José Ramón Valente: Qué vergüenza

José Ramón Valente: Qué vergüenza

Por: Diamela Eltit | 04.03.2019
Sabemos que una de las falencias de los políticos (no de todos) es la falta de saberes culturales, pero desde luego, nadie había llegado tan lejos como este Ministro. En ese sentido yo podría asegurar que su autodefinición es tan pero tan límite que resulta inadmisible para un país que desde hace décadas impulsa planes de lecturas para incentivar la lectura y entender lo que se lee. Porque la lectura es clave para leer la realidad y leerse a sí misma o mismo.

El Ministro Juan Ramón Valente es un inolvidable ejemplo cultural. Afirmó con una sinceridad penosa o pasmosa que leer literatura era una pérdida de tiempo, dijo también, como un profundo y avezado filósofo, que la vida era muy corta (para leer literatura), dijo que le gustaba aprender cosas nuevas (no explicitó cuáles) y por eso mientras manejaba escuchaba grabaciones. Pero lo que diga este personaje no tendría la menor importancia si no fuera Ministro de Estado elegido por el Presidente Sebastián Piñera para acompañarlo en su gobierno.

Ya como Ministro de Economía recomendó públicamente invertir dinero fuera de Chile, ahora señala (entrelíneas) que estaba confuso que no había internalizado su rol de Ministro y actuó, se entiende, desde su plataforma inversionista. Estaba, por decirlo de alguna manera, dividido entre dos funciones y no supo discriminar: Un Ministro de Economía aconsejando invertir fuera del país, es por decir lo menos asombroso, pero no hablaba el Ministro que era sino el inversionista y empresario. Pero eso no le trajo el menor costo para el cargo que representaba y se mantuvo impertérrito en el gabinete. Contó que él era un sujeto común no era “cuico” ni “ABC1” y recordó sus penosos y sacrificados inicios empresariales, a los 15 años, cuando viajaba desde Vicuña Mackenna al Cerro Santa Lucía para vender juguetes para la Pascua.

Ahora nos muestra otra faceta. No lee novelas, ni poesía (infiero) o ensayos para no perder su tiempo o para alargar su vida. Ya sabemos que la política es una práctica que tiene un conjunto de reglas básicamente fundada en el pragmatismo para conseguir acuerdos. Sabemos también que una de las falencias de los políticos (no de todos) es la falta de saberes culturales, pero desde luego, nadie había llegado tan lejos como este Ministro. En ese sentido yo podría asegurar que su autodefinición es tan pero tan límite que resulta inadmisible para un país que desde hace décadas impulsa planes de lecturas para incentivar la lectura y entender lo que se lee. Porque la lectura es clave para leer la realidad y leerse a sí misma o mismo.

Es precisamente la literatura lo que permite un ingreso a la real dimensión que alcanza el lenguaje, contribuye al incremento de los imaginarios y fortalece la subjetividad. En suma frente a la “confesión” de Ministro Valente no resta sino aproximarse al título del libro de la escritora Paulina Flores: QUE VERGÜENZA MÁS GRANDE ESTE MINISTRO.