Los mejores discursos de Salvador Allende a 111 años de su natalicio
1. 5 de septiembre de 1970
El día anterior se había celebrado las elecciones en las que el candidato de la Unidad Popular se impuso por estrecho margen al candidato del Partido Nacional, el ex presidente Jorge Alessandri. Los resultados se dieron a conocer pasada la medianoche, y de madrugada, en plena Alameda, Salvador Allende pronunció un discurso desde los balcones de la sede de la Fech, y que escuchado por miles de adherentes. La frase más recordada de esa madrugada ha sido recogida por cantantes como Manuel García, rescatando el sentido histórico de las palabras pronunciadas en la noche santiaguina.
“Les pido que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Y que esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, y más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria”, dijo Allende frente a miles de trabajadores que llegaron a escuchar sus palabras después de confirmar el triunfo en las urnas.
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2. 2 de diciembre de 1972
Guadalajara, México. Allende visita la Universidad de la ciudad, y desarrolla el llamado por algunos como “el mejor discurso de la historia”. En su alocución, el líder de la UP expuso los problemas de salud y educación presentes desde esos años en América Latina, criticando que algunos “jóvenes viejos”, como los llamó, no se preguntarán cómo harían para pagar los más de 30 millones de cesantes que agobiaban al continente. Por ello, apeló al compromiso de los estudiantes que salían de las universidades estatales para mejorar estas situaciones.
“Para que termine esta realidad brutal, se requiere un profesional comprometido con el cambio social, se necesitan profesionales que no busquen engordar en los puestos públicos, en las capitales de nuestras patria. Que la obligación del que estudió aquí, es no olvidar que esta es una universidad del estado que la pagan los contribuyentes, que la inmensa mayoría de ellos son los trabajadores y que por desgracia, en esta universidad y como en las universidades de mi patria, la presencia de hijos de campesinos y de obreros alcanza un bajo nivel todavía”, señaló el presidente ante los cientos de estudiantes que llegaron a escucharlo.
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3. 4 de diciembre de 1972
Nueva York, Estados Unidos. Ante la misma Asamblea de Naciones Unidas, Allende pronunció uno de sus discursos más recordados. En tono humilde, el también médico presentó al país de modo idealista, representando los valores que encarnaban el proceso que encabezaba como presidente. “Vengo de Chile, un país pequeño, pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida”, dijo. El extenso relato expuso los problemas de Chile como parte de una estructura económica mundial dominada por las corporaciones extranjeras, que asfixiaban al país con la deuda externa.
“Cuando se siente el fervor de cientos de miles y miles de hombres y mujeres, apretándose en las calles y plazas para decir con decisión y esperanza: Estamos con ustedes, no cejen, ¡vencerán!, toda duda se disipa, toda angustia se desvanece. Son los pueblos, todos los pueblos al sur del río Bravo, que se yerguen para decir ¡basta!, ¡basta! a la dependencia, ¡basta! a las presiones, ¡basta! a las intervenciones; para afirmar el derecho soberano de todos los países en desarrollo a disponer libremente de sus recursos naturales”, expresó ante los representantes de Naciones Unidas.
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4. 11 de septiembre de 1973
El último y más recordado de todos. Transmitido por Radio Magallanes y en medio del inclemente bombardeo a La Moneda perpetrado por las Fuerzas Armadas, Allende tomó un teléfono para dirigirse al país a las 9:10 de la mañana. Sin apoyo alguno más que su propia oratoria, declaró que no se rendiría. “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, dijo.
“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”. Con esas palabras, Allende cerró su histórico último discurso.
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