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Respuesta a Pablo Oyarzún

Respuesta a Pablo Oyarzún

Por: | 23.04.2019
Cuesta entender, pues, a Oyarzún cuando se las da de políticamente virgen y ñoño. Son conocidos sus vínculos y participaciones, interna y externamente a la universidad, ni estricta ni necesariamente académicos. En 2013-2014 fue el portavoz de la candidatura de Gonzalo Díaz a la rectoría de la U de Chile, siendo hasta más visible que el candidato (de hecho, fue una sorpresa que haya sido Díaz, no él, el aspirante), candidatura además asociada a sectores de izquierda militante nacional.

Señora Directora:

Estoy por creer que Pablo Oyarzún es incansable. Conforme, no le gustó que yo enfatizara el lado político del Honoris Causa conferido a Judith Butler por la Universidad de Chile, pero ya le respondí su carta en La Tercera, y, ahora, de nuevo debo hacerme cargo de su ofuscación conmigo en carta a El Desconcierto del jueves 18 de abril.

Esta vez, Oyarzún parte confundido o confundiendo. No es que me importaran las reacciones en las redes a mi columna “¿Honoris Causa o Por la Causa?” (La Tercera, sábado 13 de abril), como él supone, sino que este diario online, El Desconcierto, tergiversara mis críticas y se volviera caja de resonancia de campañas de desprestigio cuando yo, hasta ahora, lo tenía por un medio de comunicación serio (ver “Aclaración Rectificación Alfredo Jocelyn-Holt”, El Desconcierto, lunes16 de abril). Tergiversar es lo que vuelve a intentar Oyarzún, ahora. En efecto, saca en cara que no me haya referido a los méritos académicos de Butler, cuando ese nunca ha sido el punto que he estado resaltando. Más bien es el afán de bombear su dimensión activista y pasearla por la universidad como trofeo de ciertas causas progresistas lo que encuentro preocupante. O, ¿es que Oyarzún pretende hacernos creer que no se la convidó y aplaudió por su feminismo activista, no sólo teórico?

En la inauguración del Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades de la U de Chile que Oyarzún dirige, Roxana Pey, quien hizo las veces de maestra de ceremonia, puso especial hincapié en enmarcar esta iniciativa en el contexto de lo que ella llamó: “agitaciones y cambios sociales, como es el movimiento feminista, pero también por intentos y acciones conservadoras que luchan por mantener el status quo”. Por su parte, el rector Vivaldi destacó y agradeció al movimiento feminista por hacer “extraordinariamente interesante” a Chile, posibilitando que alguien como Butler viniera al país. De paso contó que, para prepararse para introducir a Butler, cuyo nombre insiste varias veces en pronunciar como “Battle” (¿acto fallido?), se hizo asesorar por su hija que “trabaja en género”, quien le recomendó que no lateara mucho. Y, además, nos comunicó respecto a la galardonada, que se sentía “absolutamente solidario con el proyecto político que ella encarna, desde luego”.

Lo que es Oyarzún refrendó la tónica anterior cuando, al menos dos veces, insistió en la idea que: “no concebimos el ejercicio de la filosofía, las humanidades y las artes meramente como cultivos disciplinarios albergados dentro de los muros de la universidad”. Lo que aspira este centro, según él, es: “un cuestionamiento y un diálogo que compromete nuestra inscripción social y vincula a la universidad con su exteriorLo entendemos, a la vez, como una responsabilidad y como compromiso ético y político”. De igual modo, el centro pretende atender: “los saberes y prácticas que se despliegan informalmente y sin refugio institucional en las relaciones sociales, buscando mantener abierta la posibilidad de lo común, de prácticas y saberes que configuran en conjunto una inventiva social emancipatoria”. Oyarzún podrá hablar enredado, pero se da a entender: la universidad como cultivo de disciplinas --las humanidades por ejemplo-- interesa hasta por ahí nomás; la universidad debe sobretodo comprometerse con la lucha social acogiendo prácticas que allá afuera no gozan de amparo institucional. Ser menos político en la universidad, al parecer, le resulta poco “ético”.

Si bien el tenor político fue más burdo entre los organizadores (Oyarzún incluido), sucede que la señora Butler tampoco negó el vínculo que la academia debiera guardar con la promoción de causas, honrando su calidad de “activista” que es como también fue presentada al público. En su conferencia inaugural, Butler lo admite sin remilgos. A diferencia de Oyarzún, no tiene empacho en decir las cosas tal como se las ve, y celebra que así sea: “las disciplinas académicas más innovadoras comienzan como conocimiento inaceptable, conocimiento en la periferia, conocimiento degradado, la ‘basura’ [sic] por así decirlo, que vuelve a habitar los salones de la Academia”. Cero complejos academicistas, lo suyo. Pablo Oyarzún debiera volver a ese punto de Butler, consultar específicamente el minuto 34:30 en adelante de la conferencia inaugural y refrescar su memoria (el video Inauguración del Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades se puede ver en YouTube).

Cuesta entender, pues, a Oyarzún cuando se las da de políticamente virgen y ñoño. Son conocidos sus vínculos y participaciones, interna y externamente a la universidad, ni estricta ni necesariamente académicos. En 2013-2014 fue el portavoz de la candidatura de Gonzalo Díaz a la rectoría de la U de Chile, siendo hasta más visible que el candidato (de hecho, fue una sorpresa que haya sido Díaz, no él, el aspirante), candidatura además asociada a sectores de izquierda militante nacional. También es de conocimiento público su cercanía, no sólo personal, con Roxana Pey, ex rectora de la Universidad de Aysén, y ¿de ella, alguien duda que sea de la izquierda en serio? Seamos honestos, creer que este tipo de involucramientos no conlleva alianzas o propósitos de índole político militante, tratándose de una universidad como la Chile, es ingenuo.

Respecto al otro punto que Oyarzún objeta de mi crítica --que centros de este tipo duplican esfuerzos de otras instancias universitarias, y debilitan las facultades-- podrá no haberlo dicho, pero son evidentes. Enfoques como el feminista se practican en múltiples centros, departamentos y otras instancias o “plataformas” actuales de la universidad, no siempre además dispuestos a hablar entre sí debido a personalismos y fragmentaciones tácticas y estratégicas muy propias de movimientos de izquierda. Sería conveniente saber en qué medida este nuevo centro presidido por Oyarzún no va a ser otro ejemplo más de esta praxis cismática conocida. Otro tanto, si se va a seguir insistiendo en “actividades” con cinco mil personas (como lo fue el otro encuentro con Butler que mencioné en mi columna,  y que Oyarzún alaba) como forma de “diálogo” supuestamente académico. Si llegara a subir la asistencia en el futuro quizás habría que pensar seriamente en el Teatro Caupolicán para hacer estos mitines.

Puesto que Oyarzún es infatigable, como decía, espero atento su siguiente respuesta, y aprovecho de saludar a la señora Directora de El Desconcierto,