Nae Pasaran (2018) de Felipe Bustos Sierra. Una historia sobre solidaridades que traspasan fronteras

Nae Pasaran (2018) de Felipe Bustos Sierra. Una historia sobre solidaridades que traspasan fronteras

Por: Alicia Salomone | 09.06.2019
El documental de Felipe Bustos Sierra invita a reflexionar sobre el poder de la solidaridad. Por un lado, al poner juntas las partes de una historia común que no habían logrado ser articuladas y, por otro, al rescatar el valor de ese vínculo humano esencial. Además, lo hace de una manera magistral, configurando ese mensaje a través de los recursos que le proporciona el medio elegido para plasmarlo.

En tiempos de nacionalismos exacerbados, un documental cuenta una historia a contracorriente. Es una narración sobre solidaridades ético-políticas que traspasan fronteras nacionales, culturales y lingüísticas, y que habla de personas que, fuera de Chile, asumieron un compromiso en pro de la democracia, los derechos humanos y la justicia social tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Es también un relato sobre la responsabilidad, la justicia y el reconocimiento como condiciones necesarias para la recomposición de una sociedad herida y dividida, donde todavía no es posible establecer como realidad incontrastable la finalidad criminal, injustificable, del golpe militar.

Estamos hablando de Nae pasaran (2018), el film de Felipe Bustos Sierra que cuenta la historia paralela de dos comunidades ubicadas en dos puntos distantes en el mapa. Por un lado, la de un grupo de ciudadanos chilenos perseguidos por la dictadura de Augusto Pinochet. Por otro, la de un grupo de trabajadores de la planta East Kildbridge de la Rolls Royce, en Glasgow, Escocia, quienes entre 1974 y 1978 lideraron un boicot para impedir que los motores de los Hawker Hunter que habían bombardeado La Moneda fueran reparados y que esoos aviones siguieran siendo utilizados con fines represivos. Si bien por mucho tiempo circularon rumores sobre esta acción de resistencia, los hechos nunca se conocieron a cabalidad en Chile. Por otra parte, los trabajadores escoceses tampoco supieron del impacto de su lucha ni conocieron a las personas cuyas vidas contribuyeron a salvar.

Felipe Bustos Sierra, hijo de exiliados chilenos en Bélgica, guardaba en su memoria de infancia las imágenes del bombardeo de La Moneda y fragmentos de relatos sobre la acción de los trabajadores escoceses, escuchados en los actos de solidaridad a los que solía asistir con su familia. Sin posicionarse desde una perspectiva autobiográfica, el film propone un juego sutil entre la historia narrada, el montaje y la voz del narrador, que va revelando huellas de su elaboración personal como hijo del exilio. Su figura se dibuja, así, como la de una persona que, ya en la adultez, decide ajustar cuentas con su trayectoria, completando historias inconclusas y uniendo los lazos que quedaron truncados por un devenir trágico.

Hace unos años, durante una investigación sobre Víctor Jara que realizó en Inglaterra, Felipe Bustos Sierra contactó antiguos activistas de los movimientos de solidaridad con Chile. Ese reencuentro simbólico con el país lo condujo al episodio del boicot de los trabajadores de East Kilbridge y buscó a sus protagonistas. La primera reacción de estos no resultó auspiciosa. Esos hombres mayores, curtidos en la cultura obrera de Escocia, no parecían interesados en una evocación nostálgica del pasado. Comenta el realizador que se sentían muy orgullosos de su acción, pero solo iban a apoyar el documental si era para descubrir algo nuevo, y no tenían muchas esperanzas de que eso pudiera suceder.[1] Desde el lado chileno, por otra parte, el bloqueo informativo sobre hechos ominosos que involucraban a la Fuerza Aérea también ponía dificultades a la labor del documentalista. Un cortometraje realizado en 2013, sin embargo, le abrió el camino a Nae pasaran.

Este film se despliega desde el impulso del narrador por descubrir y comprender las tramas enredadas de esta historia oscurecida en el tiempo. El relato procede mediante la recuperación, a ambos lados del océano, de las voces de sus protagonistas, tornándolas audibles y religándolas en el espacio de articulación simbólica que crea la película. El documental se sostiene centralmente en los diálogos del narrador con, por un lado, los ex trabajadores de Rolls Royce que lideraron el boicot: Bob Fulton, Robert Sommerville, John Keenan y Stuart Barrie. Por otro lado, se asienta en las conversaciones que el realizador mantiene con ex prisioneros políticos chilenos, entre ellos, los llamados “condenados a muerte de la FACH”, quienes plantean la sospecha de que su liberación, y la de la ciudadana inglesa Sheila Cassidi, habría estado relacionada con una negociación oscura a cambio de motores.

