Luz, cámara, precarización: El urgente reclamo de los estudiantes de Teatro de la U. de Chile
Más de un mes movilizados llevan los estudiantes de Actuación Teatral del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (Detuch). En medio de sus protestas, que han tomado un tinte más álgido en las últimas semanas, los jóvenes acusan peligrosas carencias de infraestructura, malos tratos de parte de los docentes y problemas asociados a la salud mental.
Cuatro páginas de relatos de accidentes sufridos en el Detuch y 14 planas de testimonios de malas prácticas docentes dan contundencia a sus demandas. Esta información ha sido presentada ante las autoridades del departamento y la universidad. Sin embargo, luego de una serie de reuniones de negociación, aún no hay fechas ni medidas concretas para resolver las peticiones del estudiantado.
La respuesta de los directivos apunta al histórico déficit presupuestario que enfrenta la Facultad de Artes, espacio del que depende el Detuch. "Todos los peros que nos ha dado para no invertir dinero en nosotros, tienen que ver con que la facultad genera más gastos que ingresos para la universidad", cuenta Rocío Acuña, vocera de la movilización, a El Desconcierto.
Por su parte, el estudiante Nikolás Lagos, miembro de la mesa de negociación, resumió a la Radio JGM que el centro de sus reclamos tiene que ver con algo muy lógico: la necesidad de "un espacio digno y seguro donde estudiar. No sólo porque es una universidad, sino que debe ser seguro como cualquier lugar".
Infraestructura deficiente
Acuña explica que uno de los puntos más urgentes de su movilización tiene ver con las condiciones de infraestructura en que se encuentra el Detuch, un edificio de interés patrimonial al que no se le pueden realizar grandes modificaciones.
Sin embargo, -reclaman- esto no quita que se hagan reparaciones mínimas a los espacios y mobiliarios que hoy se han convertido en un peligro para quienes allí se educan.
Fue precisamente un accidente de este tipo la gota que rebasó el vaso y dio pie al levantamiento estudiantil. En específico, ocurrió que una estudiante recibió una fuerte descarga eléctrica que casi la bota desde las alturas mientras estaba sobre una endeble escalera, a casi dos metros de altura. Es más, el accidente le dejó una marca en su mano que le duró cerca de una semana.
Asimismo, la vocera expone que en el techo de uno de los patios de la facultad hay una cápsula de vidrio que se llueve completamente en invierno. "Además, hay veces en que caen vidrios y han estado a punto de producir accidentes graves", comentó.
Por otra parte, los estudiantes piden la implementación de un casino con espacio suficiente para casi 200 estudiantes y un kiosko con sistema Junaeb. Igualmente, los alumnos acusan que el espacio no cuenta con un sistema de calefacción adecuado, contando con estufas con fugas de gas, que podrían llegar a producir incendios.
Otras demandas apuntan al mejoramiento de baños, duchas, muros, techos, capacidad de las salas, espacios de recreación y accesos para personas en situación de discapacidad.
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Salud mental y reestructuración docente
Un reclamo que comenzó en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la universidad pública y que ya se ha expandido a varias otros espacios -dentro y fuera de la institución- es la salud mental, afectada por diversos factores, tales como la sobrecarga académica, el endeudamiento o las presiones por comenzar a prepararse para el mundo laboral.
En el Detuch, el centro de este problema pasa porque en la actualidad hay dos mallas curriculares en curso. "Se supone que la malla nueva genera mayor cantidad de tiempo para que el estudiante tenga tiempo de ocio. Pero la malla antigua no tiene esa consideración y por eso se generan muchas comparaciones. Es muy paradójico, porque los mismos profesores imparten ambas mallas. Entonces, a pesar de que el nuevo plan curricular tiene más tiempo disponible, como los profesores tienen la misma metodología, al final igual se sigue sobrecargando al estudiante fuera de su horario de clases", explica Acuña.
Por otro lado, un detalle común entre las carreras artísticas de la Universidad de Chile, es la autogestión de proyectos y eventos para visibilizar el trabajo de los estudiantes, tarea que termina convirtiéndose en un agobio más. "Se genera mucha presión psicológica porque tenemos levantar compañías (de teatro), nuevos proyectos y actividades, porque es acá donde nosotros tenemos que sacar nuestro futuro adelante, porque el campo laboral afuera es dificil", dice la estudiante.
Otro detalle que ha afectado la integridad de los estudiantes son las constantes descalificaciones físicas que algunos docentes dicen a los alumnos, principalmente, a las mujeres. Se trata mayormente de comentarios en relación al peso o contextura física.
De esta forma, el documento que aborda las malas prácticas docentes reúne acusaciones en contra de doce profesores y profesoras distintas. Por esto mismo es que uno de los puntos del petitorio busca que se dote de formación pedagógica a quienes imparten clases en el Detuch.
La presidenta interina de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Emilia Schneider, indicó a El Desconcierto que "se han abierto espacios de trabajo gracias a las movilizaciones. Por ejemplo, en el consejo universitario se está trabajando en una política de salud mental. Además, tras la movilización feminista, se comprometió la creación en el Servicio Médico y Dental (Semda) de una unidad de violencia sexual y salud mental, que esperamos que se pueda implementar pronto".
Una universidad desigual
La situación de precariedad vivida en el Detuch es una realidad impensada en facultades como Economía y Negocios, Derecho o Ingeniería. Esto, porque al igual que en la sociedad, "el arte está poco valorado y se privilegia monetariamente a otras disciplinas más rentables", acusa la vocera.
"Nosotros sabemos que se quiere mantener la Facultad de Artes, pero a qué costo. Al costo de que el estudiante no tenga ninguna dignidad dentro del espacio", reclama Acuña.
Por su parte, Schneider explica que "las lógicas de mercado en la educación han permeado incluso las universidades que han sido emblema de lo público, como es la Universidad de Chile, donde existe una lógica de autofinanciamiento entre sus facultades. En un ánimo por descentralizar la universidad, se ha determinado que las facultades ofrezcan servicios al mercado. Ahí, las ingenierías -por ejemplo- se han configurado como espacios de primera categoría, con muchos más recursos".
"Pero las carreras que no son rentables para el mercado han terminado relegadas y precarizadas. En ese sentido, vemos como la Universidad de Chile no valora a todas sus disciplinas por el aporte que significan para el conocimiento, las artes o el desarrollo del país", indica la dirigenta.
Para palear estas injusticias, la presidenta de la FECh manifiesta que se debe apuntar a "una redistribución de recursos a la interna, a una democratización, en miras a generar una corrección de esta desigualdad entre facultades e institutos. Se debe terminar con el criterio histórico que ha naturalizado que a ciertas facultades se les entregue más recursos. Hay que empezar a cortar el vinculo de la universidad con los privados y empezar a pensar cómo financiar la educación pública, en miras de aumentar su rol público".
A esto, agrega que "se debe exigir como comunidad universitaria, el financiamiento basal a las instituciones públicas. La Universidad de Chile, que ha sido una institución muy importante para el país, tiene toda la legitimidad de pedir financiamiento basal y así terminar con las lógicas de competencia que han terminado por precarizar a las instituciones".
El Desconcierto intentó comunicarse con el Departamento de Teatro, pero durante la tarde de este viernes, no hubo ningún directivo disponible para dar declaraciones.