Valdivia: ¿La mejor ciudad para vivir en Chile?

Valdivia: ¿La mejor ciudad para vivir en Chile?

Por: Jorge Ríos | 16.01.2019
¿Es Valdivia la mejor ciudad para vivir en Chile? Probablemente sí y probablemente no, dependerá de las prioridades que cada ciudadano determine como relevantes para su propio progreso y afanes vitales, pero resulta importante revelar de que los valores que determinan a esta ciudad sean elementos complejos y “estáticos” dentro del contexto económico y político que acostumbramos a escuchar como los ejes relevantes del desarrollo.

Hace poco resonó en nuestra opinión pública la encuesta “Barómetro Imagen Ciudad” que sitúa a Valdivia como la mejor ciudad para vivir en nuestro país. La medición señala que se preguntó a un poco más de dos mil personas sin precisar si era en todo Chile o por ciudad y, de acuerdo a doce criterios que determinaban a cada ciudad en notas de uno a siete, decidieron su grado de preferencia respecto a las urbes de Chile.

Pese al grado de imprecisión metodológica, este instrumento fue objeto de impresiones de todos los actores y ciudadanos y revela la importancia psicológica y el peso sociológico de ser considerados como un espacio en el mundo bueno o mejor para vivir en comparación a otros, afán chovinista si lo pensamos a fondo, pero determinante en la gestión política local. El uso publicitario y las críticas ad hoc abundaron y, a juicio de este opinante, se une a otros títulos nobiliarios que han pasado sin ton ni son por Valdivia, tales como “la Capital de la Cultura de Iberoamérica” o la “Ciudad Smart” o “la Ciudad Saludable” o como quiera que se denomine conceptualmente esta ciudad intermedia del sur de Chile.

Sin embargo, no deja de ser llamativo que dentro de esta encuesta las valoraciones que determinan a nuestra ciudad como la mejor para vivir en Chile, sean valoraciones poco clásicas dentro del sentido del progreso moderno que vive y encarna Chile. La medición determinó a Valdivia como la mejor ciudad para vivir en el país por cualidades tales como su medioambiente, clima, limpieza de espacios, calidez de la gente, belleza escénica, espacio de estudio, seguridad ciudadana y posibles panoramas para hacer por personas, por sobre otras variables, que Valdivia no cumple ni siquiera en el top five. Esto resulta interesante porque desafía las nociones de lo que normalmente la autoridad y la empresa piensa como los ejes de la satisfacción ciudadana, ya que el trabajo y la inversión como nos tiene acostumbrados el sistema ni siquiera resulta importante esta vez en la fotografía hecha.

¿Es Valdivia la mejor ciudad para vivir en Chile? Probablemente sí y probablemente no, dependerá de las prioridades que cada ciudadano determine como relevantes para su propio progreso y afanes vitales, pero resulta importante revelar que los valores que determinan a esta ciudad sean elementos complejos y “estáticos” dentro del contexto económico y político que acostumbramos a escuchar como los ejes relevantes del desarrollo.

Una ciudad de espacios siempre verdes y agua; una ciudad que permite desarrollar una vida familiar ya que puedes visitar constantemente a tus seres queridos incluso con una simple caminata; una ciudad de descanso, con espacios para ver y sentir, para sentarte y contemplar; una ciudad en cámara lenta, pero conectada con el mundo, que respeta los tiempos de las personas y que genera la provisión de soluciones a las necesidades de sus ciudadanos; una ciudad que le ofrece a todas las personas la posibilidad de vivir en torno a variables ordinarias y a variables extraordinarias que determinan que cada desplazamiento o cada espacio tenga un valor agregado, sea por belleza o sea por experiencias. Todo esto es un enorme punto de partida para la generación de ideas y conceptos propios de este territorio a desarrollar.

Sin lugar a dudas, que los desafíos en infraestructura, trabajo, academia, industria creativa, servicios e ingresos, determinarán el accionar hacia el futuro, pero la imagen de satisfacción ciudadana que otorga esta fotografía estadística puede ser un gran factor para decidir, realizar y pensar desde el territorio, evitando los vergonzosos modelos de inversión copiados de la capital, evitando los abusos sociales y ambientales, generando inversiones escalares, considerando –finalmente– como una variable importante que los espacios y territorios poseen sus propias pulsiones, contextos y formas que pueden perfectamente dialogar con proyectos e iniciativas de inversión modernas con completa rentabilidad. Una ciudad que en su crecimiento abogue por la integración y no la segregación, cuyo eje común sea el espacio ambiental, el buen vivir y la belleza de un paisaje singular en el mundo, puede ser una forma de desarrollo única y la llave para consolidar algo nuevo en este país de estresados y adictos a soluciones estandarizadas que llevan a la deshumanización acelerada por la sola búsqueda de dinero fácil.