Otra línea importante en el film, pero que requiere una mención aparte, es la conversación entre el narrador y el ex comandante en jefe de la FACH, Fernando Rojas Vender quien, en un escenario atiborrado de imágenes de santos y aviones de juguete, enuncia la posición de los golpistas como si nada hubiera cambiado desde 1973. Ese discurso, a ratos delirante, que en Chile aún puede declararse sin mayores consecuencias, expone una visión cargada de violencia, que no afecta solo a quienes fueron víctimas de la dictadura. Como sugiere una escena del film, construida desde el relato del hijo de un aviador muerto, la pervivencia del discurso dictatorial resulta una verdadera trampa para la sociedad chilena. Pues, si esta sigue siendo una colectividad nacional fracturada, en buena medida lo es debido al empecinamiento del militarismo local, que bloquea cualquier posibilidad de elaboración social de las experiencias traumáticas vividas.

Como metaforiza el final del film, un reencuentro social es posible, pero, de producirse, solo podrá surgir de la voluntad de personas comprometidas con el develamiento de la verdad de lo sucedido en el pasado, de la práctica de la justicia, del ejercicio del reconocimiento y de la puesta en acto de la reparación. Estas acciones, además, debieran ser lideradas por un Estado que, a pesar de haber descargado su violencia contra la sociedad en el momento más aciago de su historia, acabando en ese mismo acto con la institucionalidad democrática, tiene hoy la posibilidad y el poder como para operar la reparación que aún está pendiente en Chile.

La etimología de la palabra solidaridad, que proviene de la francesa solidarité y a su vez, de la latina solidus, alude a la dependencia recíproca entre personas que se sienten moralmente obligadas entre sí. La solidaridad lleva a alguien a comportarse como si se enfrentara directamente al problema de los demás, desde la comprensión de que lo que afecta a los otros compromete el destino propio.[2] El tiempo que media entre los todavía esperanzados años 70s y el crudo devenir neoliberal contemporáneo ha puesto en cuestión -en Chile y el mundo – la idea de aquella la dependencia recíproca que está en la base del sueño sobre una sociedad mejor. En la historia narrada en Nae pasaran, sin embargo, el concepto de solidaridad pulsa constantemente hasta hacerse explícito en las palabras de un ex preso político chileno, que uno de los trabajadores escoceses acoge con emoción: “él dice que hubiera hecho lo mismo por nosotros”.

El documental de Felipe Bustos Sierra invita a reflexionar sobre el poder de la solidaridad. Por un lado, al poner juntas las partes de una historia común que no habían logrado ser articuladas y, por otro, al rescatar el valor de ese vínculo humano esencial. Además, lo hace de una manera magistral, configurando ese mensaje a través de los recursos que le proporciona el medio elegido para plasmarlo. Así, las imágenes del film, donde predomina la fusión de planos aéreos que unen imágenes de Chile y de Escocia, hacen posible un sobrevuelo reparador entre ambos espacios. Por su parte, la banda sonora, que enlaza temas escoceses y chilenos, logra acompasar de forma precisa el fluir de las emociones entre los protagonistas, contribuyendo a crear el tono conmovedor que logra la película. Finalmente, las varias lenguas y acentos que circulan por el film también destacan el encuentro, traduciendo estéticamente cómo la solidaridad puede traspasar límites, uniendo mundos humanos más allá de las barreras impuestas por banderas, idiomas o culturas.

[1]Nae pasarán!: el documental sobre los obreros que boicotearon a la Fuerza Aérea chilena. Tomado de https://radio.uchile.cl/2019/06/06/nae-pasaran-el-documental-sobre-los-obreros-que-boicotearon-a-la-fuerza-aerea-chilena/ (07-6-2019).

[2] Solidarité. Toupictionnaire: le dicctionaire de politique. Tomado de http://www.toupie.org/Dictionnaire/Solidarite.htm (07-07-2019).