siempre orienta sus decisiones y opiniones).
La respuesta del magistrado fue que “si son solo unos 38 mil creo que es posible, déjame ver y te respondo el martes”.
También llama la atención en la charla el hecho de que el fiscal sabía claramente el presupuesto que manejaba la 13ª Sala, lo que refuerza la sospecha de que la relación entre el magistrado y él llegaba a niveles que están fuera de la legalidad. Además, también es ilegal que Moro aceptara entregar esos recursos a la campaña, al menos los diálogos indican que fue así.
Aunque el equipo responsable por la Operación Lava Jato sacó una nota este mismo lunes negando que eso haya pasado, el problema de esa versión es que la campaña sí se realizó, con un video que sí es impactante y con un clima de crear miedo, como quería Dallagnol: el video tiene un clima de video de terror, con un hombre sin rostro de traje y corbata invadiendo una casa de clase media mientras la familia se duerme, le abre el refrigerador para comer como glotón, tira pastillas por el lavamanos del baño, pasa por la pieza de la niña para destruir sus cuadernos escolares y robarle el chancho alcancía, hasta que finalmente entra con arma en mano a la habitación de la pareja y cierra la puerta. Todo eso mientras suena una música de terror y la voz en off dice que “la corrupción te afecta la vida de tantas formas que ni te das cuenta, desviando recursos de la salud, educación y seguridad. Tienes que despertar, accede al sitio web y ayuda a transformar nuestro proyecto en ley”.
Además, el reportaje muestra que el video sí fue exhibido en los horarios más caros de TV Globo y otras emisoras durante algunos meses de 2016 y 2017. Ante el hecho de que la campaña se realizó, el problema de la respuesta de los fiscales es que lo niega sin mostrar comprobantes de que ella se financió de una forma distinta a la descrita en el diálogo, al menos hasta ahora.
Llama la atención que las últimas revelaciones hayan sido publicadas en conjunto con otros medios, hay que aclarar que no se trata de una casualidad. Tras las acusaciones de figuras bolsonaristas en contra del periodista Glenn Greenwald, jefe de The Intercept, sobre posibles intereses personales y supuesta manipulación de las informaciones filtradas, el medio decidió trabajar el resto del material junto con otros medios brasileños – algo similar a lo que hizo en 2013 con las filtraciones del Caso Snowden, en el cual repartió la publicación de los reportajes en medios de distintos países, como los diarios El País (España) y The Guardian (Reino Unido).